Guillermo Vidalón
Conciencia social y minería
Las nuevas inversiones generan oportunidades de empleo productivo

El Servicio Geológico de los Estados Unidos ha dado a conocer que la demanda mundial de cobre refinado anual es de 28 millones de toneladas y las proyecciones más conservadoras estiman que el consumo de este metal se incrementará anualmente en un millón de toneladas durante los próximos años, específicamente hasta el 2035.
Lo anunciado representa una ventana de oportunidad para los principales productores de cobre entre los que se encuentran Chile con 5 millones de TM, el Congo con 3.3 millones y el Perú con 2.7 millones al cierre del 2024, aproximadamente. La producción de estos tres países representa el 40 por ciento de la producción mundial, si la demanda se incrementa en un millón de toneladas al año, cada uno de estos países u otros productores contarán con un estímulo enorme para explorar en busca de nuevos yacimientos y ponerlos en valor; o, para desarrollar minas en los yacimientos ya explorados; o para ampliar las actuales operaciones mineras.
El Congo, salvando las distancias sociopolíticas de su realidad, desplaza del segundo lugar al Perú como productor de cobre porque se han reunido varios factores: a) Conciencia de que el cambio de matriz energética del consumo de combustibles fósiles hacia la generación eléctrica representa una oportunidad para obtener mayores ingresos y poder financiar una estrategia de desarrollo en su país, sea cual fuere su orientación política, b) Generación de empleo productivo económicamente mejor remunerado si se le compara con el resto de la oferta laboral en dicho país, c) Política de Atracción de inversiones sostenida en el tiempo que ha facilitado que incremente su producción, d) Más confianza en el inversionista y sus compromisos socio-ambientales.
En el Perú, el escenario es diferente, todavía no existe una conciencia social de la importancia del desarrollo minero para el conjunto de la sociedad, desde los más vulnerables hasta los sectores más encumbrados. Además, hay poblaciones que habitan en zonas distantes de los grandes centros urbanos, dedicados principalmente a actividades agropecuarias que emplean las mismas técnicas de producción y comercialización de hace más de dos siglos, riego por gravedad, principalmente. Algunos ven a la minería como una “amenaza” porque no pueden competir con los beneficios y salarios que ofrece el sector minero, ergo, algunos concluyen erróneamente que mejor no esté presente, dejando sin oportunidades a jóvenes y adultos que tienen derecho a proveerse legítimamente mayor bienestar. Entre las actividades agropecuarias y la minería no existe exclusión alguna, surgen complementariedades y sinergias que las potencian mutuamente.
Afortunadamente, el Perú cuenta con yacimientos que, si son puestos en valor, fácilmente podría recuperar el segundo puesto como mayor productor de cobre del mundo y optar con certeza por competir por el primer lugar. Lo trascendente para el país es la expectativa de demanda y el apetito por el metal rojo. Si el Perú desarrolla nuevas minas –antes que sus competidores–, la nueva producción de concentrados de cobre será fundida, refinada, convertida en alambrón o tubos de cobre en algún lugar; pero si nuestro país llega con nueva y mayor producción de cobre al mercado mundial, lo más probables es que un inversionista decida instalar nuevas plantas fundiciones y refinerías empleando tecnologías modernas que superen los más altos estándares ambientales.
Además, las nuevas inversiones generan oportunidades de empleo productivo, lo más relevante es que se capacita a recurso humano local que se especializa en la ubicación de nuevos yacimientos, en la extracción de mineral, en su procesamiento y refinación. De esta manera, la sociedad en su conjunto se beneficia, el estado y los gobiernos subnacionales recibirán más recursos económicos para hacer posible que los inmensos volúmenes de agua que se desaprovechan en el mar sean almacenados y empleados por todos los sectores económicos, desde el consumo humano, la agricultura y todas las otras actividades.
En adición, se incrementará la demanda de insumos que adquiere la minería a la industria local, lo que fortalecerá la capacidad productiva del Perú. En todos los escenarios, la oferta de la minería formal al Perú es superior a la que podría configurarse con las actividades ilegales.
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