Jorge Varela
Opciones socialistas en disputa
Socialismo del siglo XXI y socialismo democrático

Pensar el socialismo frente a lo que podría ser su recambio o adaptación al tiempo nuevo, pasa por pensar la izquierda y su actualización. Resulta lógico entonces partir de una definición de izquierda emanada del sector. Marta Harnecker –psicóloga y estudiosa marxista chilena, discípula de Louis Althusser– entendía a la izquierda como un “conjunto de fuerzas que luchan por construir una sociedad alternativa al sistema capitalista y su lógica del lucro… una sociedad de trabajadores organizada a través de una lógica humanista y solidaria… una sociedad que no se decreta desde arriba sino se construye desde abajo, ocupando el pueblo un papel protagónico”; “es decir, una sociedad socialista” (Marta Harnecker. “América Latina y el socialismo del siglo XXI”, Cuaderno 1. ¿Hacia dónde va América Latina?).
Socialismo del siglo XXI
Ya el año 2000 se hacía alusión al 'socialismo del siglo XXI’. Uno que no tiene problemas con esta denominación es Álvaro García Linera: “cuando uno habla del socialismo está hablando de algo que sea distinto a lo que estamos viviendo. Podemos colocarle otro nombre. Si a alguien no le gusta la palabra socialismo que le coloque ‘comunitarismo’, si no le gusta comunitarismo, que le coloque el nombre de “buen vivir”, no hay ningún problema, no nos vamos a pelear por los nombres” (García Linera, citado por Harnecker).
En tanto Marta Harnecker expuso latamente a través de su obra los rasgos que, de acuerdo a la opinión de varios pensadores y dirigentes políticos, deberían caracterizar al socialismo del siglo XXI y que, según ella, se retoman gran parte de los planteamientos originales de Marx.
La redistribución del poder y otra forma de representatividad
En el texto mencionado es central la cuestión de la redistribución del poder. “Nosotros lo que sí rechazamos es la democracia representativa burguesa porque no es suficientemente representativa. Es la democracia socialista… la que mejor responde a las clásicas definiciones de democracia. Es ella la que puede permitir materializar la célebre frase de Abraham Lincoln: ‘un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo’. El desafío entonces es construir otro sistema de representatividad democrática que verdaderamente sea la expresión de los intereses de la clase trabajadora y la sociedad en general”.
“De lo que se trata es de impulsar un proceso de toma de decisiones por parte de la sociedad en todas las esferas de la vida social, es decir, de un proceso de socialización de la toma de decisiones en la que las personas electas como representantes, delegadas/os o voceras/os sean electas a partir de las asambleas de las comunidades y centros de trabajo. Para hacer posible este objetivo es necesario reemplazar el sistema representativo de la democracia liberal burguesa, por un sistema de delegación o vocería”.
Movimientos sociales y nuevos militantes para una nueva sociedad
Inspirada en los movimientos sociales antineoliberales, Harnecker propuso la articulación entre una dimensión de la totalidad social, en la medida que existe la urgencia de superar el modelo y construir una sociedad solidaria y justa, y una dimensión no totalizante que convoca a lo diverso y lo valora. Desde su enfoque, no hay una sola agenda a la que todos los países puedan ajustar sus transiciones al socialismo, sino un reconocimiento explícito de las historias, de las tradiciones y correlaciones específicas. Es oportuno recordar que Harnecker asesoró al régimen cubano y al venezolano.
En el Cuaderno 3 configuró una nueva concepción acerca de la transformación social estructurada sobre nuevos partidos y movimientos sociales. Allí escribió que se necesitan nuevos militantes “que con su forma de vivir y militar prefiguren la nueva sociedad”. Ella se coloca ante la necesidad y deber de una creación práctico-teórica, “como condición ineludible de la actividad transformadora”. El antropólogo Rodrigo Ruiz E. precisa que lo de Marta Harnecker “es un pensamiento en devenir” (Prólogo de “América Latina y el socialismo del siglo XXI”.)
El objetivo de Marta queda clarísimo cuando señala: “Debemos preguntarnos si lo que se busca es remozar el capitalismo haciéndolo más humano o se busca construir una sociedad que supere el capitalismo. No sería, por lo tanto, sólo el tema de la lucha por la igualdad… lo que caracterizaría a la izquierda, aunque éste sea uno de sus rasgos esenciales, sino también su rechazo a un modelo de sociedad basada en la explotación y la lógica del lucro: el modelo capitalista” (“América Latina y el socialismo del siglo XXI”).
Dilemas del socialismo chileno
Toda esta descripción en torno al socialismo del siglo XXI que Harnecker se empeñó en sustentar sobre pilares marxistas es semejante a un gran recetario de aspiraciones ideológicas, objetivos y sueños políticos por realizar, el que en experiencias reales -como las de Venezuela, Nicaragua, Bolivia- se convirtió al final en una serie extensa de relatos de terror y fracaso.
En otro ámbito como el de Chile, hablar de socialismo del siglo XXI resulta inoportuno y es casi una blasfemia. El histórico Partido Socialista atraviesa un periodo de intensa confusión política-doctrinaria, a la que es inevitable agregar: la destitución constitucional reciente de su emblemática senadora Isabel Allende, la confluencia de serios desencuentros con dirigentes de partidos de izquierda radicalizados que conforman la actual gestión de gobierno, más la circunstancia de hallarse en pleno proceso de definir su estrategia electoral, decisión que podría derivar en una candidatura presidencial alternativa a la del oficialismo.
El drama del socialismo chileno consiste en que ha privilegiado las conjeturas y desviaciones del viejo modelo rojizo y no ha podido salir del paso; falto de imaginación generativa aún no se atreve a desprenderse del fracasado socialismo real para optar por un verdadero proyecto socialista democrático.
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