Jorge Varela

Reflexiones desde Ecuador, la mitad del mundo

Un continente atacado por tormentas y desastres

Reflexiones desde Ecuador, la mitad del mundo
Jorge Varela
07 de diciembre del 2022


Desde Ecuador, situado en la mitad del planeta Tierra, es posible describir y analizar los hechos que día a día ocurren en América Latina y en otras partes del mundo, desde una perspectiva personal quizás sombría, pero reposada. 

Latinoamérica bajo un cielo oscuro 

Los asuntos que atormentan a millones de habitantes latinoamericanos son –por desgracia– los mismos: violencia, delincuencia, narcotráfico, crimen organizado, terrorismo, inseguridad pública, desorden social, crisis política e institucional, democracia en vilo, gobiernos incapaces, corrupción, populismo, inflación, deficiencia sanitaria, carencia de viviendas, mala calidad de la educación, migración irregular, cambio climático, desprotección de los sectores populares, desempleo, miseria creciente. Para donde usted dirija la mirada, verá las mismas nubes y el mismo cielo oscuro.

Los países situados en la costa del Pacífico –como Colombia, Ecuador, Perú y Chile– no escapan a dicho cuadro. En la línea del Atlántico –Brasil, Argentina, Paraguay–, el panorama es similar. Si la vista se dirige hacia Venezuela, Cuba, Nicaragua, Honduras, Guatemala o Haití la situación es aún peor. Se trata de una zona de desastres antidemocráticos en la que los huracanes totalitarios se tornan más furiosos y destructivos. Incluso México ha comenzado a sentir el impacto amenazante de tanta convulsión. 

¿Qué se saca solo con llorar?
 

En países gobernados por dirigentes izquierdistas novatos e inmaduros, supuestamente progresistas, escuálidos de coraje y apoyo –casos de Perú y Chile–, la idea oficial predominante es ocultar que se viven momentos críticos y negar que el obstáculo de mayor envergadura reside al interior de sus propias coaliciones y de sus comportamientos erráticos. 

Cuando casi todo asunto público es objeto de desacuerdo y las esperanzas disminuyen, ¿qué posibilidad cierta existe de que el sol alumbre, los cielos se abran y las inclemencias cesen? ¿Usted piensa que Estados Unidos, la Unión Europea y los países con mayor poder geopolítico y económico estarán dispuestos a ayudarnos en una época de gran crisis como la actual, si siguen enredados en conflictos de variada índole que amenazan su propia existencia histórica?

A diferencia de las últimas décadas en que la región fue afectada por problemas internos, ahora sufre la ralentización de la economía china, el shock de precios derivado de la guerra en Ucrania y el aumento de las tasas de interés en EE.UU., factores externos que han generado una 'tormenta perfecta’ de mucha presión macroeconómica. 

Señales de mal tiempo 

José Manuel Salazar Xirinachs, actual director de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal, organismo históricamente asociado a la ‘teoría de la dependencia’), ha expresado que la región está en “peores condiciones” que durante los años ochenta, conocidos como la ‘década perdida’. En una entrevista al Financial Times, declaró que a partir de 2013 la economía regional creció un escuálido 0.8% anual, muy por debajo del 5.9% de los años setenta y menos de la mitad del 2% promedio de la década de los ochenta, caracterizada por una larga crisis de endeudamiento e inflación en varios países latinoamericanos y caribeños.

A juicio de Salazar, “en general los progresistas han estado preocupados con la distribución pero no de la creación de riqueza”, atribuyendo el mal desempeño económico regional al efecto de la falta de inversiones y a los pobres niveles de educación sobre la productividad. “Invertimos muy poco en infraestructura y tenemos un sistema educativo que no está brindando el talento que necesitamos en cantidad y en calidad”, sostiene. 

Una luz roja está encendida

La salida no será fácil. Se requerirá mucha decisión y pragmatismo para enfrentar este ciclo adverso. Mientras algunos dirigentes volverán a extraviarse recorriendo caminos ideológicos cada vez con menos tránsito, otros seguirán aferrados a fórmulas explosivas, cual aprendices necios de alquimistas locos –fuera del tiempo y la razón–, evitando cualquier repliegue táctico que les haga retroceder en su delirio de repartir los restos de riqueza que subsisten. 

Si se atiende a los mensajes y prédicas de gurúes, economistas y sociólogos (Stiglitz, Mazzucato, Mouffe), la causa de todos los males descritos es el ‘siniestro’ neoliberalismo, modelo al que es necesario matar y sepultar para siempre. En aquellas aceras y alrededores donde todavía se les escucha; la temática se reduce a la opción absurda entre seguridad o libertad, al falso dilema binario entre igualdad o libertad. Incluso la idea de progreso se encuentra cuestionada y está en el centro del debate teórico. 

Son signos de tiempos propicios para teorizantes, académicos fatuos y políticos sin luces, que se han autoasignado la refundación de la realidad, como actividad exclusiva y excluyente. Han renunciado a reflexionar y trabajar junto al gran multiverso de ciudadanos que, sabiéndose engañados y postergados por dicha elite, prefieren sufrir en carne viva los efectos de tanto extravío intelectual y esperar la aurora de otras ideas.

Jorge Varela
07 de diciembre del 2022

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