Raúl Mendoza Cánepa
¿Viciar el voto?
Con dos tercios de votos viciados se anulan las elecciones

Hay quien sugiere que lo mejor es viciar el voto. Y es probable que demasiados lo hagan por lo poco atractiva que resulta una elección apenas congresal, tan anodina, que sirve para completar lo poco que quedaba del Congreso. Otro argumento es que los partidos no están preparados, y lo tercero es que según Ipsos (diciembre de 2019), el 34% de peruanos votarán en blanco o a anulará su voto el 26 de enero, sin contar con los indecisos; lo sugerente sería para algunos sumarse a un voto de protesta. La Constitución establece que si la suma de votos nulos y blancos supera los dos tercios (66%) del número de votos emitidos, las elecciones son nulas y se convoca a nueva elección. Pero si lo pensamos ¿para qué votar viciado? ¿Unos meses más cambiarán el panorama?
Votar viciado solo colaboraría a la incertidumbre, como colaboran algunas propuestas extremas que deberían diluirse. La idea no es transformar al Perú en año y medio desde el Congreso, sino poner a los nuevos políticos en vista y completar lo pendiente. Quizás sea un escenario para que la gente mida a los partidos en la previa al 2021. Más aún, se podría delinear un esquema de doctrinas. No sabemos si hay una derecha, tampoco si hay un partido liberal genuino o un centro social demócrata que represente la visión más moderna de la política desde esa línea.
Los “nuevos” no deben ignorar que el debate debe enfatizar la reforma económica, que es lo que a la gente le importa; esto es, leyes que promuevan la inversión-empleo y destraben lo que haya que destrabar. A la gente no le interesa el sexo de los ángeles, sino qué va a comer mañana, si la nueva legislación abaratará los costos para hacer negocios o si la corrupción será reducida, pese a su arraigo y su remoto origen.
Por otro lado, viciar el voto impediría descubrir cuál es el rumbo ideológico naranja o morado, por ejemplo. ¿Será un escenario de dialéctica alturada entre las ideas de la derecha popular y las del republicanismo “liberal o de centro”? ¿Y Acción Popular? ¿Podremos ver en el terreno si las nuevas generaciones acciopopulistas conocen la herencia doctrinaria de Fernando Belaunde?
Me hubiera gustado saber más de los nombres que veo en las listas favoritas de ganar. Viciar el voto nos quitaría la oportunidad de conocerlos precisamente. No sabríamos que en AP hay gente joven con ganas de trabajar, entre varios Gustavo Massa Belaunde, de quien conozco una inquietud social desinteresada que trasciende a la política.
Otros cuadros que ya quisiéramos en la cancha son Carlo Magno Salcedo, del Partido Morado, que ha logrado definir el republicanismo como una doctrina que implica superar los lastres de la vida colonial que aún nos rige con sus vetas mercantilistas, patrimonialistas, elitistas. En esa línea, desde la lucha anticorrupción corre a su lado Carolina Lizárraga. Desde luego, difícil dejar de lado el conocimiento constitucional del expresidente del Tribunal Constitucional, Carlos Mesía Ramírez, que va con Fuerza Popular y que es una garantía de técnica y hermenéutica en defensa de la Constitución. Sé de las propuestas normativas sobre criminalidad organizada de Miguel Ferreyra, de Alianza por el Progreso.
Por ahora esos, al parecer, son los partidos que lideran las encuestas y por estudio u oportunidad de deliberación una opción en cada propuesta partidaria. Hay más cuadros pendientes de mencionar desde luego. Se ignoran también los avances que en los próximos días podrían lograr los otros partidos en ruta al 26 de enero para sumarlos a este examen.
La discutible exclusión de muchos candidatos valiosos que varios teníamos en mira no pone en duda sino los criterios usados por el JNE, que deberían ser revisados. ¿Dónde queda la razonabilidad, la proporcionalidad y la pertinencia de los hechos observados con relación al objeto del Derecho Electoral? Viciar el voto, pese a todo, no es la mejor de las sugerencias.
COMENTARIOS