Vincent Dumortier
Abstención democrática
La opción de más de ocho millones de electores peruanos
Supongamos que un día quieren comprar una camisa azul. Van a la tienda y solo tienen camisas rojas y verdes. No sé cómo hacen ustedes, pero yo salgo de la tienda sin comprar. Sin rubor, reacciono exactamente de la misma manera cuando tratan de imponerme en una elección varios candidatos que no representan lo que quiero. Es decir, mi “no-compra” es exactamente idéntica a mi “no-elección”.
Al parecer, en el Perú somos más de ocho millones de electores que últimamente hemos procedido de esta manera. O sea, somos la principal agrupación (no) política del país. Pues bien, ¿dónde están nuestros “no-representantes”? De seguro me contestarán que en democracia solo se toman en cuenta los votos válidos para elegir a los gobernantes. A lo cual replicaré (en el sentido de La acción humana de Ludwig von Mises) que no ir a votar, o votar blanco o viciar mi voto, es una elección perfectamente válida.
Cada una de las maneras de rechazar la oferta electoral se vuelve aún más legítima si tomamos en consideración que entre nosotros el voto es obligatorio. Por ende, si quieren hablarme de democracia, considero que… ¡las abstenciones y los votos blancos/viciados/nulos deberían de estar representados en este sistema que se dice “representativo”! A muchos les parecerá paradojal este reclamo.
Y se preguntarán ¿a quiénes entonces se pondrá como representantes de estos “no-votos” (blancos, nulos y abstenciones)? La respuesta es simple: ¡a nadie! Se deberían de dejar sillas vacías en la misma proporción que la de los “no-votos”. Por lo demás: a cada silla, un voto. Cabe indicar que la adopción de decisiones legislativas (o deslegislativas) se debería de aprobar con las debidas mayorías de silla, no de congresistas electos. Además de ser más democrática y más representativa, esta propuesta conlleva un aventaja complementaria: obligaría a los políticos a acercarse mucho más a la población a fin de tratar de demostrar su utilidad y recolectar las verdaderas aspiraciones de los electores, sin obligarlos a elegir entre alternativas que no comparten.
Esta propuesta sería un elemento clave de una verdadera revisión de la ley electoral, apuntando a una mejor representatividad democrática. Ojala los demócratas hagan suya esta propuesta en sus reivindicaciones, porque una cosa es por demás segura: el congresista o su formación política que tenga el coraje de defender la presente propuesta tendrá altas probabilidades de recibir mi voto. ¡Seamos innovadores!
COMENTARIOS