Cecilia Bákula

¿Son todas las decisiones del Congreso adecuadas y oportunas?

Sobre los cambios en el Fondo Editorial del Congreso

¿Son todas las decisiones del Congreso adecuadas y oportunas?
Cecilia Bákula
10 de mayo del 2020


Como ciudadana que ejerce sus derechos y obligaciones, sigo con atención las pautas que día a día va marcando el Gobierno de turno. Lejos de generarme mayor confianza y seguridad, veo que se incrementan las decisiones tomadas “al paso” y sin mayor sustento. O por lo menos esa es la percepción que se genera en muchos otros, no solo en mí, pues me remito a las opiniones que se comparten en las redes sociales que, hoy por hoy, dan cuenta del pensamiento y sentir del ciudadano, más que las formas tradicionales de comunicación.

Hoy se nos ha indicado que el periodo de confinamiento se extiende por dos semanas adicionales. Si eso es lo que debemos acatar, en beneficio de la colectividad, en buena hora. Pero esa decisión debería estar acompañada de medidas realmente eficientes para que rindan los efectos requeridos. Pienso, por ejemplo, en el caso de Guayaquil; era una realidad realmente dolorosa la que llegamos a ver, con cadáveres en la vía pública y una creciente cifra de fallecidos. Hoy Guayaquil ha girado la tuerca en el sentido correcto y, gracias a la acción de la autoridad –acción ejercida con dinamismo, seguridad, eficiencia, honradez y transparencia–, viene dando resultados extraordinarios. Quisiera pensar que entre nosotros ese ejemplo puede ser emulado.

Sin embargo, en tiempo de Covid-19, las decisiones que se toman a otros niveles parecieran ser, en muchos casos, igual y lamentablemente inoportunas; o quizá, erráticas o, por qué no, interesadas y del todo innecesarias. Una de ellas –y menciono solo una, porque sin duda todos tenemos varios ejemplos en la mano–, es la que ha tomado el Congreso, destituyendo, sin razón aparente, a quien venía ejerciendo la jefatura del Fondo Editorial de esa institución.

Con absoluta independencia de opinión, valorando tan solo su desempeño, puedo decir que la labor que venía realizando Dante Trujillo, como jefe del Fondo Editorial del Congreso era muy buena. Y digo que mi opinión es del todo desinteresada y objetiva, porque cuando él asumió esa responsabilidad mi libro, Textos y testimonios para comprender el Perú al Bicentenario, obra en dos tomos que lleva el sello editorial del Congreso, ya estaba en prensa, y así la había dejado el Sr. Ricardo Vásquez Kunze. Es decir, que conocí a Dante Trujillo en una circunstancia que para mí significaba solo la conclusión de un proceso casi culminado. Sin embargo, es justo que yo señale que con una conducta de primerísimo nivel, el señor Trujillo, se empeñó en que la publicación saliera a la luz. Y me complace señalar que fue, el año pasado, la publicación de récord de ventas. Ello compromete mi agradecimiento, pero no nubla la perspectiva ni la objetividad que quiero imprimir a estas líneas.

Debo señalar que Dante Trujillo demostró, en toda la extensión de la relación que tuvimos con ocasión del citado libro, una conducta altamente profesional y eficiente; asumió la continuidad de los temas pendientes y le dio un nuevo impulso a las publicaciones asociadas al sello Bicentenario. Adicionalmente y, en tiempos de pandemia, desarrolló actividades de extensión de los títulos publicados y se empeñó en que la investigación, en aras de que las publicaciones para el Bicentenario continuaran con el nivel de calidad y seriedad que se le estaba dando a ese reto.

Hemos tomado conocimiento de una decisión “curiosa”, por llamarla de algún modo, contenida en la Resolución N°011-2020-2021-OM-CR, en la que se indica que se dan por concluidos sus servicios y se designa a una nueva persona en ese cargo. Debo adelantar que desconozco los méritos del reemplazante; podrían ser muchos o ninguno, no lo sé. Lo que deseo es expresar mi extrañeza y mi preocupación por el poco respeto que se tiene a la necesidad de continuidad, profesionalismo, eficiencia demostrada y capacidad efectiva, como es el caso que menciono. Al margen de ello, el Bicentenario no es una efeméride cualquiera; ha de ser un momento de reflexión nacional, de oportunidad de conocer nuestra historia, de recuperar valores venidos a menos, de aprender de experiencias pasada y, por qué no, de soñar con un país en donde las decisiones sean pensadas, reflexivas y no tan inoportunas e innecesarias.

Comprendo que para las autoridades de turno, esa fecha puede estar asociada a la conclusión de sus labores. Desearía pensar distinto, pero solo lograría eso si pudiera ver que las decisiones que se toman conllevan una inmensa dosis de transparencia, de amor al país y que se sustentan en necesidades reales. El político y la autoridad, deben cumplir también un rol docente y ese es un ámbito en el que no puedo destacar grandes logros.

Deseo vivamente que esta decisión, innecesaria e inoportuna, pueda revertirse en beneficio no de una persona, sino de una colectividad y de una labor que está siendo muy bien llevada a cabo.

Cecilia Bákula
10 de mayo del 2020

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