Cecilia Bákula

Reforzar la peruanidad, tarea urgente

Se está intentando romper con nuestro legado histórico

Reforzar la peruanidad, tarea urgente
Cecilia Bákula
08 de agosto del 2021


En las últimas semanas hemos sido testigos de una serie de actos que, lejos de ser puramente simbólicos o casuales, parece que llevan detrás una clara voluntad de reorientar el sentido y el sentimiento de peruanidad. Dicho de otra manera, podría entenderse que surgen detalles evidentes del deseo planificado y cuidadosamente estudiado de incorporar, aportar o imponer algunos elementos nuevos y algo discordantes con nuestra manera de ser, ajenos a nuestras tradiciones en indumentaria y hasta en la forma de mostrar los símbolos patrios, no obstante el rigor con que ellos deben ser presentados y utilizados. 

Lo relativo a los símbolos patrios, símbolos de la más alta dignidad y valor había quedado taxativamente establecido en la Constitución de 1979. Lamentablemente en la Carta Magna Actual el artículo 49º es sin duda bastante laxo al respecto. Quizá, es por ello que, en una oportunidad, el Tribunal Constitucional expresó: “Es innegable el papel formativo que desempeña la determinación, defensa y respeto a los símbolos patrios, ya que estos concretan la idea de patria como una experiencia cotidiana y consolidan el sentimiento de identidad común mediante relaciones cognitivas y afectivas”(*).

Esos símbolos son un intangible de la Nación. Es por ello que resultó alarmante que en la ceremonia en la que prestó juramento casi la totalidad de los ministros que integran este primer gabinete, la población percibiera una grotesca modificación a uno de los elementos que componen nuestro escudo nacional. Se dijo que era por efecto de la iluminación, las “variaciones que se apreciaba en la cornucopia”..., efecto de “iluminación” que no se observó en la ceremonia que tuvo lugar en el Congreso de la República el 28 de julio... Es decir que hubo una voluntad expresa de presentar símbolos patrios con alteraciones.

Lo cierto es que se puede percibir una actitud que podría pretender deconstruir la peruanidad empezando, entre otros actos, con pequeñas y a veces imperceptibles modificaciones que, lejos de ser casualidades o errores, buscan aparentemente crear desconcierto y generar lejanía, desamor y falta de sentimiento de pertenencia con aquellos “símbolos” que –por hacerlos cambiantes, por estar sometidos a diversas maneras de ser vistos y representados– van perdiendo la fuerza de ser sustento, de ser íconos inmutables, de ser el fundamento visual que, con solo mirarlos, nos deberían comprometer con esa hermosa peruanidad. Ello se lee claramente en la Constitución Política vigente; sus artículos 14 y 19 refieren a la importancia de los símbolos patrios en la formación ética y cívica de los peruanos y en la formación de los sentimientos de identidad, de peruanidad. Es decir, en la comprensión colectiva de nuestra pertenencia individual y social a ese todo que es la Nación.

Este país, nuestro país, no requiere ni debe soporta más fragmentación ni división; solo podremos sobrevivir como peruanos, en tanto respetemos, conozcamos, defendamos y nos aferremos a todos y cada uno de los elementos, simbólicos o materiales, que reconocemos como de valor común, de propiedad intangible e inalienable de todos. Y ellos son, primera y principalmente, los símbolos patrios. En estos asuntos no cabe el relativismo, no caben las medias tintas ni las posturas ambiguas. No nos será útil solamente el ansiado progreso material ni la implementación de grandes obras de infraestructura, ni el enriquecimiento individual y colectivo si se empobrece el alma del pueblo; y si se le van mermando aquellos elementos intangibles de nuestra propia identidad, rica y particularísima, porque se sustenta en la existencia de la variedad y multiplicidad de formas y realidades, que se unen en un único todo social.

Si a esa penetración e imposición subliminal de elementos nuevos agregamos, por ejemplo, la novedad en el atuendo del Sr. Castillo al asumir el mando, vemos la incorporación de tradiciones foráneas. Y ello, además de poder ser entendido como una falta de respeto y valoración a las formas establecidas y aceptadas, podría percibirse como que se atenta contra el orgullo nacional, por la riquísima variedad de trajes y detalles propios del Perú. El desamor hacia lo propio, en beneficio de lo foráneo, va mermando el respeto a nuestra tradición. Y podría entenderse que se asigna un valor superior a aquello que nos es ajeno y se minimiza el amor y el reconocimiento a lo ancestral y a lo propio. Es decir, se ideologiza la percepción de identidad y ello, ya de por sí complicado, se pone al margen de comprender que ceremonias de tan alto nivel están regidas por formas de comportamiento que deben ser respetadas por todos, en beneficio de todos y, principalmente, en aras de mantener aquellas tradiciones en las que nos leemos y nos vemos como Nación y como parte del concierto de las naciones.

Esa peruanidad que debemos defender se cimienta precisamente sobre hechos y elementos tangibles e intangibles, que determinan no solo nuestra manera de ser sino, y sobre todo, nuestra manera de vernos. La peruanidad es también ese espejo que refleja la imagen de nuestra individualidad, pero está inmersa y adscrita a una realidad social de la que todos somos parte; es decir, en ella se hace patente la unidad extraordinaria en la riquísima diversidad. Esa peruanidad la integran formas, creencias, costumbres, lenguas, tradiciones, saberes; y mucho de ello empieza a ser alterado, con el altísimo riesgo de empobrecer y menguar algunos de los elementos frágiles que integran la identidad nacional.

* Tomado de: Carlos Tenicela Ninamango. “Informe de la situación actual y la restauración de los símbolos y emblemas de la Nación”.

Cecilia Bákula
08 de agosto del 2021

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