Hugo Neira

Lo que perdimos con Manuel Seoane

A sesenta años de la muerte del gran político aprista

Lo que perdimos con Manuel Seoane
Hugo Neira
04 de diciembre del 2023


Hace 60 años que falleció don Manuel Seoane, y para honrar su memoria les invito a leer el artículo que le dediqué en el diario
Expreso del viernes 13 de setiembre de 1963. Un gran peruano aprista que tuvo que exiliarse muchas veces, y a Chile en particular. Allí fue director de la publicación Ercilla que se convirtió en la primera revista del país. Y cronista del diario Noticias de Última Hora. Seoane era un presidenciable, tenía todas las cualidades. Y como lo señalé alguna vez, pudo quizás haber ganado las elecciones de 1963 porque caía bien a mucha gente fuera del partido y era un líder muy reconocido adentro. Dicho artículo fue reeditado en mi libro Pasado presente: crónicas de los 60, en el 2001, y luego por el Fondo Editorial del Congreso del Perú, en el 2003, en el libro de homenaje a Seoane preparado por Eugenio Chang-Rodríguez que lo considera "el aprista más importante después de Haya de la Torre. El más brillante y elocuente orador de su partido". Mi maestro Raúl Porras, cuando era Canciller, lo nombró en 1958 embajador del Perú en Holanda. (Lo será también en Chile, en 1961). Murió poco antes de cumplir 63 años, en Washington. La OEA lo había nombrado Coordinador de la Alianza para el Progreso. Tanto en los Estados Unidos como en América Latina "era apreciado y estudiado por sus aportes al periodismo, a la política, a la diplomacia de su patria", escribió Chang-Rodríguez. 

Les dejo entonces con el joven cronista de Expreso

 

***

Adiós a un luchador

Las primeras palabras al recibir la noticia de la muerte de Manuel Seoane no pueden ser otras que las que brotan de la amistad sorprendida por la muerte; palabras de dolor y sentimiento. La noticia, en su brutal concisión, nos pareció, aun a los que no fuimos ni condiscípulos ni amigos íntimos de Seoane, remota, increíble, irreal. Era un hombre tan hecho a la vida que la abstracción sangrante de la muerte nos parecía atrevida para medir su sonrisa y su gesto combativo, lleno de voluntad de hacer.

Para los que no somos apristas, para los que vinimos después de las jornadas del año 23 por la Reforma Universitaria y por la libertad de pensamiento, en suma, para los jóvenes que formamos la mayoa de la población del país, Seoane resume la grandeza y los sinsabores de una edad heroica y trágica del Perú, que no deseamos que regrese. Es Seoane el hombre del destierro y el exilio brillantes. Encarnó una manera de su generación, la posibilidad de serlo todo: periodista, diplomático, orador, político.

Seoane es el gesto, la voz persuasiva que enardece o emociona a multitudes. Es la admirable capacidad de síntesis. Es la curiosidad por las cosas y las vidas. Es un estilo de vida magnífico e irrepetible. No podemos reprochárselo en nombre de los terribles especialismos del a. No le estaba otorgada la posibilidad de dirigir su intención comunicativa en una sola dirección. No le estaba dado elegir. El Perú trágico y tenso que le esperaba en la adolescencia universitaria y en la hombría luchadora sugea las formas más recomendables de su quehacer. Consideremos el mundo que enfrentaba: el país dividido y desmoralizado que dejó Lega, la esterilidad y la incomprensión que desataron los primeros axiomas y los mitos colectivos con los que despertó a la acción la soñadora generación aprista.

He aquí, pues, que Seoane agota y encarna una manera de ser del hombre peruano. Más claramente, de las generaciones que nos han precedido. Tiene la curiosidad universal y el gusto por las ideas de los García Calderón o de ctor A. Belaunde; la virtud de la enseñanza de Porras y Sánchez, la habilidad periostica de Mariátegui, el gesto elocuente de Haya, la voluntad de darse sin descanso que define el perfil cultural de esos hombres que han legado el Perú de hoy. Es un hombre de la generación del 23. Nace a la vida civil en la coyuntura histórica que hace surgir las izquierdas y los mitos contemporáneos en nuestra tierra. Es el hombre de las reformas en el campo de la universidad, la diplomacia, el periodismo y la vida pública. El Perú, mal o bien, el que vivimos y padecemos, del que nos sentimos orgullosos o rebeldes, es obra suya.

Quizás se rompe entre nosotros los peruanos la continuidad natural. Quizás Seoane no tenga discípulos. Quizás con él nació y murió un gran estilo. No quiere ser ésta una nota nostálgica, sino abierta, real, verídica. Quiere rendir tributo viril a un hombre que puso toda su alma en expresarse, en llegar al corazón de los peruanos para fundar una nacionalidad sin vergüenzas. Se ha dicho que pudo serlo todo y prefirió el dolor y la marginación por amar a los humildes y elegir la trinchera más difícil. Se ha dicho que sorprendió siempre a todos con una posibilidad de ser y dar, aun en las profesiones que como la diplomacia parean opuestas a la virtud de la rebeldía que cultivara siempre el «Cachorro». Y que, sin embargo, extraía de sí virtudes y calidades,

Hugo Neira
04 de diciembre del 2023

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