Guillermo Vidalón
¿Por qué en primera vuelta?
Como sucedió en 1985

El país atraviesa una grave crisis sanitaria, económica, moral e institucional. Esta situación no debe prolongarse más allá del 11 de abril; tiene que terminar en el más corto plazo posible para que las nuevas autoridades que resulten elegidas cuenten con el respaldo de un Congreso que acompañe las reformas que el aparato administrativo del Estado necesita.
En 1985, tras la primera vuelta que ungió a Alan García Pérez y a Alfonso Barrantes Lingán, como los candidatos que debían definir la presidencia en una segunda vuelta, el segundo tuvo la hidalguía de renunciar, ahorrándole al país algunos cientos de millones de soles, que es el costo de la organización del proceso electoral. Sobre todo porque entonces esos escasos recursos resultaban imprescindibles para un Estado quebrado económicamente y azotado por el terrorismo de inspiración marxista leninista.
El llamado a definir la elección en primera vuelta se orienta a cambiar rápidamente la estrategia para enfrentar la emergencia sanitaria. Todo indica que se debe contar con el mayor número de plantas de oxígeno para evitar más fallecimientos, además de camas para las unidades de cuidados intensivos (UCI).
También, se cortaría de raíz acontecimientos que dañan la moral pública, como la contraposición de versiones expresadas por las exministras de Relaciones Exteriores y de Salud frente a lo manifestado por el presidente Francisco Sagasti, sobre la vacunación a espaldas de la ciudadanía y el ocultamiento de la segunda lista de vacunados. En los corrillos periodísticos se indica que en la lista 2 de vacunados se encuentran registrados varios de los candidatos afines a la administración de Martín Vizcarra, y que han continuado en el poder con la administración del partido Morado.
Otro tema que se debe enfrentar con prontitud es la generación de empleo masivo para reducir la pobreza y reactivar la economía nacional. La estrategia de “entrega del bono y quédate en tu casa” no funciona porque no es sostenible ni en el corto ni en el largo plazo. Es una oferta electoral sin sustento técnico alguno. Consumir los ahorros sin generar nuevos ingresos es pan para hoy y hambre para mañana, cuando lo único que garantiza la salud y sostenibilidad de una familia es el trabajo de quienes conducen el hogar.
¿Por qué sí es razonable la fusión de ministerios? Porque lo que requiere el aparato estatal es hacer una reingeniería para priorizar qué es lo más urgente y dejar de malgastar los recursos públicos que genera la ciudadanía, ya sean personas naturales o jurídicas.
Para lograr que el Estado nos cueste menos a todos los peruanos hay que racionalizarlo y convertirlo en un ente que confíe en el ciudadano. Es un hecho verificable que el Estado no ha sido capaz de proveer servicios adecuados a la población; en consecuencia, es preferible que los usos y costumbres de la informalidad tengan reconocimiento legal para avanzar sobre una base cierta, mayor aun cuando la pandemia y la crisis económica ha lanzado a la informalidad a más del 80% de la población.
Lograr lo mencionado anteriormente requiere que el mandatario que resulte elegido cuente con un vasto respaldo político que le permita liderar la gran revolución del bienestar que requiere el Perú.
COMENTARIOS