Lo reiteramos: traición a la patria

En líneas generales, la palabra soberanía proviene del impulso a sacudirse de la dependencia. Implica entonces una voz de emancipación que ha ido adquiriendo forma en el desarrollo de la historia. Poco hemos reparado en que los sucesos políticos de los últimos tiempos la han puesto en juego. Desde la vieja disputa colonial entre Alto Perú y Bajo Perú —donde siempre subyacía un canje de soberanías territoriales— hasta la reciente Acta de Sujeción firmada por el Perú ante el Estado brasileño con motivo del escándalo Odebrecht.

Vizcarra no ejerce soberanía allá en el sur del Perú. Marchas y contramarchas. Por conexiones históricas y étnicas (unidas al obvio aprovechamiento político) el señor gobernador de Arequipa parece estar más cerca del Alto Perú que del Bajo Perú. A las órdenes ulteriores de Evo y el Foro de Sao Paulo, entonces, con riesgos ciertos de perder hasta soberanía territorial. Pues la política ya la perdió.

El acuerdo con Odebrecht nos recuerda un artículo que escribiéramos allá en el año 2017. El régimen de ladronzuelos del Partido de los Trabajadores de Lula había tomado el Estado de Brasil para que este —a través de sus constructoras y en complicidad con constructoras locales— corrompiese a todo un continente. Y con ellos nos allanamos al llamado tratado de colaboración eficaz con Brasil y sus autoridades, cediendo soberanía aun a sabiendas.

Decíamos en aquel artículo, suscribiendo lo dicho por Jaime de Althaus: “… lo que se descubrió fue precisamente que ella (la red) incluía a parte importante de las élites empresariales y políticas brasileñas, y no cada una por su lado, sino coludidas en un plan común de auto perpetuación en el poder… y en una política de Estado orientada al expansionismo económico y al control político de otros países”.

Coincidíamos así con Jaime en el sentido de que el Estado brasileño debía pagarle al Perú por el enorme daño ocasionado y subrayando la exigencia de resarcimiento “porque fue una política de Estado”. La solución era muy simple y la acaba de ratificar Pedro Olaechea. Lo que se debió hacer es “un embargo preventivo, que implicaba cerrar los libros de acciones, declarar depositarios a todos los directores, retener todos los pasaportes y que siguieran trabajando”. Se salvaguardaba la soberanía y no se cometía traición a la patria.

Pero al amparo de ese “convenio” permitimos que los mafiosos de aquí y de allá siguieran operando, que se llevasen todas sus posesiones y que hasta nos amenazasen con ir a tribunales internacionales. Permitimos entonces que la justicia de otro país se inmiscuyese en nuestra soberanía y protegiese a sus bandoleros y a los nuestros.

El Título XV del Código Penal (Delitos Contra el Estado y la Defensa Nacional), Capítulo I, titulado Atentados Contra la Seguridad Nacional y Traición a la Patria, el Artículo 325 es sumamente explícito. En el contexto del concepto de traición a la patria y de lo que constituye un atentado contra la integridad nacional señala: “El que practica un acto dirigido a someter a la República, en todo o en parte, a la dominación extranjera… será reprimido con pena privativa de libertad no menor de quince años”.

Los “héroes” de la Fiscalía de ayer y hoy solo lo son, entonces, para la industria mediática (periodismo radial y televisivo, periódicos, articulistas de opinión, ´especialistas´ contables, tributarios y en Derecho). Es más que seguro que el Acta de Sujeción fue suscrita en el propio Brasil.