Eduardo Zapata
Los jóvenes a la tumba
Las nuevas generaciones y el divorcio Estado-Ciudadano

Leo que según un estudio actualizado por el INEI, que detalla el porcentaje de peruanos mayores de 15 años en situación de pobreza, el 3% tiene educación universitaria. Incluyendo personas con post grado. ¡Menos de S/ 344 al mes es su capacidad de gasto!
Y aun cuando no se llame técnicamente pobreza, no mucha mayor capacidad de gasto tienen egresados y titulados que laboran en zonas urbanas por S/ 1,000 o S/ 1,200. Irónicos y reveladores suenan por ello esos avisos que piden “practicantes con experiencia”. Si la tienen, no son ya entonces “practicantes”. Es un eufemismo que anticipa una baja remuneración.
Sabemos que salarios y sueldos están sujetos a oferta y demanda. Pero sabemos también que un solo sueldo de un gerente superfluo de una compañía —con todas sus gollorías— paga a veces la planilla toda de esa compañía.
Esa es la “responsabilidad social” primera de una empresa. Retribuir al trabajador con justicia para lograr un buen producto. RS no es vender imagen “sembrando arbolitos” para quedar bien con la moda y de paso posicionarse. No digo que esté mal que lo hagan. Pero primero lo primero.
Y aquí nos encontramos con las “reformas” planteadas por nuestro Presidente. Como solución (supuesta, si no es para ganar solo tiempo) a los males nacionales.
¿Ha tenido usted una bicicleta a la que —con el uso y los pinchazos de llanta— tenía que llevar al bicicletero? Llegaba un momento en que la pobre cámara no admitía más parches.
Y en gran medida las reformas aludidas pueden ser un dechado de “notabilidades” —hechas por “notables”, además—, pero en su mayoría son parches declarativamente bonitos. Aunque solamente para una cámara bicicletera del ayer.
Solo a modo de ejemplo. En lo referente a justicia, lo concreto y realista es crear una Escuela —con profesores foráneos, para evitar lobbies ulteriores— que prepare a quienes desean meritocráticamente ingresar a la carrera judicial. Dos años; como la Academia Diplomática. Pues no basta el título y hay que preparar fiscales y Jueces. Porque, además, sabemos de las falencias de nuestras universidades. Una reforma, por hermosa que sea, pero actuada por incompetentes, no garantiza justicia.
Y a vuelo de pájaro, en la reforma política faltó lo fundamental: el voto facultativo. Aquel que nos asegura precisamente la libertad y no la tutela. Sin aquello, la democracia propuesta deviene en coerción pseudo democrática.
Y vuelvo a los jóvenes. Porque el 27% de los usuarios del Estado está entre los 15 y los 29 años. Y tenemos un 26.4% entre 0 y 14 años de edad que no aspirarán obviamente a un Estado del ayer.
No hay necesidad de muchas consultorías para darse cuenta de que un hijo de la electronalidad espera un Estado pequeño, simple, capaz de soluciones concretas e inmediatas, y sin tramitologías estériles. Mientras ello no se dé, el divorcio Estado/ciudadano será cada vez mayor.
Conocidísima la expresión de González Prada que los “jóvenes a la obra y los viejos a la tumba”. Pareciese que la mirada del Estado —y de la misma empresa que malbaratea el talento y la creatividad— quiere condenar a la mayoría joven de este país a esa tumba a la que podemos aludir metafóricamente hablando. Tumba de ciudadanía y Estado.
COMENTARIOS