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La primera periodista distinguida con el premio de la Academia sueca
Conocida mundialmente por su valiente libro Voces de Chernobyl (1997), una polémica recopilación de testimonios de las víctimas del histórico accidente nuclear, la periodista bielorrusa Svetlana Alexievich (Ucrania, 1938) se ha convertido hoy en la primera periodista en obtener el Premio Nobel de Literatura “por sus escritos polifónicos, un monumento al sufrimiento y al coraje en nuestro tiempo”, según afirma el comunicado oficial de la Academia Sueca. Un justo reconocimiento a su valioso trabajo documental y también una demostración de que el concepto de “obra literaria”, como casi todo en este siglo XXI, necesita ser revisado y puesto “al día”.
Alexievich nació en el pueblo de Stanislav, el 31 de mayo de 1948. En la adolescencia comenzó a escribir poesías y artículos para periódicos escolares, lo que al parecer la decidió a seguir la carrera de periodismo en la Universidad de Minsk (1967). Una vez concluidos sus estudios comenzó a laborar en diversos medios, aunque mantenía amistad con importantes escritores —como Ales Adamovich, su reconocido maestro— e incluso escribía para revistas literarias. Así, uniendo ambos intereses (el periodismo y la literatura), publicó en 1983 su primer libro: La guerra no tiene rostro de mujer. Se trataba de una “novela coral” basada en los testimonios de las mujeres rusas que participaron en la Segunda Guerra Mundial. Un libro polémico, que cuestionaba el “heroísmo” soviético; pero que fue bien recibido en la Rusia de entonces, dominada por el espíritu de la Perestroika. El éxito de esta obra animó a la autora a adaptarla para el teatro y llevarla a escena en 1985.
La escritora se dio cuenta entonces de que había descubierto todo un género literario que se adaptaba perfectamente a su vocación: periodismo de investigación y además literatura sin ficción; novelas corales sin los inevitables subjetivismos de los protagonistas únicos. Con esta misma “poética” emprendió su segundo libro, Los chicos del zinc (1989), basado en entrevistas a las madres de los soldados rusos muertos en la guerra de Afganistán (1978-1988). A este trabajo le seguiría el ya mencionado Voces de Chernobyl. La historia oral de un desastre nuclear, basado en 500 entrevistas (hechas a lo largo de diez años) a los sobrevivientes de esa tragedia. Un libro monumental, que pronto fue traducido a casi todos los idiomas y se convirtió en un éxito mundial. Estos dos libros le ganaron el odio de las autoridades rusas, por lo que Alexievich ha pasado largas temporadas en el exilio.
Su siguiente libro fue Cautivados por la muerte (1993), sobre los suicidios que se produjeron entre la población rusa ante la caída de la Unión Soviética. Continuando en esa línea de trabajo, la más reciente obra de Alexievich ha sido publicada recién el año pasado: El tiempo de segunda mano. El final del hombre rojo. Esta vez se trata de entrevistas a personas de su propia generación, los rusos que sufrieron los errores del estado comunista soviético y fueron testigos de las miserias y del hundimiento de ese régimen. “No estábamos preparados para eso. Actualmente estamos separados en distintos estados y hablamos distintas lenguas, pero todos somos hijos de esa utopía fracasada”, ha afirmado la escritora.
La noticia del Nobel concedido a Alexievich ha sido bien recibida en todo el mundo. “Svetlana Alexievich va más allá de la crónica usual… Ella hace un acercamiento novedoso, no es aparatoso ni sensacionalista. Es la voz humana sin cortapisas” ha afirmado El País de España; y el New York Times: “sin importar que sus libros no sean ‘literatura pura’, Alexievich merece este premio por haber investigado tan profundamente en la naturaleza del sufrimiento humano”.
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