Guillermo De Vivanco

¡Resistamos!

No debemos caer en la provocación de una guerra civil

¡Resistamos!
Guillermo De Vivanco
17 de enero del 2023


“Nosotros podemos entrar a esa tierra porque antes de existir el Perú, esa tierra ya era nuestra, fue nuestra patria grande y milenaria”. Estas declaraciones fueron dadas por el diputado boliviano Freddy Mamani, a propósito de su polémica intervención en temas políticos internos peruanos.  A su vez el ex gobernador de Puno, Alejo Apaza, auspicia y promueve junto a Evo Morales la creación de la república aymara, como lo prueban los acuerdos alcanzados en el Primer Congreso Macroregional del Sur celebrado el 28 de diciembre  en Arequipa.

El también diputado boliviano Erwin Bazán denunció que los “ponchos rojos”, vinculados a Evo Morales, trasladaron 126,000 balas a territorio peruano, a la vez que la policía inmovilizaba a más de 50 camionetas con placas bolivianas que habían ingresado al Perú burlando los controles migratorios. ¿Acaso los US$ 30,000 millones en litio y uranio en las zonas que quieren independizarse justifican una invasión territorial o seccionar la patria? De alguna manera hemos tenido infiltración foránea y traidores nacionales en los ataques sufridos en aeropuertos, carreteras, minas o comisarías.

El Perú está dando la gran batalla latinoamericana para la defensa de la libertad y la democracia. Estamos bajo un ataque planeado, estructurado y financiado por el comunismo internacional, con Evo Morales y el embajador cubano Zamora a la cabeza. Este plan fue abortado prematuramente por la barbaridad de Castillo de dar un golpe de Estado, así como por las innumerables pruebas de corrupción en su contra. La izquierda y el comunismo pretenden que aceptemos una narrativa mentirosa, que niega los hechos, y acusa al gobierno democrático de haber roto el estado de derecho. Más cinismo ¡imposible!

Esta primera fase de la asonada comunista despertó el fervor libertario y miles de ciudadanos tomamos las calles, mientras el periodismo de investigación y sus valientes periodistas remplazaban a una ciega sorda y muda fiscal Ávalos, que le concedía inmunidad al presidente delincuente. Fue también importante la autonomía del BCR, que evitó que se despilfarraran las reservas internacionales en programas populistas y clientelistas. A diferencia de Venezuela, aquí funcionó la institucionalidad. Y nuestro desprestigiado Congreso de la República archivó la pretendida asamblea constituyente y normó las razones de un pedido de confianza y su afilada espada de Damocles.

La encrucijada es cómo lograr la paz sin ceder al chantaje de grupos minoritarios que buscan vacar a la presidente Dina Boluarte y repetir la historia de Sagasti; es decir, tomar el poder sin haber ganado ninguna elección. ¿Cómo responder a la toma de aeropuertos, centros mineros. carreteras, o a los incendios de comisarías sin producir muertes y sembrar el odio contra las fuerzas defensoras? No es justo que encarguemos a los jóvenes policías indefensos y desarmados que se conviertan exclusivamente en defensores ante la oleada de violencia, sin caer en la provocación terrorista.

La respuesta es resistir, no caer en la provocación de una guerra civil, en la muerte de más peruanos. El proceso social de agotar el plan comunista necesitó devaluar el discurso victimizador de Castillo y que se genere, como consecuencia una ola anticomunista. Lo mismo comienza a suceder con el hastío de los pueblos a los que se les aísla y empobrece. El peruano laborioso necesita trabajar, ordeñar su vaca, cosechar su fruta o abrir su puesto en el mercado y que haya alimento en su mesa. Sus aliados naturales, entonces, son las fuerzas del orden, ya no los partidos políticos ni las ideologías extremas. El grito unánime es “queremos trabajar, queremos la paz!

Resistir es lo que hicieron nuestros héroes: Grau en el mar, Bolognesi en Arica, Quiñones en Zarumilla y Cáceres en la sierra, ofrendando su vida en defensa de la patria. Su ejemplo ha guiado a generaciones de peruanos y honrado al Perú, tal como lo hizo el suboficial de policía José Luis Soncco Quispe, quien fue capturado, apedreado y quemado vivo sin hacer uso de su arma, obedeciendo –aun a costa de su vida– la consigna de no usar sus armas ni fomentar el revanchismo y el odio entre los peruanos. No olvidemos el nombre ni el ejemplo,  de quien, a los 28 años de edad, murió defendiendo con honor su divisa. Hoy vemos que el pueblo se está organizando, y unidos con las fuerzas armadas está haciendo retroceder al enemigo, abriendo carreteras bloqueadas y mercados. Así, sin reprensión, vencerá al radicalismo e impondrá su derecho a trabajar. ¡Es cuestión de resistir!

Guillermo De Vivanco
17 de enero del 2023

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