Ni políticos, ni tecnócratas: servidores públicos

Recordando el primer discurso presidencial de PPK

“Desde el punto de vista de la comunicación política, fue un buen mensaje presidencial… ‘Firme y Feliz por la Unión’ fue la expresión con la que el señor presidente rubricó su mensaje… El presidente manejó su discurso inaugural a la Nación con solo dos de las categorías subyacentes al lema fundacional Firme y Feliz por la Unión. Dejó para sí la felicidad y la unión —que no causan controversia— y dejó lo de firme para Fernando Zavala cuando se presente ante el Congreso. Allí sí se acabó el recreo. Porque planes, metas e indicadores suscitarán polémica”.

Estas palabras formaron parte de nuestro análisis del discurso presidencial del 2016. Con lo dicho por PPK, la población se ilusionó con la recuperación de los cinco años perdidos —moral y económicamente— en la nefasta gestión Humala-Heredia.

Ya antes y apenas conocido el triunfo electoral, habíamos escrito en este espacio de El Montonero, que era indispensable hacer una auditoría internacional sobre los llamados megaproyectos heredados. Ello, por cierto, no ocurrió y —por el contrario— se sucedieron vistosas y publicitadas visitas del presidente a la pareja conyugal en Palacio.

El gobierno de PPK —con el pretexto de la palabra mágica “destrabe”— no solo no auditó, sino que hizo suyos los proyectos. Y particularmente convirtió en bandera aquel de Chinchero, el rechazado por los especialistas y por la opinión pública. Ese que parecía —aparte de sus vicios (reconocidos por el propio gobierno)— el proyecto “de la hermana de su hermano”. Me refiero al primer ministro. Por lo que, ante el escándalo, hubo que retroceder.

Lo cierto del caso es que este primer año de gobierno supo poco de firmeza y menos de felicidad y unión. Los encontronazos con especialistas y con algunos medios de comunicación —pues otros convenientemente aplaudieron el destrabe— reemplazaron lo que los peruanos esperaban: propuestas y acciones inmediatas ante las urgencias.

Demás está decir que todos los economistas reconocen graves errores de gestión. Demás está aludir al decrecimiento del PBI en este año. Los empresarios y la gente de la calle —en este caso lo demuestra la caída en las compras— intuían la evanescencia de más de cien mil empleos formales.

Recordábamos, en el artículo que hemos citado, que había sido el propio PPK quien trajo a la mente Conversación en la Catedral. Que hasta realizó una innovación lingüística cuando formuló su expresión “Hay que desjoder al Perú”, en clara alusión a las palabras con las que el personaje Zavalita abre la novela Conversación en la Catedral.

Dijimos: “Insondables los misterios de la mente. PPK escoge como primer ministro a un Zavala. Cuando es Zavalita —en Conversación en… — el que pesimista o cínicamente acuñó la frase “¿en qué momento se jodió el Perú?”.

El hecho concreto no es la discusión acerca de si sobraron técnicos y faltaron políticos. Pues unos y otros —cuando asumen gestión de gobierno— son simplemente servidores públicos, pagados por nuestros impuestos para ser eficientes y transparentes. Para poder ejercer liderazgo, entonces, en todas y cada una de sus propuestas. Tocaba a PPK y al primer ministro despertar y ejercer ese liderazgo, pero no lo hicieron.

No solo se ha destrabado poco, sino que se ha trabado el liderazgo moral. Chinchero —técnicamente hablando— fue la parte por el todo. Creó percepción de inmoralidad y enlodó. Tal vez el presidente pueda desmarcarse constitucionalmente de todo esto, pero parte de la recuperación de la confianza pasa por el reemplazo del señor Zavala como primer ministro. De no ocurrir ello, y a pesar de algunos buenos augurios económicos, podremos estar ante la calamidad de diez años perdidos.

Eduardo E. Zapata Saldaña