Alan Salinas

¿Vivimos en tiempos modernos?

Gestando las bases de una sociedad democrática

¿Vivimos en tiempos modernos?
Alan Salinas
05 de septiembre del 2018

 

A casi tres años del bicentenario de nuestra independencia, convendría pensar el Perú —desde el pasado hasta hoy— para saber cómo está en términos políticos y sociales. En las ciencias sociales existe un debate sobre el proceso de las sociedades a través del tiempo.

Algunos autores sostienen (cuestionando al marxismo) que las sociedades no tienen procesos evolutivos, que en su seno se encuentran continuidades del pasado y cambios. Si partimos desde este punto, al cual me adhiero, podríamos sostener que el Perú tiene dentro de sí el país de cuando recién se independizó. Parece un país en el que el Estado no es más que un botín que quienes llegan al poder buscan repartirse: arrasan con todo lo que encuentren a su paso para saciar su ambición más vil, la de tener dinero mal habido.

En los primeros años de la República los militares que asumieron la presidencia no pensaron en construir Estado, legalidad y ciudadanía, sino que pensaron llenarse los bolsillos; salvo prácticas excepcionales, como la del Gobierno de Ramón Castilla (1856), con el Primer Presupuesto Público y la liberación de los esclavos negros. El resto del tiempo hemos visto el saqueo de las arcas públicas, una situación que coincide con la actualidad.

Podemos comprobar —desde la transición a la democracia— como quienes han gobernado el Perú —desde Alejandro Toledo, Susana Villarán, Ollanta Humala y Pedro Pablo Kuczynski, excepto Alan García— han sido implicados en casos de corrupción con sumas cuantiosas de dinero. Todos ellos vieron en el Estado no la oportunidad de construir grandes proyectos nacionales, sino su botín de la guerra electoral ganada.

Pero no todo está perdido. Producto del crecimiento económico sin precedentes en el país, en las últimas dos décadas y media nuestra sociedad ha incrementado su clase media. Precaria, pero clase media al fin y al cabo. El mito del progreso y la educación ha tenido asidero, aún con colegios y universidades de pésima calidad. El sociólogo Danilo Martuccelli sostiene que en este país caótico, de cambios y retrocesos, se están gestando las bases de una sociedad democrática a futuro.

El paso a seguir para ello es pensar nuestro país y reeducarlo en humanismo. El modelo productivo imperante en el sistema educativo es importante, pero el humanismo lo complementa para que no exista el llamado “cholo barato”. Y para que en reemplazo del arribismo y la argolla, el mérito sea el motor de nuestra sociedad.

Que el dinero no se superponga al hombre y la mujer. ¿De qué sirven los viajes al extranjero si el mundo no ha pasado por renovar nuestras viejas prácticas? En Europa, por ejemplo, a pesar de su crisis, producir es tan importante como reflexionar para generar espacio público. Producir es tan importante como respetar los derechos laborales. Producir es tan importante como respetar los derechos sociales obtenidos durante décadas de luchas ciudadanas. Y producir es tan importante como educar a la sociedad.

Esos son los tiempos modernos.

 

Alan Salinas
05 de septiembre del 2018

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