Franco Consoli
¿Quién gobierna el Perú?
Alguien que se oculta tras las cortinas de humo mediáticas
El titular de esta columna no deberíamos tomarlo a la ligera. ¿Quién gobierna el Perú? ¿Pedro Castillo? ¿Dina Boluarte? ¿El fujisaprismocerronismo? ¿Vizcarra? ¿Chibolin? Si bien en el papel la respuesta debería ser obvia, no podemos negar que hay muchas aristas.
Nuestra política es de momentos. Y con ello me refiero a que la presión del pueblo y la atención de los medios puede esfumarse en cualquier momento. Somos un país de episodios. Cuando los últimos gobiernos han estado contra las riendas, siempre ha salido un destape para protegerlos. Lo vimos en la época de Humala con Oropeza, con Vizcarra con los ataques al Congreso, Castillo con el cambio de bandera o la castración química y ahora Boluarte con Chibolín.
Sin quitarle importancia al caso de Hurtado, hay que reconocer que los tiempos en los que se ha revelado este caso llaman la atención. Mientras existía una presión casi intolerable respecto a la posible fuga de Cerrón con uno de los vehículos de la presidenta, surge un caso que le quita los focos de encima. ¿Una pantalla de humo? Puede ser. Pero la pregunta sería ¿Para quién? ¿Para proteger a Dina o para proteger a Cerrón? Es ahí donde debemos preguntarnos otra vez, ¿quién gobierna el Perú?
Mientras Pedro Castillo era presidente, todos sospechaban que era un simple títere, y que el titiritero era el líder de su partido, Vladimir Cerrón. Cuando Dina asumió el cargo, hubo muchas conjeturas sobre si había alguien detrás de ella. Se rumoreó que las Fuerzas Armadas, la izquierda decía que Dina había pactado con el fujimorismo, y quien por un gran momento quedó relegado fue Vladimir Cerrón.
No obstante, tras su fuga, hace casi un año, la teoría de que Cerrón era quien tomaba las decisiones del gobierno tomó más fuerza. Dina no quería que “Vladi” sea capturado. Por eso es creíble que Cerrón se haya escapado incluso en un auto de la misma presidenta. ¿Quién sospecharía? El presidente de Perú Libre ha evadido la justicia en tantas ocasiones que es congruente pensar que él comanda el show de su captura, dando órdenes a Palacio. ¿Y si es él quien en realidad gobierna, desde la clandestinidad?
Un ejemplo de ello puede ser la destitución del ahora ex canciller, Gonzalez Olaechea. El constitucionalista Lucas Ghersi declaró esta semana que, según él, el cambio de ministro de Relaciones Exteriores se debe a una orden de Vladimir Cerrón. Una postura coherente, considerando los vínculos entre Cerrón y la dictadura de Maduro. El excanciller, cruzó la línea en sus declaraciones ante la OEA respecto al fraude electoral en Venezuela, y Vladimir pidió su cabeza.
Así se sigue un hilo que desacredita a la presidenta y que podría legitimar las sospechas de una subordinación suya ante Cerrón. De esta forma, que todos los reflectores mediáticos recaigan sobre Chibolín le da un gran respiro a la presidenta. Mientras tanto, por parte del Ejecutivo no vemos acción alguna respecto a la crisis de seguridad que vivimos, ni tampoco a la económica. Sin embargo, cuando el fundador del partido del lápiz pretende algo, ahí si la vemos “actuar”.
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