Neptalí Carpio

La prisión de los González, ¿y de los Maldini?

Las inequidades de la lucha contra la corrupción

La prisión de los González, ¿y de los Maldini?
Neptalí Carpio
21 de julio del 2017

Las inequidades de la lucha contra la corrupción

Las visitas de Kenji Fujimori a la celda del Ollanta Humala han contribuido a que el encarcelamiento de la ex pareja presidencial empiece a adquirir ribetes melodramáticos. A tal punto que el congresista Mauricio Mulder ha afirmado que estamos en un proceso de “dulcificación” del reciente proceso de encarcelamiento de los referidos personajes, casi como si fuera una novela turca.

Los comentarios van y vienen en la chismosería de los limeños. Uno de ellos parafrasea a la fenecida serie de televisión “Al fondo hay sitio”, haciendo ironía y comparando la desgracia de Ollanta, Nadine y Antauro con la de la “familia González”; mientras en la otra acera del barrio, la “familia Maldini” se frota las manos porque goza de abierta impunidad y protección de la justicia, en vista que sus procesos no son juzgados con la misma vara.

Casi nadie duda de que, efectivamente, varios de los integrantes de la familia González merecían tarde o temprano ser sentenciados por corrupción o por ser traidores a las esperanzas del pueblo (a esto último se refieren con nostalgia los amigos de corazón izquierdista, quienes votaron seguramente por el expresidente el año 2011). Pero no entienden por qué la esposa de un famoso personaje de la familia Maldini exhibe en su poder nada menos que 21 lujosas casas. A un gran sector de la prensa, a fiscales y jueces no les escandaliza nada de eso; el periodismo de investigación no se atreve a realizar una investigación, tan intensa y aguda como la han hecho con los recientes inquilinos de la DINOES de Ate y de Santa Mónica en el Callao.

Un ex presidente, el hermano mayor de la familia Maldini, se atrevió a realizar la transferencia de propiedad de una casa valorizada en S/ 2.5 millones a su hijo menor, quien aún no cuenta con DNI azul; pero los periodistas de investigación se hacen de la vista gorda frente a tan evidente indicio de lavado de activos. Y cuando el fiscal Juárez Atoche se negó a interrogar al testigo Jorge Barata en Brasil, sobre los supuestos aportes de la empresa Odebrecht a Alan García y Keiko Fujimori, a nadie se le ocurrió hablar de una interferencia en las investigaciones. Lo que si les llama la atención es que los hijos de una familia cercana a los Maldini le lleve pan con queso, frazada y casaca al novel presidiario de la familia González en la DINOES de Ate. ¡Esa sí que es una gran noticia para multiplicar su morbo mediático!

Es reiterativo observar en conversaciones de la sociedad limeña cómo los ciudadanos levantan la voz con sonora carcajadas: ¡ya estamos bien viejos para no darnos cuenta que en todo esto hay una grosera manipulación de un sector del poder mediático! ¡Yo solo creeré que funciona un verdadero sistema anticorrupción en el Perú cuando atrapen al hermano mayor de la familia Maldini! ¡Todo lo demás es pura chauchilla!, dicen. Y creo que no les falta razón.

Por cierto, una familia amiga de los Maldini tiene a su padre —un ex presidente— ya hace doce años en una cárcel, un departamento de lujo desde donde tiene la osadía de tuitear cada vez que quiere a los medios de comunicación. Y se rumorea en el barrio que pronto podría ser indultado. El reciente presidiario de la DINOES no se queda atrás; también tiene una familia amiga cuyo hermano mayor tiene orden de extradición de EE.UU., igual por lavado de activos. Y como para crear más chongo en el barrio, el travieso hijo menor de la familia amiga de los Maldini, nos sorprende todos los días con una procaz inteligencia que ya quisiera tener la hermana mayor, tan ansiosa de llegar a Palacio de Gobierno. Curiosamente, como en la serie “Al fondo Hay sitio”, la familia amiga de los Maldini y la familia Gonzales son ahora vecinos en la DINOES de Ate, y seguramente se encontrarán cada fin de semana, quizá compartiendo merienda, tapers y hasta cubiertos. Y todo indica que un sector de la prensa tendrá un sinnúmero de anécdotas para llenar de tinta los diarios.

Tanto en la familia de los Maldini como en la de los González varios de sus miembros están comprometidos en casos de corrupción, como sospecha la ciudadanía en todas las encuestas de opinión. Lo que diferencia a la una de la otra radica en que la primera tiene estrechos lazos con jueces, fiscales y un trato condescendiente del periodismo de investigación; mientras que a la otra de nada le valió que sus integrantes más comprometidos sean cumplidores en asistir puntualmente a las notificaciones de fiscales y jueces, porque igual han terminado en la DINOES de Ate. ¡No han aprendido nada de mis artes para lograr impunidad!, diría el hermano mayor de los Maldini.

 

Neptalí Carpio

Neptalí Carpio
21 de julio del 2017

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