Mercado persa de candidaturas

Sobre la democracias internas dentro de los partidos

A estas alturas ya podemos anticipar con toda seguridad que la próxima representación parlamentaria será igual o peor que la actual. Serán cinco o seis agrupaciones políticas que obtendrán representación en el Congreso, pero al cabo de un corto tiempo otra vez se fragmentará en once o doce bancadas, bloqueando la posibilidad de generar una agenda legislativa de calidad.

Semejante escenario pesimista pero realista, tiene asidero en el actual espectáculo que apreciamos para conformar las planchas presidenciales, las candidaturas al Congreso y al Parlamento Andino. En rigor, estamos viviendo un mercado de candidatos al estilo persa. Como un enorme laberinto de interminables galerías donde funciona la oferta y demanda. Pero las reglas son nada claras. Además, hay una extremada angurria por obtener el poder o ser elegidos a como dé lugar a uno de los 2,793 cargos (Congreso,  Parlamento Andino y planchas presidenciales)   

Personajes que transitan de una tienda política a otra sin algún pudor. Otros que un día figuraban en una lista de un partido y al día siguiente terminan en otra opción política. Un candidato a la presidencia a quien lo dejan plantado en la puerta del JNE porque no llega el personero legal ni el presidente del partido para la inscripción de la plancha. Otra candidata que declara abiertamente que le da igual postular en cualquiera de las tres opciones políticas que ocupan los primeros lugares en las encuestas y luego termina en una lista al Congreso de un partido al que denostó en todos los idiomas. De pronto, vemos a ex futbolistas o miembros de la farándula convertidos al oficio de políticos.  Podríamos enumerar una amplia lista de candidatos donde no ha existido un proceso de elecciones primarias o democracia interna.

Pero para ser justos hay algunas excepciones. Por un lado, es rescatable el mecanismo implementado por Fuerza Popular de Keiko Fujimori y Peruanos por el Kambio de PPK. Ambos partidos crearon comisiones de evaluación para los postulantes con el fin de explorar su situación legal o si, por razones de estrategia electoral, era conveniente incluirlos. Además, evitaron llevar candidatos que podrían expresan oscuros intereses. Por otro lado, tanto Acción Popular como el Frente Amplio han llevado proceso de democracia interna. Pero son la excepción  en medio de este mercado de candidaturas.      

La cereza de la torta es la promulgación de la  Ley 30414, que modifica la Ley actual de partidos políticos. Dicha ley ha generado incertidumbre en las organizaciones que participan en las elecciones. Una norma enviada por el presidente del Congreso el 23 de diciembre de 2015, pero recién publicada el 17 de enero de este año, con un extraño silencio, tanto del Poder Ejecutivo como del presidente del Congreso, Luis Ibérico. Una ley que pretende poner en vigencia nuevas reglas de juego en pleno proceso electoral.

Digamos las cosas como son. No estamos en un proceso de elecciones primarias o del ejercicio de democracia interna en los partidos. Estamos donde predomina el mercado de candidaturas. La ONPE y el JNE funcionan en realidad como una mesa de partes para validar pantomimas o remedos de elecciones internas. Hay un extraño pacto del silencio por el cual todos saben que no hay democracia interna en la gran mayoría de partidos políticos. Sin embargo, todos terminan por aceptar un  ritual hipócrita donde se formaliza una gran farsa. El precario sistema político peruano termina siendo un espejo de uno de los países más informales y poco institucionales del mundo.

Queda pendiente una verdadera revolución institucional. Y por ahora no asoma ninguna corriente de opinión, reforma cultural de la política, candidato o fuerza que se proponga como misión la creación de un verdadero sistema y comunidad política. Estamos condenados por otro lustro a ser espectadores de los mismos escándalos y miserias de una nueva representación política mediocre, por cierto con honrosas excepciones.      

Neptali Carpio