Arturo Valverde

Un golpe silencioso

El debate planteado por Alan García

Un golpe silencioso
Arturo Valverde
08 de noviembre del 2018

 

Con tres tuits, Alan García ha llevado a toda la clase política y gran parte de la prensa del país a debatir sobre lo que consideramos que es un golpe de Estado. Es cierto, los tanques y el ejército no han tomado los principales medios de comunicación, ni asaltado los locales de los partidos políticos con mayor representatividad nacional. Es que un golpe de Estado, como tal, puede cambiar de técnicas, pero al final está allí.

Tras los resultados de las elecciones de 1962, que declararon como ganador a Haya de la Torre, el candidato Fernando Belaunde Terry llamó a una junta militar desde la ciudad de Arequipa. ¿Golpe de Estado? En 1968, Juan Velasco Alvarado no apresó ni mató a los apristas, como sucedió en los casos de Sánchez Cerro y Odría, como los personajes más recordados. ¿Golpe de Estado? En 1992, Alberto Fujimori, durante su ejercicio de la presidencia de la República, llevó a cabo un “autogolpe”. ¿Golpe de Estado?

En cualquier caso, los medios de comunicación siempre han sido gravitantes para los golpistas, que han intentado hacerse del favor de la opinión pública a través de la prensa. ¿Cuál ha sido la goma? Sin duda, la publicidad estatal, que ha unido al Gobierno y la prensa, en una campaña por la tan vejada “libertad de información”. Se gasta más en publicidad, cuando podría orientarse dicho gasto hacia la reducción de la anemia infantil u otros temas de justicia social, como la tarifa eléctrica en los hogares.

Repetir en cada medio de comunicación, en tono amenazante, “si haces lo que yo quiero, todo irá bien y no cerraré el Congreso; pero si te portas mal y no haces lo que quiero, cierro el parlamento” son mensajes que rayan en el autoritarismo. “El problema en el Perú es que no hay entendimiento político, porque no hay educación política. Es un problema de ignorancia, es un problema de capacidad y de preparación”, decía con gran acierto Haya de la Torre.

Mientras tanto, el Ministerio Público se ha convertido en un arma política contra los opositores. No te puedo deportar ni enviar a la isla San Lorenzo, pero sí puedo meterte preso por el tiempo de mi conveniencia. Se ataca al actual fiscal de la Nación, Pedro Chávarry, porque no les gusta y quieren poner otro afín a sus propósitos, bajo el pretexto de la lucha contra la corrupción.

Se habla, incluso, de investigar al representante de la Iglesia Católica en el país, en un aparente afán por eliminar a todo aquél con capacidad de influencia. Todos sabemos que desde el púlpito de la iglesia del barrio puede moverse el alma y las conciencias de un país mayoritariamente católico. Los golpistas, lo saben.

Pareciera como si estuviéramos ante distintos juegos en distintos escenarios, pero al final todo es lo mismo. Se levanta la voz para catalogar al parlamento de obstruccionista y derrochador, se impone un referéndum antes que el debate político, reduciendo la democracia a un sí o no en un papel. Quienes están al frente de las grandes decisiones no tienen partido, ni grupo parlamentario. Tienen el poder de turno, como lo ostentaron otros y fueron juzgados por la historia en su momento. El problema es que, cuando todos se den cuenta, puede ser muy tarde.

Sin duda, Alan García ha puesto un tema relevante para el debate político: el golpe invisible. Acertó al anticipar la “reelección conyugal” de los Humala Heredia. Y por las condiciones políticas que se vienen reuniendo en el país, ha acertado de nuevo.

 

Arturo Valverde
08 de noviembre del 2018

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