Recuperemos el control

Una pandemia política que crece vertiginosamente

Los ingleses acaban de votar por salir de la Unión Europea bajo la consigna nacionalista “recuperemos el control”. Ha ganado la ultraderecha europea del inglés Nigel Farage, de Marine Le Pen de Francia y de Geert Wilders de Polonia; es la victoria de Donald Trump en Europa, afirma Timothy Garton Ash en El País”. La ultraderecha quiere “recuperar el control, la soberanía nacional” amenazada por la migración en busca de un mejor destino. La salida de Inglaterra de Europa ha reactivado el independentismo escocés e irlandés, que ahora puede argumentar que ellos votaron por quedarse en Europa. Los ingleses quieren recuperar el poder del viejo Estado Nación europeo aislacionista. Parece que los británicos están perdiendo el control.

“El control” es una pandemia política que crece vertiginosamente: tiene peculiaridades regionales, y en el Perú tiene síntomas surrealistas. Por ejemplo, los fujimorista controlan el Parlamento y creen que tienen un mandato que les permite hacer los que les dé la gana. Más aún, amenazan: “no vamos a darle facultades legislativas al nuevo gobierno”. Los gobernadores regionales buscan una alianza con PPK para controlar al fujimorismo achorado que representa al 50% de peruanos, y PPK quiere controlar las emociones desbordadas del fujimorismo. No elegimos a PPK para la política menuda, sino para gestionar un país con grandes dificultades. La época del halago terminará en tres meses, entonces volverá el grito y la exigencia callejera de quienes lo llevaron a la presidencia.

Veamos como el control afecta a los pueblos más alejados del Perú. “Recuperemos el control del canon” fue el lema de los centros poblados de Camisea, de aproximadamente 10,500 habitantes, entre los que se encuentran las comunidades nativas machiguengas, los yine, los asháninkas y, los Piros. Las organizaciones nativas lucharon para crear el distrito de Megantoni y el “control del 10% de canon de Camisea”. Tenían un argumento poderoso para el abandono de sus pueblos. Pronto, seguirán el ejemplo inglés de “recuperar el control” de sus recursos frente a un gobierno regional centralista.

Las organizaciones sociales de Kiteni exigen: “recuperemos el aeródromo de Kiteni, que está controlado por Transportadora de Gas del Perú”. Las federaciones campesinas demandan “recuperar el control del Banco Agrario” para ayudar al 85% de agricultores sin crédito. Recuperemos el control del presupuesto, exigen las municipalidades y gobiernos regionales en la cumbre por la descentralización, realizada en Cusco. Recuperemos el control del gas demanda el sur andino.

El nuevo ministro de Economía, Alfredo Thorne, quiere promover la minería controlando a las comunidades, a través de la titulación de las tierras comunales adyacentes a los proyectos mineros. Y los comuneros saben que tienen el control de una negociación favorable a ellos; además nunca tuvieron el control de nada, y ahora sí lo tienen. Entonces se negocia bajos sus condiciones. Más claro ni el agua.

En el Perú, los facciosos quieren tener el control, recuperarlo, extenderlo infinitamente o hacer la finta de que controlan algo. Salvo el control, todo es ilusión. Es un asunto de reconocimiento. No lo vemos todavía. Estremece la voz de Bolívar en la Carta de Jamaica 1815 refiriéndose al Perú como: “…un país de oro y esclavos. El primero lo corrompe todo; el segundo está corrompido por sí mismo. El alma de un siervo rara vez alcanza a apreciar la sana libertad; se enfurece en los tumultos, o se humilla en las cadenas” .

Tino Santander Joo