Neptalí Carpio

Tres facetas de la informalidad urbana

La problemática del emporio comercial Gamarra

Tres facetas de la informalidad urbana
Neptalí Carpio
21 de marzo del 2019

 

La iniciativa de la Municipalidad de La Victoria para ordenar el emporio comercial de Gamarra ha vuelto a poner en debate qué tipo de estrategias se deben seguir para enfrentar el problema de la informalidad, referida al comercio y otras actividades económicas. Se trata de un problema de antigua data, porque en la capital hay zonas económicas donde este problema existe desde hace casi más de medio siglo, sin una solución integral.

La realidad, las experiencias exitosas y tantos procesos frustrados por resolver el problema nos llevan a la conclusión de que el tratamiento de la informalidad es multidimensional; es decir, implica actuar en varios ámbitos. Si falla una dimensión, falla todo el proceso. Se requiere una intervención legal, bajando los costos y los tiempos en los trámites para que los comerciantes accedan a un negocio formal. No se puede resolver si no se crea una estructura productiva lo suficientemente diversificada para absorber la mano de obra. Solo este año 2019 ha dado lugar a que 420,000 personas no tengan oportunidades de empleo formal.

Se necesita revertir una acendrada cultura en amplios sectores por ocupar la vía pública como negocio fácil y no pagar ninguna obligación al Estado, pero también la falta de capacidades educativas técnicas para obtener un empleo o inventarse otro. Más recientemente, al perpetuarse este problema en diversas partes de Lima, la actividad ilícita, las mafias, grupos especuladores y empresas que fomentan el dumping y otras maneras de maximizar ganancias, utilizan al comerciante informal, lo cual ha hecho más complejo su tratamiento.

No solo eso, cualquier estrategia de solución de la informalidad, en el comercio o la industria, está destinada al fracaso si no distingue entre los diferentes tipos de grupos informales, separando a cada uno de ellos por sus propias características. Aunque, a decir verdad, tienen vínculos entre sí y hasta con la propia formalidad y el Estado. No es casual que, recientemente, la Municipalidad de La Victoria se haya sorprendido con el hecho de que entre el 60% y 70% de informales de la zona de Gamarra salían de las mismas tiendas o talleres, supuestamente formales. Y eso explica por qué el 65% de ambulantes son vendedores de ropa y otros productos de bazar.

En lo fundamental se pueden distinguir tres tipos de comerciantes informales. En primer lugar están los que se dedican al comercio informal de subsistencia o de inicio de un emprendimiento. Se trata de un sector conformado por personas que deciden emprender este tipo de negocios como recurso de supervivencia o como punto de partida para una capitalización que les permita, luego de un tiempo, instalar un pequeño emprendimiento formal. Es un segmento de comerciantes inmersos en la pobreza, con problemas de salud, de desempleo y en condiciones familiares precarias. No poseen ingresos representativos y, en algunos casos, son utilizados por grupos intermediarios o mafias posesionadas en las calles, debido a su bajo nivel educativo, pocas habilidades y competencias para acceder al empleo formal.

Un segundo tipo lo representa el comercio informal de rentabilidad y de lucro sobre el uso de la vía pública. Es un sector de comerciantes que prácticamente ha perpetuado su actividad por más de diez años, logrando ingresos importantes al utilizar la vía pública y maximizando sus ganancias, en vista que no pagan impuestos ni tributos, y menos hacen uso de boletas de ventas o facturas. Son comerciantes renuentes a la formalización definitiva o a participar de un plan regulador. Han hecho de la actividad formal una forma permanente de ingresos propios y hasta un proyecto de vida. En muchos casos combinan la actividad del comercio informal con establecimientos que son formales, en locales propios o alquilados. En otros casos, utilizan a varios familiares para beneficiarse de la actividad informal, teniendo bajo su influencia varios puntos de venta informal.

Un tercer tipo es el comercio informal ligado a las actividades ilícitas y mafias. Es un sector minoritario, pero en peligrosa expansión y que, al tener lazos comunicantes con las mafias y sectores ligados a la actividad ilícita, tienen un accionar determinante sobre el uso de la vía pública, y en actitud de abierta confrontación con la municipalidad y la Policía Nacional. En otros casos, es un sector que permanentemente intenta corromper al personal de la municipalidad para perpetuar su actividad o viceversa; tal como ocurrió entre el 2015 y el 2018, cuando actuaron en alianza con los funcionarios y la autoridad municipal que participó de la instauración de una red ilícita que lucró intensamente, utilizando la estructura de la gestión municipal. Son sectores que se ubican principalmente en espacios de alta densidad del comercio informal, donde se mueven como pez en el agua.

Por ahora, el operativo de Gamarra, liderado por el alcalde, aparece como una necesaria demanda de recuperación del espacio público, de control territorial, de derrota de mafias y activación de las diversas competencias de fiscalización que tiene una municipalidad sobre una extensa zona económica, la más grande del Perú y quizá de Latinoamérica. Pero falta la tarea más difícil: implementar una estrategia de formalización, obligar a aquellos comerciantes informales que no son de ese distrito que vuelvan a los distritos donde realmente viven, y poner en práctica un trato específico a los miles de venezolanos que ahí actúan como informales.

Sería iluso pretender que Gamarra sea un espacio de verdadera formalidad, de orden, como una isla, cuando alrededor están asentados unos 20,000 comerciantes informales, en las avenidas Aviación, México, Huánuco, 28 de Julio, el entorno de la antigua Parada, entre otras avenidas metropolitanas y calles. Y es aquí donde pronto la gestión de La Victoria, la Municipalidad de Lima y el propio Gobierno Nacional se darán cuenta de que estamos ante una amplia zona económica de carácter metropolitano. Por ahora, la Municipalidad de La Victoria tiene un acertado plan de reordenamiento de Gamarra, pero no cuenta con un plan de formalización y mejora de la productividad de este megacentro comercial. El primero puede tener éxito y gran impacto por un tiempo, pero pronto será revertido, tal como ya ocurrió en 1999, cuando se realizó una intervención de la misma dimensión, durante la gestión del entonces alcalde Bonifaz Carmona.

 

Neptalí Carpio
21 de marzo del 2019

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