Sin fútbol no hay paraíso

Todos anhelamos que la selección le gane al combinado colombiano, al que hace décadas no derrotamos. Gareca ha convertido a este modesto equipo en el símbolo de la unidad del país, y eso ha transformado el estado de ánimo derrotista de los peruanos.

En el Perú, a pesar de la mediocridad del campeonato local, se vive intensamente el clásico Universitario - Alianza Lima; los fanáticos de ambos equipos se organizan en muchedumbres que defienden los colores de sus camisetas, que personifican su identidad. Un pelotero me dice: “Los verdaderos hinchas jamás abandonan a su equipo y son fieles hasta la muerte. Por ejemplo, el Municipal tiene la hinchada más loca y leal del Perú. Por eso no hagas mucho seso, compadre, que el mundo está dividido por las hinchadas de los equipos. Lo demás no existe”.

Esta pasión violenta puede cambiar el estado de ánimo de las multitudes, a partir de una mala jugada o un gol perdido. Los hinchas gritan desaforados e insultan a los jugadores cuando pierden un partido, jugadores que en minutos pueden pasar de héroes a villanos. El caso de Lionel Messi es emblemático de la histeria futbolera argentina. La agresividad de los comentaristas deportivos luego del empate con Perú en la mítica Bombonera es una expresión del vacío existencial argentino. Los gauchos siempre quieren salir campeones del mundo, y como sea.

Por otro lado, un destacado intelectual me preguntó: “Según el reporte de la Defensoría del Pueblo los conflictos sociales han disminuido. ¿Tienes alguna hipótesis sobre eso?”. Le respondí: “No hay inversión pública ni privada, no hay expectativas y no tienen con quien pelear, y sobre todo las vanguardias de las organizaciones sociales están desprestigiadas en casi todo el país. Además la huelga del Sutep conducida por Pedro Castillo ha llevado a la derrota a los profesores, por eso se explica que los maestros hayan acudido masivamente a la evaluación para ascender en la carrera pública magisterial. Sin embargo, está latente el profundo resentimiento de los maestros, de los padres de familia y de los estudiantes con el Gobierno, que por el momento está atenuado por la euforia futbolera”.

Hoy, martes la clase política se pondrá la camiseta de la selección peruana para sintonizar con el ánimo nacional. Por supuesto también los fiscales, que señalan indiscriminadamente a Keiko Fujimori y Alan García, y a los dirigentes del SUTEP —Pedro Castillo (Cajamarca), Zenón César Pantoja, Raúl Páucar Quispe (Huancavelica), César Hugo Tito Rojas, Lucio Ccallo Ccallata (Puno), Esnesto Meza Tica, Ruth Báez Quispe (Cusco), Luis Marcial Soto Luque (Arequipa), Paúl Gutiérrez Ticona (Apurímac), Olga Mamani Calizaya (Moquegua), Brangil Mateo Blas (Huancayo) y Germán Tacuri Valdivia (Ayacucho)— de pertenecer a diversas organizaciones criminales que lavan activos, recibir coimas de las empresas y organizar protestas por mejoras salariales, serán procesados bajo la ley del crimen organizado.

Y, al son de la fiebre mundialista, la fiscalía anunció ambiguamente que la empresa Odebrecht y sus socios peruanos también serán investigados como integrantes de una organización criminal (la hipótesis de los fiscales es que son parte de un cartel empresarial de la construcción que hacía negocios ilícitos con el Estado). Incluso el presidente de la República ha sido sindicado temerariamente, por Alejandro Toledo, como el arquitecto de los grandes negocios de Odebrecht, y también seria investigado por pertenecer a una red criminal.

“La ley es para todos, caiga quien caiga”, ha dicho valientemente el fiscal de la nación Pablo Sánchez en un arrebato de virilidad. Sin embargo, la hinchada peruana sabe que: ¡Aquí no pasa nada!, como diría el periodista deportivo Humberto Martínez Morosini.

Tino Santander Joo