Arturo Valverde

Yo, por Sarkozy

Una respuesta a los odiadores del aprismo

Yo, por Sarkozy
Arturo Valverde
29 de noviembre del 2018

 

En los últimos días he escuchado mucho acerca de que nuestro país está camino a partirse en dos mitades, dos extremos: la derecha y la izquierda. A la derecha siempre le hemos reprochado su carácter extractivo. A la izquierda siempre le hemos reprochado su falta de interés por nuestra nación. Ambas viven de la ignorancia de la gente. Si los peruanos leyeran más no existiría izquierda ni la derecha. Sabríamos ponernos de acuerdo ante un determinado problema y salir adelante como una nación.

Al Apra siempre la han atacado ambos extremos, porque la izquierda no quiere que la gente lea, y la derecha necesita de mano de obra barata para explotarla. Los que han tomado la bandera de la lectura desde la izquierda han hecho de esto un negocio, una ONG. Búsquenlos. Ambos viven del pueblo. El Apra, cuando ha sido Gobierno, siempre ha sabido gobernar entre ambos frentes, con ambos extremos, como el punto medio entre ambos. Con la diferencia de que el APRA sí quiere que la gente lea.

En el mundo, los países en donde hubo comunismo entendieron que para progresar debían zafarse de este pensamiento único: anticapital, antiminero, antieducación, antitodo. Los apristas siempre hemos dicho que para combatir la pobreza no hay que quitarle la riqueza al que tiene, sino que debemos enseñarles a quienes no tienen a generar riqueza: su economía, su bienestar.

A propósito, el otro día un cómico decía que el Apra le pedía asilo a un Gobierno comunista. ¿Cómo? El socialismo es una cosa, el comunismo es otra cosa. Del primero siempre se ha dicho que es un ideal, donde los hombres y mujeres ganen por su capacidad, todos iguales en deberes y derechos. El otro, en cambio, llevado a la práctica, siempre ha demostrado ser una dictadura de Estado, donde unos pocos se benefician a cuenta del resto: Cuba, Venezuela y más.

El Apra, es primo hermano de la izquierda, por raíces marxistas. Con la diferencia que el Apra es, término dialécticos, la negación de la negación: “entendiendo que el aprismo es la negación de la teoría de Marx, y la teoría de Marx es la negación de lo postulado por Hegel. El aprismo es en sí una doctrina política filosófica que permite interpretar la realidad cambiante” (Ideas política. El Montonero 17-05-18). Por eso cuando yo digo “el Apra es el Apra, y punto”, no entienden, porque los odiadores del aprismo comenten un error: no han leído casi nada sobre aprismo para llamarse a sí mismos antiapristas.

La izquierda en el Perú, con Mario Vargas Llosa como tótem internacional, nos impuso a Alejandro Toledo, Ollanta Humala, Pedro Pablo Kuczynski, Susana Villarán. Pero ellos, no quieren asumir este error. Hoy tienen gente de sus filas que fungen de politólogos, Phd que se encargan de decirle a la gente cómo debe pensar, y lo hacen desde los diarios más caros del país. Están en el arte, imponiendo su pensamiento único, diciéndonos qué es y qué no es arte. Están en la prensa y la comunicación, escribiendo desde los barrios más exclusivos de Lima. Defienden a los extranjeros pero no los acogen en sus casas.

Para resumir, me gustaría copiar una parte del discurso del ex presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, del año 2007, porque en el mundo, los problemas de una sociedad, casi siempre son los mismos:

Los herederos de Mayo del 68 han degradado el nivel moral de la política. Todos esos políticos que reclaman la herencia de mayo del 68 seguramente reconocerán, que dan al prójimo lecciones que jamás se aplican a sí mismos. Quieren imponer a los demás, comportamientos, reglas y sacrificios que jamás se imponen a sí mismos. Míralos y escúchalos. Siempre proclaman: Haced lo que yo digo, no hagáis lo que yo hago. Míralos y escúchalos. Escucha a la izquierda heredera de mayo del 68. La izquierda que no ama a la nación porque no ama la igualdad. Que pretenden defender los servicios públicos pero que jamás veréis en un transporte colectivo. La izquierda que ama tanto la escuela pública que a sus hijos los lleva a colegios privados. Que dice adorar la periferia pero que se cuida mucho de vivir en ella. Esa izquierda que siempre encuentra excusas para los violentos a condición de que se queden en esos barrios a los que ella, la izquierda, no va jamás. Esa izquierda que hace grandes discursos sobre el interés general, pero que se encierra en el clientelismo y el corporativismo y el inmovilismo. ¡Esa izquierda! Que firma peticiones y manifiestos cuando se expulsa a algún “okupa” pero que no aceptaría que se instalara en su casa.

 

Arturo Valverde
29 de noviembre del 2018

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