Jorge Varela
Vientos de terrorismo en Chile
Se originan en el sur del país

¿Sabe usted lo que es sentir terror? ¿Ha tenido alguna experiencia cercana? ¿Conoce la tragedia del terrorismo en la región? Mediante estas preguntas se propone de modo sucinto algunas reflexiones breves sobre una temática que muchos rehuyen y pocos se atreven a encarar.
Un hombre que sí se atreve es el académico e investigador José Rodríguez Elizondo, muy conocido y respetado en Perú, quien en un rasgo de humildad se autoconsidera ‘presunto analista transversal’. Su último artículo aborda hechos y situaciones violentas constitutivas de terrorismo ocurridas en nuestra América del Sur. En su análisis comienza por recordar una reunión de pauta en la revista Caretas, a inicios de los años ochenta, con el director Enrique Zileri emitiendo un dictamen preliminar sobre las acciones de un emergente Sendero Luminoso. “En Lima no lo captaban, dijo, pero aquello era terrorismo y lo puso al tope de nuestra agenda”. Contrariaba, así, al gobierno de Fernando Belaunde, para quien se trataba de actos cometidos por delincuentes serranos o “abigeos”. En el caso peruano, el presidente Belaúnde vaciló en emplear la fuerza legítima del Estado, en cuanto víctima del golpe militar de 1968. “Fue trágico el retardo en el sinceramiento con la realidad. Cuando la fuerza legítima del Estado entró a actuar contra Sendero Luminoso, lo que se produjo fue una pavorosa guerra interna, con más víctimas que las guerras internacionales del país. Un intelectual militar de la época me advirtió que, técnicamente, Sendero y el Estado habían llegado a un “empate estratégico” (“Apuntes sobre el terrorismo ecuánime”, El Líbero, 13 de junio de 2022).
Dos caras del terrorismo
Rodríguez Elizondo expone enseguida algunos casos y tópicos sobre esa interacción perversa. Sostiene que “las versiones actuales del terrorismo regional son secuela del fracasado ‘foco guerrillero’, promovido por Fidel Castro y de su correlato sesentista: la dura –a veces cruel– represión contrainsurgente de los regímenes dictatoriales amagados”.
Señala que el terrorismo “se ha aplicado de manera ‘ecuánime’ contra dictaduras y democracias y solo se homologa en su metodología… la inducción del pánico social, mediante altas dosis de violencia, para conseguir un objetivo político”. Así la definieron en la edición especial de Caretas. Sin embargo, pese a su amplitud, “tal definición dejaba en claro que el terrorismo nunca conduciría a una transición democrática” (“Apuntes sobre el terrorismo ecuánime”).
Según Carlos Marighella, autor del Minimanual del guerrillero urbano, a quien cita, “el terrorismo es un arma que el revolucionario no puede abandonar… para lo cual es esencial la importancia de los fuegos y la construcción de bombas incendiarias”.
Rodríguez Elizondo hace un recorrido sintético por hechos de terrorismo ocurridos en Bolivia, Brasil, Argentina, Perú, Venezuela, Colombia, y Chile, en los cuales aparecen caudillos, dictadores y movimientos de extrema izquierda y extrema derecha. Entre los primeros: Ernesto ‘Che’ Guevara, Teodoro Petkoff; entre los segundos: Arthur da Costa e Silva, Juan Carlos Onganía, Jorge Rafael Videla. Como en todo recuento, faltan varios sátrapas y muchos guerrilleros, además de movimientos radicales anarquistas. Él lo precisa: se trata de una “sinopsis” que “muestra un terrorismo regional transversalísimo. De derechas, izquierdas, rural, citadino (urbano), civil, militar, del sector público (del Estado), del sector privado, de admiradores de Hitler y nostálgicos de Stalin”.
Terrorismo en la Araucanía
¿Existe terrorismo en Chile? Si usted pregunta y escucha la respuesta de las autoridades encargadas de la seguridad pública, le dirán inmediatamente que no y quedará fichado cómo si fuera un opositor fascista, contrario al cambio y al socialismo igualitario.
