Jorge Varela
Un discurso sin corbata y sin corte mohicano
Se divisa una nube de incertidumbre y nuevos temores

¿Con corbata o sin corbata? ¿Con sombrero o sin sombrero? ¿Con liquiliqui o sin liquiliqui? ¿Con guayabera o sin guayabera? Como es constatable,algunos políticos que despiden un fuerte olor a populismo han reducido la actividad pública al uso o no uso de ciertas prendas o indumentarias. En el afán de aferrarse a una determinada identidad es posible hallar todo tipo de expresiones relacionadas con el origen, pertenencia étnica-socio-cultural, diversidad sexual, condición somática-psíquica o mero comportamiento subjetivo de las personas y particularmente de quienes detentan los privilegios del poder. Pero también es posible verificar situaciones de índole imaginario-fantasiosas que rozan con el fraude, el cinismo o el ridículo.
El tema no es irrelevante
Desde este enfoque, y cubierto por un manto bien hilvanado de subterfugios y símbolos, el discurso de asunción del presidente Gabriel Boric se ha dirigido preferentemente a los sin corbata, a las mujeres y a quienes carecen de ingresos para adquirir un kilo de pan o una prenda que, según el nuevo gobernante, es inútil. Una prenda de la cual (según ha expresado) se puede prescindir. Boric les ha hablado a los devotos de su galería como si fuera Juan Domingo Perón hablándoles a sus descamisados o Fidel Castro arengando a sus milicianos.
Un discurso inundado de sentimientos
Calificado de pieza oratoria o de discurso mediocre, ha habido pocas opiniones tibias sobre el mismo. El rector Carlos Peña ha expuesto que se trata de un discurso “inundado de sentimientos”, pero “ausente de ideas siquiera generales” de esas que guían a un gobierno y permiten a los ciudadanos evaluarlo” (“Lo que el Presidente ve”, El Mercurio, 13 de marzo de 2022).
El manejo de las emociones es un recurso antiguo del que la historia humana está repleta de capítulos, de modo que no debiera sorprender si (entre suspiro y suspiro) un orador incipiente para mantener la coherencia de su relato y no caer en contradicción, lo utilice a placer, buscando la oxigenación necesaria que le permita reconectar su fatigada red neuronal.
En este caso singular lo que interesa pues no es la corbata faltante, lo importante es el contenido de un primer discurso presidencial orientado básicamente a entusiasmar a su propia galería, ese conglomerado de colectivos (movimientos sociales) e individualidades que se sienten discriminados y no han accedido al reparto.
Si se piensa en los escollos que deberá superar, se comprende su esfuerzo por acariciarles y agradecerles su devoción y fidelidad. También se entiende su fijación por el expresidente Allende y su tentación irresistible de convertirse en un clon de dicho personaje, una obsesión que podría resultarle fatal. Cómo podría explicar el tono lírico de sus declaraciones: “seré un Presidente de todos los chilenos y chilenas”, “en Chile no sobra nadie”, “tenemos que volver a encontrarnos”, mientras la sombra de quien se llamaba Salvador lo persiga cada vez que camine por los pasillos de La Moneda y le recuerde las consecuencias dramáticas del gobierno de la fenecida Unidad Popular (aunque sea mediante la lectura, ya que no había nacido).
La retórica, las expectativas y la cruda ¨real-realidad¨
Las evidencias muestran que la retórica lo puede casi todo: desde disfrazar omisiones, justificar falencias, argumentar al modo de los sofistas, adornar ideas nefastas, encender esperanzas, prometer paz, proclamar y cantar poemas de amor, mentir sin mentir, hasta simular racionalidad; pero difícilmente logrará engañar a los espíritus libres, pensantes, sensatos y sin ataduras.
Existe un clima alborotado, muy bien descrito por Carlos Ruiz (mentor de Boric) como “una situación de fractura social y política”. (entrevista, El Mercurio, 12 de marzo de 2022) En consecuencia, lo que Boric debiera tener claro es que aquí hay dos bandos y que su principal tarea es terminar con la división, pues no tendrá éxito una postura onírica que solo persiga despertar instintos, recelos o resentimientos subyacentes.
El resto es poesía, esa que tanto le gusta.
Es que entre tantas expectativas generadas a partir de situaciones concretas de exclusión e injusticia y los afanes por ponerles término se interpone la cruda ‘real-realidad’ y lo que se divisa en estos momentos es una nube de incertidumbre y nuevos temores. Como ha sido escrito: existe la sensación de que estamos emprendiendo “un rumbo incierto” (carta del sociólogo José Joaquín Brunner, La Tercera, 13 de marzo de 2022).
COMENTARIOS