El pasado 21 de octubre, el abogado y escritor Gary Marroquín M...
Caminando 20 minutos desde la plaza San Martín se llega a la cuadra tres de la avenida Nicolás de Piérola, al cruce con el Jr. Chancay. Desde ese lugar ya pueden visualizarse locales comerciales que venden instrumentos para todo género musical. Y mientras más se avance en el recorrido, las tiendas son más numerosas y con mayor cantidad de productos a vender. Esto llega a su punto cúspide cuando arribamos a la plaza Dos de Mayo, Patrimonio Cultural de la Nación por mantener su centenaria arquitectura clásica y ser el principal monumento en conmemoración a la victoria de los independentistas. Hoy en día está semi recuperada de un grave incendio: se le han ampliado las veredas, se han reconstruido algunos de sus edificios emblemáticos y se está combatiendo eficazmente a la delincuencia.
Lo que caracteriza aún más a esta plaza es el gran movimiento empresarial musical que se desarrolla en la zona, haciendo que se vuelva única en nuestra ciudad capital. Desde tiendas mayoristas para orquestas de cumbia y chicha hasta tiendas minoristas, que ofrecen hasta manual para aprender a ejecutar diversos instrumentos. Sigo caminando por el espacio público y llego al pasaje Enrique Montes, para pasar por un pequeño parque y entrar en el Centro Comercial Plaza Dos de Mayo. Una vez dentro, subo al segundo piso para recoger mi guitarra y charlar quince minutos con Envert Espinoza.
Este joven empresario musical lleva cinco años reparando instrumentos en su propio taller en el mercado y casi una década trabajando en la zona. Me comenta que su padre fue quien lo introdujo en esta profesión, reparando arpas, y que el conglomerado empresarial comenzó con los hermanos Yonpiar, hoy dueños de MusicMarket, en Miraflores. Ellos eran propietarios de las pocas tiendas que, en un inicio, vendían solo instrumentos nacionales, que eran de mala calidad: las cuerdas de nylon eran hilos de pesca, y las de metal eran un alambre muy delgado, haciendo que las cuerdas D'Addario se vean como lo mejor. Poco a poco fueron progresando y empezaron a importar instrumentos con el fin de dar una mayor competitividad. Desde la década de los noventa, con la apertura al libre comercio, todo lo manejaron desde ahí hasta que se mudaron al distrito de clase alta.
Espinoza no tiene una cifra exacta con la cual pueda especificar la cantidad de dinero que se mueve dentro del emporio cultural, y tampoco habla de sus ingresos. Pero calcula que en una tienda pequeña, dentro del foco empresarial, se mueve alrededor de S/ 20,000 a S/ 30,000 al mes; mientras que una tienda grande puede alcanzar el millón por la distribución. Si comparamos esta situación con las columnas anteriores del diario (Véase: La Paradoja Musical del siglo XXI), vemos que nuestra hipótesis anterior se acerca mucho, al menos en nuestro país. Pero Envert tiene una hipótesis para añadir: (…) Se debe a que el cumbiero sabe más que el que hace música rock, ya que este no se cierra a hacer colaboraciones o cambiar su estilo. Mientras el que tiene una mentalidad abierta puede aceptar tocar el bajo para una presentación de cumbia por S/ 50, por ejemplo, el rockero no acepta tocar algo que no sea su género inicial y menos llegar a hacer ese tipo de presentaciones” (…).
Añadiendo esta situación, junto con la preferencia por los géneros tropicales en el Perú, tendríamos una respuesta inicial de por qué los artistas peruanos dedicados a la música popular y mainstream no llegan a destacar como en otros países: Morat en Colombia, Abraham Mateo en España o Zoé en México.
Finalizando la conversación, ya con mi guitarra en la espalda, Envert me contacta con un colega que trabaja en una tienda llamada Roma Music, ubicada al final de la avenida Alfonso Ugarte, justo donde desemboca en la plaza Dos de Mayo. El encargado, quien prefiere no decir su nombre, afirma que ha trabajado quince años en aquel establecimiento y es el dueño desde hace seis meses. Declara que las últimas gestiones han ayudado a que el espacio público llegue a tener un mayor valor y apreciación, ya que cuando llegó la zona era peligrosa y había demasiada informalidad. Hoy ha cambiado mucho, y para bien, a pesar de que aún falta recuperar ciertas zonas. La tienda en sí es pequeña, pero ofrece a los clientes lo que necesiten: desde asesoría para comprar un primer instrumento hasta reparaciones.
Quien visita por primera vez esta centenaria plaza puede hacerse una idea errónea sobre los precios de los instrumentos. Si bien algunas tiendas ofrecen menores precios que Musicmarket y Audiomúsica —las tiendas más conocidas en los sectores A y B— en otras encontramos el mismo precio e incluso mayor, ya que la calidad y oferta de los productos suelen ser superiores. Todas las tiendas conservan el trato amable al consumidor, sumado también a que, en algunos casos, se ofrecen reparaciones de los instrumentos, como garantía. Un piano simple en un pequeño estante del emporio comercial Dos de Mayo oscila entre los S/ 190 y S/ 300, mientras que en Audiomúsica ninguno baja de S/ 500. En la calle Cantuarias (Miraflores), en Guitar Center, me ofrecieron una guitarra Cort Electroacústica a S/ 850, y luego esa misma Cort en ExpoMusicPeru, tienda online con establecimiento físico a una cuadra de la plaza, la ofertaban a S/ 1,200. No nos dejemos engañar por las apariencias y menos por el lugar en donde se ofertan los productos. Conozcamos más nuestro país, tengámosle cariño e hinchemos por él; pero para todo, no solo cuando juega la selección. En especial el patrimonio de Lima, nuestra capital, nuestra casa.
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