Aldo Llanos
Siete canciones de Maná, en perspectiva filosófica (II)
Desde una fenomenología y una metafísica de lo concreto
4) “Róbame el alma” – Disco “Sueños líquidos” (1997)
Amor, iluminación, espíritu
El disco “Sueños líquidos” de 1997, supuso para Maná consolidar su internacionalización, al punto de lograr un nuevo récord de ventas: más de un millón de discos vendidos, y alcanzar el Grammy a Mejor Álbum de Rock/alternativo en ese año. Si bien es cierto que el gran hit del disco fue “Clavado en un bar”, pienso que esta canción merece una mayor atención debido a sus referencias y significados.
I
Róbame el alma y bébela,
embriágate hasta caer,
y ámame hasta enloquecer
Moja mis sueños con tu luz,
moja mis cabellos y mi piel,
hay algo en ti que me pone bien
¿Qué implica robar algo?, entre otras cosas, tomar algo valioso para sí mismo aun considerando la reticencia de quién lo posee. ¿Qué puede ser lo más valioso en alguien como para robárselo? Para la canción esto es claro: el alma, y esto debido a que el cuerpo puede dañarse, enfermarse, envejecer y, a la postre, morir, más no el alma, esta es inmortal. Siguiendo la letra, podemos decir que se bebe agua para vivir y no morir, y se bebe licor para adormecer y/o suspender nuestros sentidos externos, dando lugar a una experiencia no ordinaria. De allí que, desde sus orígenes, el licor ha estado estrechamente ligado a fines religiosos y místicos Entonces, si el alma es lo más valioso al ser eterna, la metáfora de “robarla” y “beberla”, “embriagándose hasta caer”, supone el reconocimiento de que la carencia del (la) amado(a), no es una carencia que pueda satisfacerse temporalmente en una/esta vida, sino, que esta se devela como una carencia que debe ser atendida “eternamente”, de ahí que los seres humanos deseamos amar y ser amados “para siempre”. Por otro lado, el acto de amar hasta “enloquecer” supone una experiencia que nos obliga a abandonar toda operación mental: la objetivación, reconociendo que el(la) amado(a), es mucho más que una abstracción mental: lo pensado de esta, un ideal, si no, alguien a quién su acceso sólo me es posible si abandonamos dicha racionalidad objetivante. Se trata de conocer al(la) amado(a), con la luz del amar personal, del amor que ama no lo que vemos de alguien, sino, quien este es.
II
Róbame el alma, elévame con tu espíritu,
róbame el alma, inyéctame fuerza con tu luz,
róbame el alma
Pero acá hay algo más. ¿Quién puede elevarme con la fuerza de su luz, con su espíritu? Pues en la tradición cristiana esto sólo puede hacerlo el Espíritu Santo quién opera a nivel de nuestra intimidad, nuestro ser personal. En efecto. El Espíritu Santo no sólo ilumina (da luz), sino también, inyecta fuerza mostrándonos al verbo encarnado: a Jesús, para motivarnos sobrenaturalmente a recorrer la vía de quién es el Amor. De este modo, el Espíritu Santo ilumina a quién sí podemos ver: al Dios encarnado más que a sí mismo, debido a que este es invisible a nuestros ojos (es el “gran desconocido” como lo decía San Juan Pablo II).
III
Róbame el alma y siémbrala,
entre tu pecho y el corazón
entre las nubes de tu pasión
Desnuda mi alma y cúrala
llena mis ojos con tu luz
llena mi mar con tu espíritu
Finalmente, se trata de un robo que coloca lo robado en un lugar especial: entre el pecho y el corazón, lugar de cobijo y de pasión deseante. Precisamente en este lugar que nos remite a ternura y proximidad, el alma es “desnudada”, es decir, liberada de todo aquello que no le deja ser quien se está llamado a ser y que sólo el amor de quien ama es capaz de ver con mucha claridad, con mucha luz: nuestra verdad personal, quiénes realmente somos.
5) “Eres mi religión” – Disco “Revolución de amor” (2002)
Con este sencillo, el disco “Revolución de amor”, que tiene como portada a la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, se hizo más conocido en el mundo contando con la participación de Rubén Blades y Zucchero en su producción. El disco, si bien es cierto tiene una marcada temática social, no deja de tener una impronta filosófica muy fuerte.
I
Iba caminando por las calles empapadas en olvido,
iba por los parques con fantasmas y con ángeles caídos,
iba sin luz, iba sin sol, iba sin un sentido, iba muriéndome,
iba volando sobre el mar, con las alas rotas
El olvido es el peor castigo para una persona. Por esa vía, ya no se recuerda quién uno es ni quién uno fue, quedándose la presencia real sustituida por una forma mental que en definitiva es su ausencia. Esto significa que, nuestra presencia real, con el olvido va desvaneciéndose al punto de situarnos al nivel de los fantasmas (objetos mentales creados con la fantasía), y con los ángeles caídos, es decir, con aquellos seres personales que, producto de su apartamiento del amor (no aman ni se dejan amar), se han despersonalizado a tal punto que nunca sabrán su verdad más íntima: quién son en realidad. Por ello, ante el océano de la nada, el desamor va rompiendo nuestras alas, con lo cual, no podremos atravesarla, para llegar al puerto del reconocimiento y la aceptación (que nos digan: “¡qué bueno que existas!” (que seas real)).
II
Hace tanto tiempo corazón, viví el dolor en el olvido,
ay, amor eres mi bendición, mi religión, eres mi sol que cura el frío
apareciste con tu luz, no, no, no me abandones, no, nunca mi amor,
gloria de los dos, tú eres sol, tú eres mi todo, toda tú eres bendición.
A diferencia del dolor en el olvido, al ser amado, se experimenta la bendición de sanar las dolencias más profundas ya que sólo quién ama de verdad, es capaz de amar dichos dolores y sus heridas. Como el calor que hace reverdecer a las plantas y que permite a los animales salir del letargo invernal. Como la religión que nos permite, desde su origen etimológico, re-ligarme con el Otro para los demás. Por ello quién es amado y, por lo tanto, reconocido, comprende que la gloria de Dios es la felicidad del hombre que ama y es amado por su complemento pasando de ser un fragmento, a ser un todo.
III
Viviré siempre a tu lado con tu luz,
moriré estando a tu lado, eres gloria y bendición,
eres tu mi bendición, eres tú mi religión,
eres tú mi eternidad y hasta eres salvación,
no tenía nada y hoy te tengo con la gloria,
con la gloria, con la gloria, amor, amor, amor, amor, amor
Ante lo expuesto, ¿quién querría dejar la experiencia del amor de reciprocidad para caer en el puro amor hacia sí mismo (egoísmo)? Quién vive dicha experiencia del amor, quiere vivir para siempre siendo capaces de hacerlo en la pobreza y en la riqueza, y en la salud y en la enfermedad, ya que, en ello, va nuestra salvación: aceptar que más gloria se experimenta cuando somos amados primero, antes de empezar a amar. Pues bien, esto es reflejo de la experiencia primigenia del amor: hemos sido amados primero por quién nos quiso en la existencia desde toda la eternidad, y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en Él.
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