Giovanna Priale

Una Semana Santa para ayudar a nuestros hermanos

Una Semana Santa para ayudar a nuestros hermanos
Giovanna Priale
14 de abril del 2017

La mayoría de damnificados no cuenta con seguros ni pensiones

Muchos adolescentes, jóvenes y adultos están utilizando estos días de Semana Santa para seguir apoyando a los damnificados por los huaicos y lluvias ocasionadas por El Niño Costero. Esto realmente ¡vale un Perú!

Cuando recorres las zonas afectadas te encuentras con la pobreza en sus dimensiones más profundas, porque son hermanos que han perdido todo: la casa en la que vivían y sus muebles, los colegios y postas a los que iban para atenderse hoy han desaparecido o no pueden usarse. El Fenómeno de El Niño Costero nos recordó de un golpe que el grueso de la población —que según los indicadores económicos podría calificarse como “no pobre” o “no pobre extremo”— se encuentra en tal situación de vulnerabilidad que apenas tiene una casa fabricada con material precario, en una zona totalmente riesgosa, y que no cuenta con ningún tipo de seguro para proteger ni su patrimonio ni su flujo de ingresos.

Y entonces, ¿cuánta responsabilidad tiene un Estado (central, regional y local) para permitir (al no prohibirla) la autoconstrucción en zonas no apropiadas? ¿Por no tener acceso a un crédito en el sistema financiero (a pesar del enorme esfuerzo del Fondo Mi Vivienda)? ¿Por no ser sujeto de crédito debido a que se encuentra prácticamente sobreendeudado?

Y es que dada la poca capacidad de generación de puestos de trabajo adecuados en el sector formal, la gran mayoría de damnificados no cuenta con acceso a cobertura de seguro de desempleo, salud ni pensiones. Son trabajadores informales o formales de muy baja productividad, que debido a su alta vulnerabilidad han pasado a la condición de pobreza y requieren de una atención oportuna y eficaz.

El apoyo del sector privado para la construcción de las casas requiere de un plan de apoyo financiero por parte del Estado para cada una de las familias. Un apoyo que les permita, luego de este periodo de empleo temporal y acceso a salud gratuito, ser capaces de continuar con su vida en mucho mejores condiciones.

Pero hace falta reconocer que el gobierno pasado (sin justificar por supuesto ningún acto de corrupción) sí había tomado algunas medidas para contrarrestar el Fenómeno de El Niño. Los aviones que hoy utilizamos para los puentes aéreos de alimentos, los puentes  Bailey que se vienen colocando en las zonas en las que se han caído los originales y la geomalla de contención en Chosica —que redujo, al menos en forma parcial, la violencia del impacto de los huaicos— fueron adquiridos en nuestro gobierno pasado. Y reconocerlo de manera pública es más que bueno, porque como ciudadanos sentimos que los impuestos que pagamos sirven para algo y que estamos avanzado.

Hay miles de servidores públicos que dedican su vida a servir al pueblo, miles de ciudadanos que eligen trabajar por un Perú mejor. Hoy quiero decirles a todos los que me leen que sí estamos avanzando, aunque de manera insuficiente (como dije en mi columna “¡No hay justificación!”), y que hoy nos toca solo reconstruir siguiendo las recomendaciones de los mapas de riesgo. Y nos corresponde exigir que la política pública sea efectiva para que cada hogar damnificado cuente con acceso a una casa construida sin riesgos de destrucción, con acceso a crédito hipotecario (a tasas razonables) y a un seguro (no solo de muerte, sino también catastrófico), como lo tienen hoy Chile y Colombia. Vamos rumbo a la OECD y eso supone actuar de manera responsable, porque las oportunidades deben ser iguales para todos.

 

Giovanna Prialé Reyes

Giovanna Priale
14 de abril del 2017

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