La segunda reforma de nuestro presidente Vizcarra

Luego de puesta en escena la propuesta de reforma política y definida la fecha del referéndum (el próximo 9 de diciembre), el siguiente paso debería consistir en que el presidente Vizcarra apueste por la reforma económica, tan necesaria para el crecimiento de nuestro país. Es claro que no podemos seguir paralizados con una economía en la que el 75% del empleo es informal (según las cifras publicadas por los últimos estudios). Esa informalidad es —en gran medida— causa y consecuencia, a la vez, de la baja productividad y, por ende, de la pobre generación de valor agregado de nuestra economía.

Revisando la información disponible, Australia es uno de los países que ha logrado mantener una de las tasas de crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) más altas en los últimos 40 años. Es un país caracterizado por una gran cantidad de recursos naturales, que inició en la década de los ochenta un proceso de reformas estructurales que ha defendido a lo largo de los años. Así, empezó con una fuerte inversión en infraestructura, una política de profundización de los mercados financieros y una estrategia de flexibilización del mercado laboral.

Hoy en día existe en Australia una estructura de impuestos a la renta escalonada para personas naturales; mientras que el impuesto al valor agregado es del 10% (comparado con el 18% de Perú) y todas las empresas pagan 30% de impuesto a la renta. El pago de aportaciones para las prestaciones de salud y pensiones es obligatorio para todos los trabajadores, sean estos de carácter dependiente o independiente.

En Perú ha llegado el momento de que el Ejecutivo y el Legislativo lleguen a un consenso y que, al igual que en Colombia, se definan los proyectos prioritarios. Como sucedió con los CONPES (Consejo Nacional de Política Económica y Social) colombianos, que guían el trabajo del Ejecutivo, independientemente del Gobierno de turno. Sin duda, para que estos CONPES funcionen resulta indispensable que se cuente con el consenso del sector público, de los empresarios, los trabajadores y la sociedad civil.

Estoy segura de que el presidente Vizcarra será el líder de esta reforma económica, que no requiere —en su primera etapa— acciones aparatosas sino, más bien, experiencias piloto exitosas que puedan ser replicables. Necesitamos que se genere un ambiente de estabilidad jurídica para promover la inversión, motor del crecimiento económico y de la generación de empleo adecuado. Eso supone corregir las normas que haga falta, emitir las otras y garantizar la predectibilidad de las políticas públicas para un escenario de crecimiento sostenido con igualdad de oportunidades.