Jorge Varela
La revolución chilena en un plazo de 50 años
¿A qué ideas adhiere la izquierda de Boric?

¿Estamos ante una revolución, como se ha escrito? Varios periodistas han usado el vocablo ‘revolución’ para referirse a lo ocurrido en Chile. Parece una expresión exagerada, fantasiosa, pretenciosa. ¿Será porque Thomas Piketty la ha utilizado en su propuesta igualitaria? El conocido comentarista chileno Ascanio Cavallo ha expuesto que el significado preciso del afecto popular hacia Boric es misterioso; y que otra cosa será convertirlo en gobierno. “El amor, esta vez, nace de fuentes que tienen medio siglo por delante”. Es claro que “se sustenta en el fenómeno mismo de haber triunfado con una movilización nunca antes vista, el despliegue de una generación que ha pasado bruscamente de la protesta continua contra el estado de las cosas a la obligación de hacerse cargo de esas cosas, con una firme determinación de cambiarlas”. (Ascanio Cavallo, “La metamorfosis”, La Tercera, 26 de diciembre de 2021).
Cavallo señala que el pasado es más una limitación que una inspiración. Ahí colisiona –para él–, la tentación de comparar este fenómeno con el proceso fallido de la Unidad Popular. “En 1970 triunfó un proyecto ideológico”; según su punto de vista, “en 2021 se ha producido una revolución demográfica, en el marco de una ingente era digital”. Puede que tenga razón, pero me parece que Boric está mirando la proyección de un horizonte histórico preestablecido afincado en el pretérito, y además dispone a su favor de un vasto arsenal utópico para hacer frente a la adversidad.
Referentes de los nuevos ‘Salieri’
¿Cómo denominar a los noveles dirigentes de este vendaval juvenil, si no son precisamente esos viejos revolucionarios barbudos venidos de La Sierra Maestra?. Para comenzar, preguntemos: ¿en qué creen?, si es que creen. El verbo ‘creer’ es sin duda, un término cada vez más en desuso que puede ser reemplazado por otros modos lingüísticos. Cambiemos entonces la pregunta: ¿a qué ideas adhieren los que se identifican con esta generación emergente que se apresta a gobernar? ¿A quiénes les roban ideas? los que querían un presidente joven, como dice la letra del tema de León Gieco. ¿Son los nuevos ‘Salieri’? ¿Los ‘Salieri’ de Gramsci o los ‘Salieri’ de Marx?
Sería torpe sostener que estamos ante una juventud uniforme sin matices ni recovecos, aunque hay trazos ideológicos elementales que marcan la gestación y contenido de su núcleo de pensamiento. ¿Dónde se encuentran sus abrevaderos intelectuales? Ciertamente se trata de jóvenes que no son lectores asiduos de Santo Tomás de Aquino, de las encíclicas papales, ni de Péguy, Mounier o Jacques Maritain, menos aún de los exponentes del conservadurismo integrista.
Algunos de sus referentes conocidos y citados son: Sartre, Simone de Beauvoir, Butler, Fromm, Levi-Strauss, Lacan, Foucault, Deleuze, Bourdieu, Althusser, Marcuse, Adorno, Benjamin, Chomsky, Lipovetsky, Badiou, Derrida, Habermas, Schmitt, Zizek, Sloterdijk, Gramsci, Bobbio, Vattimo, Agamben, Bauman, Chantal Mouffe, Laclau, Piketty, Stiglitz, Stavrakakis, Thomassen, Iglesias, Errejón, Dussel, Freire, Galeano, Boron, García Linera, Soublette, Ruiz y por supuesto, Maquiavelo, Marx, Lenin; para qué seguir, es imposible mencionar a todos. Afortunadamente Boric es un personaje que ha leído a Camus y de repente suele nombrarlo.
Hacia el igualitarismo
Uno de los más citados, el economista francés Piketty es quien afirma que “hay una marcha hacia la igualdad que se nutre a veces de revoluciones, pero más generalmente de rebeliones, de peticiones de más igualdad”. “Estamos en una situación que no es tan distinta de la que llevó a la Revolución Francesa”. La “revolución” de la que habla “consiste en hacer que contribuyan las grandes fortunas”. (Piketty, entrevistado por El País de España, 27 de noviembre de 2021)
Por su parte Guy Sorman –otro francés–, quien comparte solo la mitad de lo afirmado por Piketty, responde que la cuestión es dónde están los ingresos de las grandes fortunas. “Este dinero puede estar en algún lugar, en las Islas Vírgenes o en Panamá”, así que no es fácil gravarlo, ha declarado.
Participación y poder obediencial
A su turno Enrique Dussel –uno de los referentes latinoamericanos– argumenta que “debiera crearse una participación institucional que el Estado moderno no ha creado”, a través de “instituciones de participación que propongan a la representación los fines que controlen esa representación y que la destituyan en el ejercicio del poder si es necesario”. Dussel habla de “el ejercicio de un poder obediencial”, como ha sido postulado por Evo Morales y el zapatismo: “Los que mandan, mandan obedeciendo; pero obedecen si el pueblo que manda, manda mandando. La única forma que tiene el pueblo para mandar es institucionalizando la participación”. “El Estado es un aparato obediencial del pueblo y representante del pueblo”. “Una democracia participativa no debe ser contradictoria a la representativa, pero hay que saberla articular”. “Esa es la revolución del siglo XXI”. “Es una tarea de una generación de patriotas” (entrevista, revista Palabra Pública, Universidad de Chile, 17 de octubre de 2017)
La revolución del siglo XXI: una tarea generacional
Solo cuando los ‘Salieri’ se pongan a trabajar sabremos adónde se dirigirán: si hacia fórmulas hegemónicas edulcoradas o hacia la construcción de estructuras de control estatal rígido. Algo se percibe ya en determinados anuncios acerca de políticas relativas a salud, pensiones, educación, tributos, medioambiente; porque una cosa es el discurso y la anestesia de la gradualidad y otra las convicciones de quienes asumirán la tarea de gobernar.
Cuando Gabriel Boric cita a Íñigo Errejón y reflexiona acerca de la construcción de un orden nuevo, ciertamente no se está refiriendo solo y de modo específico al orden público, pues su cabeza está puesta en un orden distinto al neoliberal. Según Errejón –uno de sus mentores– “la construcción del sujeto es la tarea política cultural fundamental y está parcialmente disociada de los elementos puramente económicos y de los análisis tradicionales de la clase (libro “Con todo. De los años veloces al futuro). No por nada, en su último encuentro con los empresarios Boric comenzó leyéndoles un poema acerca de la desigualdad.
En este sentido, la orientación de las temáticas y de los objetivos políticos es clave para asentar los cimientos institucionales del sistema socialista (anticapitalista-antineoliberal) propuesto por quienes piensan que este “despliegue generacional” debiera tener proyección para largo (50 años, medio siglo por delante).
Errejón ha expresado: “Hay que tener en cuenta que el tipo de cambio político tiene sus propios ritmos. La gente hoy día no quiere cambios bruscos, que se legitiman sola y únicamente cuando todas las demás posibilidades están descartadas. Hay que ofrecer una posibilidad de cambio, pero dentro de los ritmos democráticos, y en particular dentro del sistema representativo-parlamentario” (entrevista, Revista Relaciones Internacionales, Nº 31, Universidad Autónoma de Madrid, febrero-mayo de 2016)
Pero, ¿quién vio el mañana? ¿Qué ocurriría si las articulaciones fallaran o qué pasaría si las convicciones se dañaran?
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