Berit Knudsen
Las narrativas y sus interrogantes
El falso antiimperialismo del Foro de Sao Paulo

Los principios del Foro de São Paulo (FSP), agrupación de movimientos de las izquierdas latinoamericanas fundada por Fidel Castro y Lula da Silva en 1990, muestran al “antimperialismo” como eje principal de su filosofía y fundamento para luchar contra la opresión, explotación y desigualdad. Pero un análisis más exhaustivo nos demuestra todo lo contrario.
Cuba sigue siendo el principal actor en las Declaraciones Finales de sus encuentros anuales, donde denuncian todo aquello que llaman “imperialismo”, término que se hace extensivo a todo aquel que no comulgue con el modelo socialista. Por esa vía, avalan y protegen a las dictaduras latinoamericanas, movimientos guerrilleros, concentrando esfuerzos para copar todos los gobiernos en la región.
El problema es que el “antimperialismo” se centra en “una lucha en contra” en lugar de “trabajar hacia”, enfatizando la crítica destructiva sin alternativas; desarrollando la negatividad y conflicto que imposibilita el diálogo, cooperación y soluciones constructivas, propagando estereotipos que incrementan la división, odio y polarización.
Este enfoque ha sido explorado por pensadores, desde la psicología, antropología, filosofía y política. El filósofo alemán Carl Schmitt desarrolló la teoría del amigo-enemigo, mecanismo para lograr cohesión grupal colectiva con discursos que buscan identificación mediante valores e intereses comunes; pero aquellos que no comparten esos valores son excluidos, percibidos como diferentes y convertidos en “enemigos”. El peligro radica en que la exclusión y discriminación puede llevar a justificar actos violentos contra estos “otros”.
Autores como el antropólogo Lucien Lévy-Bruhl, estudian el fenómeno de "participación mystique" o la “sombra colectiva” de Carl Jung, explicando los mecanismos para buscar una sensación de unidad grupal en la que los individuos pierden su propia identidad e incluso justifican actos violentos o inmorales en nombre del bienestar grupal. La sombra colectiva, permite transferir sentimientos de inferioridad y miedo a un "enemigo" que representa todo lo malo, con una ideología que crea una supuesta superioridad moral o cultural.
En el FSP, aunque sea importante oponerse a las injusticias, este enfoque “antiimperialista” se convierte en un fin en sí mismo en lugar de un medio para alcanzar objetivos constructivos. Las Declaraciones Finales y contenidos del FSP, presentadas en forma reduccionista, con una mezcla de agresión y victimización, dificultan la contextualización y argumentación objetiva.
Las creencias y valores se subordinan a la ideología colectiva que promueve ese modelo político y económico inoperante que solo ha traído pobreza y ausencia de libertades individuales en los países donde ha sido implantado; además de las prolongadas dictaduras en Cuba con 64 años, Venezuela con 24, Nicaragua con 17 y Bolivia con 16 años. La falta de flexibilidad y apertura a diferentes perspectivas genera un ambiente de conformidad forzada, donde la divergencia de opiniones es desalentada y la disidencia es castigada. En lugar de fomentar el diálogo constructivo y buscar soluciones inclusivas, el FSP promueve un enfoque polarizado que obstaculiza el progreso y la colaboración entre diferentes actores.
Es importante conocer estos mecanismos que han sido empleados a lo largo de la historia para justificar los peores genocidios de la especie humana. La retórica del FSP presenta una doble moral y un discurso sobre una realidad parcializada y adaptada a para beneficiar sus objetivos, acusando al “imperialismo” con afirmaciones como “Rechazar la política de Washington de criminalizar a los emigrantes” (Foro Sao Paulo, 2019), cuando son estos gobiernos los que originan las migraciones de ciudadanos que huyen de la pobreza y ausencia de libertades. “Preservar la paz en Venezuela es preservar la paz en la región y una de las prioridades de los partidos que integramos el FSP” (Foro Sao Paulo, 2019), afirmación en apoyo a un país denunciado, al igual que otras dictaduras, por violar los derechos humanos y libertades individuales, elecciones irregulares, ausencia de división de poderes, vínculos con el narcotráfico, entre otros delitos.
Este es el peligro al que nos enfrentamos, con una polarización convertida en violencia. Solo la unidad de los grupos que se oponen a esta agenda podrá evitar que esta pandemia continúe. No se trata de oponerse; el objetivo debería ser buscar puntos de convergencia y argumentos contra esa negatividad y fe ciega propagada por el Foro de Sao Paulo.
COMENTARIOS