Pedro Olaechea

Reflexiones sobre la salud pública desde la sala de espera

¿Somos un país que se puede curar?

Reflexiones sobre la salud pública desde la sala de espera
Pedro Olaechea
27 de marzo del 2019

 

Uno de los grandes problemas que tiene el Perú para llevar servicios básicos de calidad a todos sus pobladores es la conexión ineficiente que existe entre las regiones. Podemos tener la fama de ser el país de los mil valles, pero lo cierto es que nos encontramos en un país complejo para conectar. Aún así, es difícil imaginar que llegar a una ciudad como Huancavelica, a poco menos de 400 kilómetros de Lima, tome 11 horas y media en bus. ¡Es lo mismo que hacer una viaje a Madrid en avión!

Según un informe del Banco Interamericano de Desarrollo sobre los costos de logística en nuestro territorio, no es sorprendente encontrar que la zona más cara para trasladar productos sea la sierra de Vilcabamba. ¿Les suena “Oreja de Perro”? ¿Narcotráfico? ¿Terrorismo? ¿Se imaginan la pesadilla que debe ser tratar de volver rentables los productos en ese territorio?

La difícil geografía de nuestro país y la severa falta de conectividad tienen fuertes incidencias en nuestras políticas públicas, especialmente en el sector salud. De eso les quiero hablar en esta columna. Por ejemplo, podemos ver cómo la calidad de atención en salud disminuye conforme nos vamos alejando de las principales ciudadades. Eso no es todo: carecemos de médicos especialistas en los principales hospitales. Según Contribuyentes por Respeto, en un informe de 2018, habría un déficit de más de 16,000 médicos especialistas en el Perú.

Es evidente la frustración popular por no contar con centros médicos con todas las especializaciones en todos los puntos del país. La ausencia de servicios públicos de calidad lleva a los peruanos más vulnerables a sentirse abandonados, a tener reclamos históricos justificados y a protestar por ser tratados como ciudadanos de segunda categoría en su propio país.

El presupuesto nacional aumentó 450% en los últimos 15 años, la población solo aumentó en 22% y la inflación acumulada durante el mismo periodo no pasa del 30%. Pero, ¿han mejorado sustancialmente los servicios públicos? ¿Cómo vamos en educación, salud, seguridad? ¿Somos conscientes de lo que significan S/ 170,000 millones?

La realidad es que le hemos fallado a la ciudadanía por una increíble falta de gestión. Las reformas de libre mercado implementadas luego de la catástrofe de los ochenta han funcionado, y todavía hay espacio para crecer mucho más. Sin embargo, la burocracia y el Estado han sido incapaces de traducir en mejores servicios ese ritmo de crecimiento económico envidiable. Ahora último hemos descubierto que miles de millones de dólares se esfumaron de nuestras arcas debido a la corrupción. Los dineros de todos los peruanos que tenían que ser usados para construir buena infraestructura terminaron en unas pocas manos. El Hospital Lorena de Cusco es una de las grandes tragedias de la corrupción que nos agobia.

Para agarrar norte, hice una regla de asociación rápida: con cada S/ 6 millones se tendría un colegio de 12 aulas completamente equipadas. Por un monto similar, una comisaría con todas las facilidades necesarias para el trabajo de seguridad. Con S/ 8 millones se pone en marcha un centro de salud completamente implementado. Cada vez que se pide un presupuesto o se ven distintos gastos del Estado, pienso en función a estas unidades.

En un viaje de representación a Ayacucho, donde numerosos votantes reclamaban la presencia de los congresistas, pude ver un hospital en construcción. Sentí horror al conocer que aún sin terminar, la factura ya pasaba los S/ 300 millones. Estaba a nivel de una obra gris.

Frente a este complejo problema sugiero una solución que ha funcionado en otros lugares y que tendría la eficiencia que el sector salud necesita; al menos hasta que llegue un verdadero crecimiento sostenible a las diferentes regiones, especialmente en las zonas más alejadas. Tomemos el caso de Ayacucho. El cuadro que sigue a continuación presenta las diez primeras causas de morbilidad (la cantidad de individuos considerados enfermos o que son víctimas de una enfermedad en un espacio y tiempo determinado) de emergencia en el 2014.

Hospital regional de ayaucho

De aquí se desprende que se podría diseñar un sistema diferente al de un hospital tradicional, adecuado a las especialidades más necesarias de la región, así como una zona de emergencias bien equipada y doctores preparados. Que quede claro, de ningún modo sugiero que Huamanga, que cuenta con 300,000 habitantes, tenga una posta médica de S/ 8 millones en lugar de un hospital. Pienso en un punto medio, hasta que hayamos aprendido a usar bien los recursos y podamos invertirlos de manera inteligente. En tanto, la gente necesita, como he señalado, que el sistema de salud se adapte a sus necesidades más inmediatas, basadas en patrones y datos como el del gráfico más arriba. No hay más ciencia, pero sí planificación e, insisto, gestión.

¿No sería mejor, como sucede en Texas (Estados Unidos) que exista un servicio de evacuación de pacientes hacia distintos centros hospitalarios y que este maximice las capacidades del sistema de salud? Texas es la mitad del Perú. Así, en cuanto a casuística, los servicios mejoran y, por lo tanto, los médicos se vuelven más eficientes por el mayor desarrollo de sus capacidades.

¿No estaríamos mejor cubiertos con un sistema de ambulancias aéreas adscritas a nuestra Fuerza Aérea? Su función sería exclusivamente la evacuación de pacientes que tienen un alto grado de complejidad en su dolencia, derivándolo al hospital especializado. Con el añadido de estar fortaleciendo nuestras capacidades para enfrentar siniestros generados por la naturaleza. Implementar una flota de ambulancias aéreas sería muy conveniente.

Así la atención a ser desarrollada por el médico, tanto como las técnicas y tecnologías a disposición, serán las mejores que pueda ofrecer el Perú en determinada zona. La medicina es cada vez más una profesión en la que la inversión se torna permanente, por la complejidad de los equipos, para tratar dolencias.

¿Cuánto toma un vuelo de Mazamari (Junín) a Lima? Respuesta: 45 minutos. Por tierra es casi dos días. Haga usted, mi estimado lector, las matemáticas del tema. Es interesante notar, del mismo modo, que el tránsito del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez a los principales hospitales de la capital, en ambulancia, podría tomar una hora. Reducir estos tiempos también puede hacer la diferencia entre la vida y la muerte.

Reconozcamos que somos un país de logística complicada, de escasos recursos y de muchas necesidades. Tenemos que pensar dos veces las cosas. Repensar sobre los paradigmas en los que siempre hemos creído nos llevará a encontrar mejores soluciones. Los problemas no se resuelven tirándoles más y más dinero. Ya hemos visto que así no funciona. Probemos nuevas ideas y pensemos primero en el ciudadano y en los servicios que recibe, realizando una buena gestión de recursos y maximizando su eficacia.

 

Pedro Olaechea
27 de marzo del 2019

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