Jorge Varela
Metapolítica católica tradicionalista
Y su dimensión escatológica

A la pregunta ¿qué es la metapolítica?, un destacado referente católico tradicionalista, Silvano Panunzio (1918-2010), respondió así: “Es la escatología adquirida… En un sentido recíproco, más correspondiente, la escatología puede considerarse como la metapolítica inspirada. Esta segunda es propia de los profetas, los cuales la revelan en el símbolo; la primera es propia de los sapientes, los cuales la interpretan según un sistema tradicional de doctrinas que tiene ya el carisma de los milenios”.
De hecho son metapolíticos: Platón y San Agustín, Dante y Santo Tomás, San Buenaventura y Vico, Leibnitz y De Maistre, Sturzo y Pío XII. “Todos estos espíritus magnos no son solamente cultores de la metafísica pura, o sea de la ciencia de los primeros principios, sino testigos e intérpretes de la metafísica aplicada, o sea de la ciencia de los fines y de los medios: precisamente la metapolítica” (Panunzio, en “Metapolitica. La Roma eterna e la nuova Gerusalemme”).
“Puede agregarse que las dimensiones de la metafísica, de la escatología y de la política están todas presentes en el carácter cuadridimensional de la metapolítica, la cual en sustancia resulta de una singular combinación de cada una de las tres. De hecho, si la metafísica es propiamente el ‘arte de los medios’, y la escatología la ‘ciencia de los fines’, la política verdadera y mayúscula es la ‘ciencia y el arte de los medios’; a la primera pertenece la sapiencia divina, a la segunda la justicia cósmica, a la tercera pertenecen, simultáneamente, la fortaleza y la prudencia humanas y terrestres” (traducción de Gianfranco Sangalli Ratti, en Arbil Nº 117).
Metapolítica y criptopolítica
Por su parte el filósofo ítalo-chileno Primo Siena agrega que una nota característica del magisterio panunziano es la contraposición entre la metapolítica y la criptopolítica. “La primera es concebida como una ciencia sintética que resume en sí la metafísica (ciencia de los principios), la política (ciencia de los medios), y la escatología (ciencia de los fines últimos)”. En esta perspectiva, Panunzio, define la metapolítica también como ‘metafísica aplicada’ que no debilita la política real, concreta. “La segunda –la criptopolítica– es la expresión de poderes ocultos (entre ellos, los servicios de inteligencia política y financiera, y la criminalidad organizada a nivel mundial), que, disfrazados políticamente, con moto progresivo van ocupando los espacios de donde ha sido desalojada, solapadamente, la política” (revista Arbil Nº 100)
“Aquello que se expresa como metapolítica y criptopolítica, representa categorías antagónicas que permiten la comprensión plena del fenómeno político actual, y en verdad, de todo tiempo”, escribe Sergio Fritz (en su reseña del libro de Siena: “La espada de Perseo, itinerarios metapolíticos”).
Las herramientas que Primo Siena dispone para una pedagogía del tema que origina su libro son metafísica, simbología tradicional, ciencia política, filosofía, historia, religión y literatura. Desde esta visión, el autor invita a una reflexión acerca de las diferencias entre una política sublime (metapolítica) y lo que ha devenido de aquella en el mundo moderno: la criptopolítica; a la vez que resalta las virtudes de la primera.
Siena precisa que “la metapolítica es la política guiada por principios de orden tradicional, es decir no humanos; o si se quiere, la aplicación de la metafísica en el orden político”. En tanto que “la criptopolítica es el mundo de la baja política, la que se encuentra alejada de una orientación divina, por ser dirigida por intereses individuales o tribales. La clasificación no es pueril, y, a diferencia de lo que algunos creen, el uso de la voz metapolítica sí tiene un sentido y por tanto obedece a una necesidad… cuando la política se ha desgastado y se ha hecho sinónimo de corrupción”.
De algo más que de política
“Se trata, entonces, de algo más que política, entendida ésta como la ciencia o arte de la organización de la ciudad. Es ir a los principios fundadores y rectores del orden divino que necesariamente han de plasmarse en la realidad del mundo cívico. Una tal diferenciación conceptual (entre política y metapolítica) ciertamente no tiene sentido en las comunidades tradicionales, donde todo se rige y articula de acuerdo a un plan de Dios y se expresa en un grupo de seres cualificados para interpretar dicho designio. Pero, en el mundo actual, donde la creencia en un orden divino ha perdido toda fuerza, y ello no solo a nivel de ‘las masas’ sino que en la supuesta ‘elite', ciertamente que sí tiene un valor preciso” (Sergio Fritz, en su reseña del libro de Siena La espada de Perseo, iterinarios metapolíticos”).
Es desde este terreno que Primo Siena nos habla, con aquel coraje que le ha sido propio en su trayectoria, de la cual mucho podría escribirse.
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