Vincent Dumortier
¡Voy a preparar popcorn!

La próxima COP y el escaso entusiasmo de India y Reino Unido
Hay una sola manera de generar riqueza (es decir bienes y servicios): Producirla, ya que la naturaleza, lejos de ser un paraíso, es el reino de la escasez.
Existen dos maneras de adquirir riqueza: el foro o el bazar. El bazar es el mercado donde trabajadores y productores intercambian libremente los bienes y los servicios. El foro es el ámbito estatal y/o político donde la adquisición se realiza mediante la coerción legal (que no necesariamente es legítima) y que permite a una multitud acceder a la riqueza fuera del ámbito de la libertad (desde el mercantilismo hasta el más execrable comunismo). Aquí el Estado es la gran ficción a través de la cual todo el mundo trata de vivir a costa de todos los demás, decía muy pertinentemente Frédéric Bastiat.
El problema en el foro es que llegando a cierto punto las ovejas se dejen esquilar a regañadientes. Y es allí cuando el miedo se convierte en la herramienta de control, –o el sentimiento de culpa concomitante-; esto es particularmente interesante para quienes tienen la esquiladora en la mano. Hay que reconocer, en este sentido, que las falacias climáticas ligadas al CO2 se vuelven una herramienta poderosa. Aunque El Comercio finja descubrirlo, el CO2 está presente en todas nuestras actividades, desde la cuña hasta el ataúd. Dicho de otra forma: con el pretexto del CO2 y mediante las patrañas climáticas, cada vez más el Estado y sus secuaces se meten más en lo que no les corresponde: nuestras vidas y propiedades.
Les invito, por ejemplo, a mirar como los zelotes de la causa climática siguen tratando de obtener cada vez más compromisos nacionales de reducción de emisiones que “representan un incremento real en el nivel de ambición comparado con las políticas actuales. Pero todas las contribuciones sometidas están lejos de ser suficientes y la diferencia entre lo que se emitirá y lo que debería emitirse será significativa”. ¡Rayos! Quedan millones de personas en el mundo que esperan salir de la pobreza, es decir tener acceso a bienes y servicios cuya producción hace inevitable emitir CO2 - y nos piden que debemos reducir dichas emisiones. ¡Crimen moral!
Pero en medio de esta mecánica que le permitirá -entre otros- a nuestro presidente Ollanta Humala dar un paseo - all Inclusive - en París y Toulouse (donde podrá compartir sus conocimientos aeroespaciales); hay granos de arena: Hemos visto como en India ha tomado la sabia decisión de darle prioridad al problema de la pobreza y del acceso a la energía. Esta buena idea se está difundiendo (sorprendentemente en mi diario favorito) por la voz de otro “disidente”.
Pero en los países del primer mundo también aparecen dichos granos. En una suerte de tradición británica frente a las formas diversas de colectivismo, el gobierno del Reino Unido anunció que recortará una subvención de £ 1bn (1,500 millones de dólares) prevista para el desarrollo de nuevas tecnologías de captura y almacenamiento de dióxido de carbono.
Esto no anuncia nada bueno para dichas “tecnologías”, ya que el bazar, rápidamente, les ha hecho recordar sus reglas a quienes pensaban tener buena vida gracias al foro. Es así que, por ejemplo, Abengoa, una empresa española especializada en captación de energía solar, o mejor dicho en captación de subvenciones estatales, se encuentra hoy al borde de la quiebra, dixit El Mundo, ¡histórica! De lo anterior rescataría una sola frase: “Sin estos apoyos sería hoy por hoy inviable cualquier proyecto renovable”.
En este clima, la COP21 será al parecer muy divertida. Es fascinante, ¡Voy a preparar popcorn!, o canchita, como se dice en el Perú.
Por: Vincent Dumortier
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