Martin Santivañez

Una candidatura líquida

Una candidatura líquida
Martin Santivañez
06 de mayo del 2016

El frente anti keiko carece de principios políticos sólidos

La candidatura líquida del frente anti Keiko, por su carácter relativista, es capaz de aglutinar movimientos distintos e incluso antagónicos. Este frente líquido no defiende valores sólidos, porque es capaz de juntar bajo la bandera del odio ideas por fuerza excluyentes, y las ideas excluyentes solo se pueden unir cuando quienes las sustentan no están dispuestos a hacer cuestión de Estado por ninguna de ellas. Lo móvil, lo relativo, lo que importa poco en el fondo, es pospuesto en función a un objetivo concreto: la conquista del poder. La candidatura líquida del frente anti Keiko tiene, por tanto, un solo leitmotiv: salvo el poder, todo es ilusión.

Solo una candidatura relativista es capaz de convocar a tirios y troyanos. El odio se transforma así en el gran denominador común. Sin embargo, como nos enseña la historia, la división es el único resultado posible cuando la política se funda en el odio. Así, el candidato del relativismo puede convocar a muchos, pero al carecer de principios sólidos en todo lo que es esencial (vida humana, matrimonio, familia), forja alianzas condenadas al fracaso. El que es capaz de pactar en lo esencial, termina destrozándose por lo secundario.

Sí, una política relativista genera división y desorden. Una política relativista puede ser funcional en una elección, pero es peligrosísima en el gobierno del día a día. La molicie del relativismo, la anestesia del “todos tienen la razón” termina imponiendo una agenda secundaria que impide tener un proyecto nacional. Además, como todo vale lo mismo, las prioridades se diluyen y surgen las agendas personales, las ambiciones espurias, el ansia de figuración. La política relativista situaciones como la reciente de Acuña y PPK fundiéndose en un abrazo: el plagio dándole la mano al lobby.

Puede existir alguna duda legítima sobre la eficacia de las candidaturas líquidas, pero no existe ningún atisbo de incertidumbre sobre su desempeño en el gobierno. Lo líquido termina diluyéndose ante la realidad. La realidad tiene sus propias exigencias sólidas; y en un país como el Perú, un país de contrastes reales y problemas efectivos, lo líquido gobierna mal y a destiempo. Peor aún si todo se complica con un liderazgo ausente, que delega lo más importante a un grupo de coroneles con ansias de mariscales. El affaire Heresi, en medio de un gobierno de regeneración nacional, no solo perjudicaría a su partido, partiría al país en dos.

El Perú necesita un gobierno sólido, un gobierno fuerte y que se sacrifique;un Estado eficiente y compasivo, capaz de llegar a todos los rincones de nuestra geografía de manera real. Los frutos del árbol relativista (la libertad irresponsable y la ausencia de sacrificio) provocarán lo que el maestro Jaime Mayor Oreja ha llamado “la socialización de la nada”. Y socializando la nada, todos lo sabemos, ningún gobierno puede triunfar.


Martín Santiváñez Vivanco

Fotografía: Roberto Cáceres

Martin Santivañez
06 de mayo del 2016

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