Si le hace la misma pregunta a algunos intelectuales de izquierda le responderán en los mismos términos. ¿La Coordinadora Arauco-Malleco (CAM) es una organización terrorista?: “Terrorista, no”, ha contestado Jorge Pinto, Premio Nacional de Historia. Sobre Héctor Llaitul, máximo dirigente de esta organización mapuche, ha dado a luz otra singular ‘perlita’: “no considero que sea terrorista, porque en realidad sus acciones se focalizan en bienes materiales y no creo que en otras regiones del país se sienta el impacto de actos terroristas, como los que ocurrieron en EEUU o en otros países latinoamericanos”. (portal Ex-Ante, 14 de junio de 2022)
¿Qué es, entonces, lo que ocurre en los territorios de la Araucanía? ¿Un festival de purrunes (danzas) al ritmo de kultrunes y trutrucas? o ¿una tormenta de malones (ataques y saqueos inesperados, repentinos, por sorpresa, contra ‘el enemigo’)? Es decir, el antecedente histórico de la guerrilla rural contemporánea.
En un encuentro secreto en una población situada al oriente de Santiago, Héctor Llaitul se ha encargado de precisar su posición. Dijo haber sentido rabia ante la decisión del gobierno de Boric de decretar un nuevo estado de emergencia, el pasado 17 de mayo. Este aspirante a libertador mapuche expresó que la preparación de la CAM era distinta a la del año pasado y desafió a que fueran por ellos. Hacia el final de su intervención dijo no entender la ‘alharaca’ (exageración) generada por su llamado a tomar las armas, ya que llevaban más 20 años actuando por esa vía. (10 de junio de 2022)
Llaitul no está solo en su trinchera, Víctor Queipul, lonko de la comunidad Temucuicui, ha dicho: “yo también llamo a un levantamiento del pueblo mapuche, a defendernos de cualquier manera, porque estamos reclamando derechos”. (La Tercera, 18 de marzo de 2022)
Cuando el Estado de Derecho no se defiende
Resulta increíble y absolutamente insólito que el gobierno no se atreva a enfrentar por la vía judicial a personajes que incitan públicamente a la violencia y que a éstos y sus huestes no les pase nada.
En su artículo Rodríguez Elizondo se refiere a un terrorismo puro y duro y califica de ‘razones riesgosas de los demócratas’ la. circunstancia que estos soslayen los efectos dañinos para la integridad y existencia del cuerpo social. En el caso peruano se debió a que el Presidente Belaunde Terry vaciló en emplear la fuerza legítima del Estado. “En Chile, (ello ocurre) porque muchos de quienes apoyaron al Presidente Boric arrastran una fuerte carga ideológica, con resabios del castrismo y del anarquismo, que los hace antagónicos con policías y militares”. Son quienes denominan ‘presos políticos’ a delincuentes procesados por la justicia e identifican el empleo legítimo de la fuerza del Estado como ‘criminalización’ de las acciones de violencia y de protesta vandálicas. Son los mismos que hablan de violencia rural, en vez de terrorismo desatado.
Con razón Jorge Schaulsohn ha escrito: “En la Araucanía existen guerrillas con entrenamiento y armamento militar”. “Nos negamos a aceptar que en el sur de Chile tenemos una guerrilla, una resistencia armada mapuche capaz de causar muertes y destrucción con total impunidad. Porque ningún gobierno está dispuesto a pagar el costo de enfrentar a los grupos armados. La violencia en la Macrozona Sur no terminará en un futuro predecible por la sencilla razón de que a los grupos radicales mapuches les está yendo bien, van ganando la ‘guerra', abriéndose camino, recuperando tierras, ganando reconocimiento y legitimidad. Si hasta han escrito parte importante de la nueva constitución, estableciendo una justicia paralela, la expropiación de las tierras ancestrales en manos de dueños no mapuches, representación en todos los organismos públicos, derecho de veto en temas ambientales, cupos reservados en el congreso”.
“No hay en el mundo ninguna guerrilla exitosa que deponga las armas”.(artículo “Por qué los grupos violentistas mapuches están ganando y no van a deponer las armas”, Ex-Ante, 20 de mayo de 2022).
COMENTARIOS