Iván Arenas

La República se muere por el fanatismo

Vivimos en una interminable guerra entre el fujimorismo y el antifujimorismo

La República se muere por el fanatismo
Iván Arenas
06 de noviembre del 2025

 

El Perú necesita un pacto político. Lo que sucede es que la República se ahoga en medio de una guerra casi religiosa entre el fujimorismo y el antifujimorismo. Esta dialéctica falaz ha vulgarizado el espacio público y lo ha reducido a las trincheras en donde cada uno se ha encaramado. Y de adversarios políticos hemos pasado a ser enemigos irreconciliables.

Hoy todo debate público se ahoga entre esta dialéctica y en el medio de ellos los problemas se asientan o crecen. La polarización entre el fujimorismo y el antifujimorismo ha llevado también a que se vuelen todos los puentes. Personalidades, instituciones u organizaciones también optan por posicionarse dentro de esas trincheras de combate.

Así la inseguridad, la criminalidad en minería y la informalidad se incrementan a veces con anuencia del Estado, y otras veces a espaldas y en medio el ciudadano es el desfavorecido. 

El fanatismo ha ganado a una parte de la sociedad política, y entonces la República empieza a resquebrajarse.

En lugar del fanatismo identitario, en el país debería organizarse un debate alrededor de las ideologías, tanto de izquierda como de derecha, que fijen posiciones sobre temas como la economía, el estado, la reformas tributarias, la regionalización. Pero estamos en una república en la que el debate principal ya no gira alrededor de la “cosa pública” sino en encontrar flancos en el fujimorismo o el antifujimorismo, para que tengan éxito político o electoral.

No vale olvidarse que mientras la República se ahoga en el mar del fanatismo, tenemos una excelente oportunidad en el mercado internacional. Hoy mismo hay un nuevo súper ciclo de los minerales, del cobre en especial, que supone inversiones millonarias y con ellos reducción de pobreza y empleo de calidad.

Asimismo, tenemos la agroexportación como otro puntal de crecimiento que disminuye la pobreza y hace crecer a la clase media en las regiones costeras. Un país que hace veinte años atrás exportaba alrededor de US$ 600 millones pasó a exportar alrededor de US$ 11,000 millones. Todo este crecimiento se ha hecho a costa incluso de la enorme polarización que existe en la sociedad. 

El país debe volver a la división razonada entre puntos ideológicos. Y dejar de lado las guerras pasionales e identitarias, que lo único que han hecho es socavar, poco a poco, los cimientos de una República que pide pactos y alianzas.

Iván Arenas
06 de noviembre del 2025

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