El pasado 21 de octubre, el abogado y escritor Gary Marroquín M...
Fue en el año 2010 cuando Justin Bieber lanzó su hit “Baby” y empezó a sonar en todo el mundo. Un adolescente de 15 años ya estaba haciendo canciones a nivel profesional, y todo gracias a unos vídeos que subía a YouTube interpretando canciones pop que sonaban durante el 2008. Luego de eso, son millones de personas las que suben covers de canciones que suenan hoy en día, para entretener o buscar contactos para sumarse a un proyecto. Pero no ha vuelto a ocurrir algo similar.
Se calcula que, en el año 2018, solo en el Perú se lanzaron alrededor de 200 álbumes de artistas nuevos y consagrados. Y ya que se calcula que el número promedio de canciones que posee un álbum es 12, se trataría de 2,400 canciones. Entre ellas, al menos 50 se pudieron (o podrían) volver en tendencias en nuestro país e incluso —por qué no—- en el extranjero. Pero en los principales charts de canciones más escuchadas dentro del territorio peruano, no hubo ninguna que llegara a tener la popularidad requerida.
¿A qué se debe todo este hecho? Hay que tomar en cuenta lo siguiente: La música en sí genera gran cantidad de empleo, desde los músicos de acompañamiento y el mánager hasta los programadores que diseñan los programas de edición, ya sea de audición, diseño de logotipos y mercancía, entre otros. Entonces, ¿Cómo es posible que casi ningún tema de los 200 álbumes lanzados haya terminado en los top 100 Perú de Shazam o Spotify? Caroline Cruz, cantautora peruana, explica esta paradoja al subrayar que hoy en día es más difícil llegar a captar la atención de un gran público —o mercado de masas— debido a que las redes sociales, en parte, se han convertido en una ventana para nuevos talentos. Pero son miles de músicos los que llegan a usarlas como canal de promoción, haciendo que sea una especie de lotería, sumado al hecho de que las disqueras siguen evolucionando.
Por su parte Pablo Bermúdez, experto en redes y social media, sostiene lo contrario y explica que hoy es más fácil poder vivir de la música de manera independiente a raíz de que las redes se han vuelto, más que nada, en tashpoints —puntos de contacto— que ayudan al artista a segmentar su público y crear una comunidad para así diseñar estrategias que puedan sensibilizar al oyente y se apegue a la canción. Esta sería la principal razón de que las canciones no lleguen arriba.
Lo que se observa a simple vista es que las disqueras musicales de gran escala —tales como Sony Music, Warner Music y Universal Music Group—han perdido cierto poder por la presencia de las redes sociales. Pero aun así no hay un artista 100% independiente nacido en los últimos diez años, al menos en Latinoamérica, que se sostenga en redes por completo y esté en las principales listas de tendencias musicales. Y es probable que al corto plazo tampoco llegue a pasar, debido a los cambios que existen en las mismas redes: mientras Facebook va perdiendo público joven y cambia las normas de publicidad, YouTube empieza a volverse en un espacio donde las grandes marcas son los principales protagonistas como fuente de ingresos y contenido relevante (según el portal SocialBlade), haciendo que el algoritmo de información que realiza las búsquedas en la web también tome en cuenta datos provenientes de Spotify, Apple Music y Google Play.
Un caso especial es el del Canal kondZilla, el cual cuenta con más de 46 millones de suscriptores y es el tercer canal a nivel mundial más reproducido en música, dedicado a publicar videoclips de nuevos artistas en Brasil. La idea es positiva para captar nuevos talentos, pero en el fondo sigue siendo una especie de disquera que solo promociona a gran escala las canciones que se relacionan al reggaetón, electropop y trap. ¿Por qué esos géneros musicales? Por ser los que tienen mayor presencia en la juventud y en los espacios públicos a los que asisten los jóvenes (discotecas, bares y tiendas).
El camino que seguirá la música es algo muy incierto, si lo vemos desde el lado de la relevancia y a escala global. Es difícil saber qué grupo puede ser el U2 o el Soda Stereo del siglo XXI. Lo que sí se sabe es que todo será vía streaming; los CD en físico ahora son un complemento, más que el principal canal para poder comunicar la música que los artistas generan. Y tanto artistas independientes como casas discográficas se irán adecuando y actualizando conforme pasa el tiempo: buscar nuevas estrategias para captar una mayor atención por parte de las masas o aprovechar la sobreoferta que hay en las redes. En esto último ya hay un indicio: millones de artistas suenan en las plataformas virtuales, pero solo alrededor del 5% son de talla global. Y todos tienen la misma melodía y ritmo repetitivo como base de su música.
COMENTARIOS