Jorge Varela
Un gran error político
Acoger la inexperiencia y soportar agravios

“Los Salieri de Charly”, un tema perteneciente al conocido cantautor argentino León Gieco, se convirtió en himno-emblema de los partidarios de Gabriel Boric durante el curso de las elecciones presidenciales de 2021. Gieco compuso este canto crítico de combate contra el neoliberalismo y ‘menemismo’ en los albores de los noventa.
A punto de cumplirse el primer bienio de una experiencia de gobierno a la fecha desastrosa, miles de seguidores de Boric no solo han dejado de cantar dicho tema y de gritar aquella consigna de campaña: “Vota Gabriel, vota Gabriel y que los milicos se vuelvan al cuartel”, con esa fuerza juvenil entusiasta y arrogante que les encumbró a un sitial que nunca debieron ocupar, (habitar, le dicen).
Hoy ya no se escuchan las seductoras notas musicales de ‘los Salieri’ y su letra convocante se ha vuelto contra esos fanáticos de ayer. Después de la grave crisis de seguridad interior, del escándalo de los Convenios y de la insuficiente idoneidad gobernante, sería una obscenidad mayúscula que siguieran cantando con desparpajo los siguientes versos devenidos en frustración:
Queremos ya un presidente joven
que ame la vida, que enfrente la muerte
La tuya, la mía, de un perro, de un gato,
de un árbol, de toda la gente”
“Dicen la juventud no tiene para gobernar
experiencia suficiente
Menos mal, que nunca la tenga
experiencia de robar
Menos mal, que nunca la tenga
experiencia de mentir.
Inexpertos y arrogantes
Menos mal que no tenían experiencia, menos mal. Imagine, en cualquier país, una situación donde quienes gobiernan conforman un equipo de arrogantes con experiencia, conocedores por años de los vericuetos y facultades del poder, que saben mentir y utilizar antecedentes, datos e informes de sus contradictores, que no titubean en la consecución de objetivos ocultos; que se dan audaces volteretas al momento de accionar y no vacilan ante las debilidades de sus opositores.
El público descontento está pifiando
En un cuadro como el descrito no solo hay actores principales, secundarios y extras, también hay asistentes (ciudadanos testigos) fieles que simpatizan con el gobernante y su elenco y les aplauden enfervorizados y otros que son críticos de la obra puesta en escena y de la pésima actuación de los protagonistas. Esta realidad se torna inmanejable debido a la calidad deficiente del libreto y a una mala dirección. Pero cuando las pifias son cada vez más crecientes y la audiencia comienza a decaer, el director o productor de la compañía suele introducir cambios en el plantel, reforzándolo mediante figuras del entorno cercano que podrían darle un aire renovado y fresco, con la finalidad de llenar las aposentadurías, recuperar aplausos y mejorar la recaudación (borderó).
Es así como en un intento por retener a un público que de dócil se convirtió en hostil, varios personajes del denominado socialismo democrático, algunos de los cuales debieron soportar el estigma demoledor de sus actuales compañeros de aventura y escenario, fueron convocados de urgencia para reemplazar precisamente a quienes los discriminaron y agraviaron sin compasión.
Un partido que carece de guión propio
¡Qué pena! ¡Qué lamentable es la tarea asumida por el Partido Socialista!, determinado a repetir un mal guión escrito por otros y evitar al mismo tiempo que el anfiteatro central que funciona en aquel recinto de palacio donde se programan y exhiben dramas y pesadillas correspondientes a una cartelera de terror, obras de miedo no convencional, quede vacío y sea abandonado definitivamente por la ciudadanía descontenta.
Este ha sido uno de los tantos errores estratégicos cometidos por connotados dirigentes socialistas a lo largo de una tormentosa historia partidista, quizás el más grave y lesivo para su futuro colectivo. Todo consistió en no advertir que los partidos del Frente Amplio nacieron para arrasar con la izquierda que representaba su exlíder Ricardo Lagos.
Es posible que en unos años más otros dirigentes analicen con mirada crítica esta decisión errónea de acoger a una generación de jóvenes extraviados que corren como pollos sin cabeza, haciendo escandalera por todo el corral político después de insultar a padres, tíos y abuelos, para regresar raudos e insolentes a casa de sus viejos ofendidos.
¿Quién podría explicar el rol, entre dramático y cómico, del viejo Partido Socialista?: ¿Carolina Tohá o Paulina Vodanovic?, ¿Álvaro Elizalde o José Miguel Insulza?, ¿Camilo Escalona o Juan Luis Castro?, ¿Alfonso de Urresti o Fidel Espinoza? ¿Podrá el Partido Socialista (PS) reforzar y encauzar el proyecto político socialdemócrata (SD) en Chile, pensando no solo en su futuro político?
Un boceto estratégico diferente
Un personaje que ha dibujado un boceto estratégico que podría servirles a estos jerarcas perdidos para justificar su despiste es el propuesto por Chantal Mouffe, coautora del ensayo “Hegemonía y estrategia socialista” junto a Ernesto Laclau. Ella ha dicho que: “estamos ante una nueva izquierda que rompe tanto con el reformismo socialdemócrata como con la estrategia revolucionaria bolchevique, la estrategia de guerrilla en el caso de América Latina”. Eran, agrega, los dos modos en los que se pensaba la izquierda. Hoy existe una tercera estrategia: el “reformismo radical”. (entrevista, “La Tercera”, 25 de junio de 2023)
La característica diferente de lo que llama ‘reformismo radical’ es que “ahora hay que envolverse con las instituciones. No para romper con ellas, sino para transformarlas profundamente”. Un politólogo francés, André Gorz-, señalaba: “hay que hacer reformas, no ser reformistas”.
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