Silvana Pareja
El momento de la educación: camino al 6% del PBI
No es una demanda sectorial aislada, sino un mandato constitucional

En mayo de 2025 el Perú registró un importante crecimiento en su recaudación fiscal. Los tributos internos alcanzaron los S/ 11,937 millones, lo que representa un aumento del 16,9 % en comparación con el mismo mes del año anterior. Según el INEI, 23 de 24 departamentos lograron mejorar sus cifras, destacando Áncash, Cusco, La Libertad, Lima y Arequipa. Este escenario se explica por un mayor dinamismo económico: las empresas están vendiendo más, el consumo interno ha repuntado y la minería mantiene su rentabilidad gracias a precios internacionales favorables.
Desde el Ministerio de Economía y Finanzas este contexto ha sido recibido con optimismo. El déficit fiscal se ha reducido, la deuda pública se mantiene bajo control, la inflación continúa estable y la presión tributaria muestra señales de fortalecimiento. Todo esto constituye una oportunidad clave para avanzar en temas de inversión social sostenida, especialmente en el ámbito educativo.
La Constitución peruana, en su artículo 16, establece que el Estado debe destinar no menos del 6% del PBI a la educación. Aunque se han dado importantes esfuerzos en los últimos años, la meta aún no se ha alcanzado: el presupuesto actual representa un 4,2 % del PBI. Durante mucho tiempo, las limitaciones fiscales han sido una barrera. Pero hoy, con mejores condiciones macroeconómicas, el país está en un momento ideal para acercarse a este compromiso histórico.
Invertir en educación no es solo una decisión política, es una apuesta estratégica por el futuro del país. El desarrollo del capital humano requiere tiempo: el niño que hoy accede a servicios educativos de calidad será el profesional que contribuirá al crecimiento del Perú en las próximas décadas. Educación inicial, infraestructura escolar, formación docente, conectividad digital y acceso a tecnologías son componentes esenciales para construir ese camino.
Asimismo, es importante que este aumento de inversión venga acompañado de sistemas de seguimiento y transparencia. Herramientas como el SIES o los portales de datos abiertos del INEI permiten al ciudadano verificar cómo y dónde se están utilizando los recursos. La eficiencia y la rendición de cuentas deben ser aliadas de la inversión, no obstáculos.
Alcanzar el 6% del PBI en educación no es una meta imposible, ni una demanda sectorial aislada. Es un mandato constitucional, una visión de país y una oportunidad para consolidar el desarrollo desde sus cimientos. Cada sol invertido en educación retorna en forma de productividad, innovación y ciudadanía plena.
Este es el momento para dar un paso decisivo. Con voluntad, planificación y participación, el Perú puede transformar este ciclo económico favorable en una base sólida para su desarrollo humano. Apostar por la educación no es solo una prioridad social: es el mejor negocio para el futuro.
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