Raúl Mendoza Cánepa
¿Y tú qué eres?
Nuestra ubicación ideológica según el test de Nolan

Nada es más peligroso en el Perú que hablar acerca de lo que crees: te expulsan, te vetan, pues asumen sin ciencia que no eres de la grey. Lo hace el progresismo y lo hacen a los lados. La gran pregunta es: ¿cuál es tu ideología? No digas que eres pragmático, porque si no sirves a Dios, sirves al diablo (si es de “utilidad”).
Hay una brújula que te ayudará, se llama el test de Nolan. Deja de lado la ubicación. Derecha e izquierda eran las posiciones en la Asamblea francesa de 1792. Los jacobinos (radicales) se sentaban a la izquierda y los girondinos (conservadores) a la derecha. Y como todo es relativo, en el Perú mercantilista, quizás ser progre es hoy ser de derecha, y liberal es ser de izquierda y hasta revolucionario.
En conceptos modernos, existen liberales, liberales conservadores, conservadores liberales, socialcristianos, progresistas, socialistas moderados, socialistas radicales y fascistas. El liberal, a secas, asume que la soberanía reside en el individuo, que el mercado debe ser desregulado y que el Estado debe reducirse. No se examinan cuestiones morales ni religiosas. El liberal conservador es individualista y cree en el Estado pequeño y el mercado libre, pero la juega por banderas morales combatiendo aquello con lo que no transige (aborto, feminismo radical, cuotas, ideología de género, cultura de la cancelación, corriente woke, globalismo…). El conservador liberal toma para sí banderas liberales en segunda línea, pero pone por delante el tema moral.
Los socialcristianos propugnan la economía social de mercado y otros temas a lo largo de las diversas encíclicas papales. El tema religioso es trascendente y espiritual, es la unidad salvífica en el sacrificio de Cristo. No es claro si mundanizar la trascendencia para tornarla en ideología terrena sea ideal; ya la teología de la liberación fue una intromisión en los asuntos del mundo, solo que con un revestimiento frágil, tanto que era fácil reconocer sus influjos marxistas. El progresista es liberal en los asuntos personales, lo es tanto que colisiona con la moral; llega a hacer activismo de ciertas “transgresiones”, por lo que no queda claro si su compromiso liberal responde a una agenda o a las banderas originales de los derechos humanos. Es intervencionista y regulador. El fascista es tan colectivista como el socialista; no es “derecha”, asume que todo, incluso tú, son del Estado. Da lo mismo Castro o Mussolini.
Los socialistas moderados no son los viejos socialdemócratas y los radicales son violentamente totalitarios. Desde Pedro Castillo no es fácil definir las fronteras a un lado. Toda la izquierda de los años ochenta, hasta la radical, supo deslindar de Sendero Luminoso. Pero esa ya es otra historia.
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