Daniel Córdova

Universidades con fines de lucro

Universidades con fines de lucro
Daniel Córdova
03 de febrero del 2016

A propósito de un negocio que da “plata como cancha”

La historia del plagio de Acuña no hubiese salido a la luz si es que no se le ocurría presentarse a la Presidencia de la República. Seguiría ostentando orondo el grado académico de doctor y podría continuar de Gobernador de La Libertad, manteniéndose como máxima autoridad de la Universidad César Vallejo y anexos. Lamentablemente para él, decidió jugar en las ligas mayores, osadía que le está costando muy caro.

El asunto ha puesto sobre el tapete el tema de la conveniencia de permitir la enseñanza universitaria con fines de lucro. Y es que si nos ceñimos a la lógica del mercado y de la maximización del beneficio financiero, los títulos se estarían vendiendo al mejor postor ¿Es esto así? ¿O prima la perspectiva de largo plazo que induce a las empresas-universidad a no “vender” títulos con la finalidad de ganar reputación y poder vender a la larga educación a mejor precio? Lamentablemente, creo que en el Perú prima lo primero.

Conozco universidades con fines de lucro que empezaron a hacer las cosas bien gracias a la mística de los fundadores y a la necesidad de ganarse un lugar de prestigio en el mercado. Poco a poco sin embargo, el éxito empresarial y el crecimiento han hecho que la mística desaparezca y todas las batería se concentren en el negocio educativo, descartando de plano los presupuestos para investigación y todo aquello que no genere dinero en el corto plazo.

Hay incluso trasnacionales de la educación que han introducido la sumisión de lo académico a lo administrativo – financiero. Universidades en donde por ejemplo, las autoridades académicas no son bonificadas por la calidad de sus docentes si no en función del cumplimiento de la meta de alumnos matriculados. Es decir en función de su contribución a los ingresos, en el marco de un negocio que puede rendir 50% de rentabilidad operativa.

El caso de la Universidad sin fines de lucro es distinto. Ahí, al margen de situaciones de fraude como la del Rector y su familia que ganaban millones, en principio la búsqueda de la rentabilidad es secundaria. No obstante, la ausencia de competencia y por ende de incentivos meritocráticos puede generar entre los profesores cotos rentistas y, a la larga, caída en la calidad de la enseñanza. Y es que en las Universidades sin fines de lucro, la pequeña política suele generar pugnas de poder. Y en la práctica es imposible hacer de lado a profesores nombrados por más ineficientes o malos docentes que sean.

¿Cuál es entonces la fórmula para evitar la anemia institucional sin caer en el negocio de la compra y venta de títulos al mejor postor? Sin duda (escandalícense amigos libertarios) la regulación de un “árbitro”, las acreditaciones, la supervisión de las tesis contra los plagios, la exigencia de una mínima producción científica – intelectual, etc. Para otorgar títulos a nombre de la Nación es menester exigir rendimientos mínimos sobre la base de medidas estandarizadas. Pero, paralelamente, resultaría útil abrir la posibilidad de separar docentes por bajo rendimiento, incluir incentivos económicos al rendimiento académico y establecer rankings oficiales para hacer competir por calidad a las Universidades.

La nueva Ley Universitaria ha sido un paso hacia un sistema de regulación que debería resultar en una reforma que ayude a impedir la proliferación de universidades negocio de baja calidad, evitando a su vez los cotos de poder y la anemia académica en las universidades públicas y privadas sin fines de lucro.

 

Por: Daniel Córdova

 
Daniel Córdova
03 de febrero del 2016

COMENTARIOS