Jorge Varela
Magma social chileno busca su cauce
Se busca nuevos líderes políticos

El resultado de las recientes elecciones primarias presidenciales que han tenido lugar en Chile es motivo de diferentes opiniones y análisis por parte de comentaristas nacionales y extranjeros, y de algunos neófitos interesados en sacar conclusiones preliminares de un proceso que se encuentra aún en plena evolución. Para muchos el triunfo de los candidatos Gabriel Boric y Sebastián Sichel, dos hombres que no habían nacido cuando se produjo el quiebre democrático en 1973, ha sido sorpresivo e inesperado, razón por la cual se sostiene que ambos postulantes representan un claro cambio generacional. El primero encabezará la lista de izquierda Apruebo Dignidad, –donde confluyen el Frente Amplio (FA) y el Partido Comunista (PC)–; el segundo liderará a Vamos Chile, coalición de derecha. La trascendencia de lo ocurrido radica en que derrotaron a los alcaldes Daniel Jadue (figura importante del Partido Comunista) y Joaquín Lavin (de la conservadora Unión Demócrata Independiente), respectivamente.
A partir del domingo 18 de julio se ha configurado un escenario más complejo y menos acogedor para los partidos de la Nueva Mayoría (ex Concertación Democrática), actual Unidad Constituyente, entidad de centroizquierda que no participó en los comicios referidos y cada día que pasa dispone de menos espacio.
¿Es lo mismo Yasna que Chana?
Según el sociólogo Ernesto Ottone, la centroizquierda chilena “está en un gran vacío, no aparece en este cuadro”. En su caída han incidido tanto la pérdida del impulso como la desafección de los partidos de dicho sector frente a sus propios gobiernos. Para Ottone, la senadora democristiana Yasna Provoste podría ocupar el espacio de la centroizquierda. Pero “primero hay que ver cuál será su discurso, si va a tener solo el cascarón de la centroizquierda o sus contenidos. Aún así la correlación de fuerzas ya es otra” (El Mercurio, 22 de julio de 2021).
Entonces, qué podría ofrecer la izquierda socialdemócrata que, con excepción de las dos administraciones del centroderechista Piñera, ha gobernado a Chile durante 22 años desde la recuperación democrática, si el espacio de competición es mucho más estrecho para el denominado centro moderado.
La pregunta elemental es: ¿qué representa la senadora Provoste?, quien consuetudinariamente se ha identificado con posturas de izquierda tibia. ¿Representa algo distinto a lo que constituye el núcleo de sustentación ideológico-programático de Boric? ¿Existen diferencias medulares irreductibles entre sus plataformas programáticas básicas conocidas hasta ahora?
Ya veremos para dónde tirará finalmente Provoste. Su navegación no será fácil. Admiradora entusiasta del fallecido Radomiro Tomic y perteneciente a la corriente ‘chascona’ dentro de su partido, si ella persistiera en escorarse a la siniestra podría acceder al mismo tercer lugar que obtuvo su ídolo en 1970, año en que fue elegido Salvador Allende. Además, debiera ponderar que el típico elector de izquierda siempre optará por un modelo original, antes que por una copia o ejemplar de imitación. ¿Qué sentido tendría que siga las aguas de Boric e intente ganar por penales en una cancha en la que tan solo jugaría de visita y no de local?
En la primera vuelta de noviembre Yasna estará circunscrita a moverse en un espacio que hasta el momento es más favorable a la izquierda del abanderado Boric que a su aspiración de última hora. Por el flanco derecho, el cerco es mucho más alto y difícil de escalar, no obstante su condición de eximia gimnasta y de profesora de educación física.
No tengan miedo, dijo Boric
“No le tengan miedo a la juventud” afirmó Boric la noche de su consagración, con un matiz de voz un tanto inseguro que suscitaba escozor en varios de sus adictos más críticos. Y buscó apoyo en Beatriz Sánchez –ex-candidata presidencial del Frente Amplio en 2017– para que ella le insuflara inspiración e ideas, de modo de no repetir las viejas arengas gastadas de Salvador Allende de hace 48 años, intentando superar de paso la emoción que le invadía. Luego, ya más tranquilo, ratificó su principal idea-fuerza: “Si Chile fue la cuna del liberalismo, también será su tumba”. Aunque en un rapto de cordura acotó: “Pero todo tiene luces y sombras y Chile no se refunda todos los días” (El Mercurio, 19 de julio de 2021).
Con todo –según Ottone–, el frenteamplista Boric sustenta contenidos de izquierda radical que se distancian de una izquierda democrática, socialdemócrata y reformadora, cuyo cauce administra con serios problemas la Unidad Constituyente de Provoste.
¿Refundar o reformar?
Uno de los grandes dilemas que deberán resolver los chilenos es precisamente éste: refundación o reforma. Boric ha enfatizado que no se está corriendo hacia el centro: “Tenemos nuestros domicilios políticos muy claros. Esta es una candidatura de izquierda que entiende que para gobernar Chile se requieren amplias mayorías y que para hacer transformaciones sustentables en el tiempo tenemos que hablar más allá de nuestras propias fronteras” (*).
Al postulante de esta nueva izquierda le esperan diversos desafíos. Entre ellos, emprender un diálogo fructífero con los componentes de la Lista del Pueblo; e incorporar sin ahuyentar a la militancia del PC y a otros miembros de Chile Digno, incluidos los del partido Igualdad, pues los 1.7 millones de votos no le alcanzan hoy para ‘hacer cumbre’, y necesariamente deberá apuntar en otras direcciones. No es suficiente subirse a un árbol de su ciudad natal.
Subirse a un árbol con los brazos abiertos no es lo mismo que llegar a la cima, pues esta imagen de campaña se parece más a una crucifixión que a una glorificación. Con razón Juan Carlos Monedero, cofundador del partido español Podemos, ha manifestado que “uno de los desafíos que va a tener la izquierda chilena es preguntarse si quiere gobernar o no”(*).
* El Mercurio, 21 de julio de 2021.
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