Arturo Valverde

La política faite

Solo busca quemar la pradera para hacerse del poder

La política faite
Arturo Valverde
22 de agosto del 2019

 

Es evidente que en nuestro país existe un tremendo problema de entendimiento, que arrastramos desde hace décadas. Recientemente, los conflictos sociales —en su gran mayoría vinculados al tema medioambiental— sucedidos en Apurímac (Las Bambas), Arequipa (Tía María) y Moquegua (Quellaveco) nos muestran como un país dividido y violento. Quienes tienen la responsabilidad de conducir la nación no han contribuido a fomentar el entendimiento entre peruanos. La política, como arte del entendimiento, no los ha alumbrado mucho; en el Perú se practica una política oscura y de faites, lo que evidencia más la necesidad de contar con políticos profesionales. El cargo político en manos de quienes no reúnen las mínimas condiciones nos puede llevar al descalabro. 

Al Apra, que fue gobierno en dos oportunidades, le tocó lidiar con el terrorismo en el primer gobierno de Alan García (1985-1990); y en un segundo periodo (2006-2011) tuvo como principales incendiarios a los grupos de izquierda radicales, que solo buscan quemar la pradera para hacerse de un espacio en la política y tomar el poder. Estos radicales representan un peligro para los jóvenes y nuestra sociedad, en la que se lee muy poco y se lucha contra la ignorancia. 

El “Baguazo” es uno de los casos utilizados políticamente para amedrentar a otros gobiernos. Meses antes del conflicto, congresistas del partido del expresidente Ollanta Humala fueron filmados azuzando a las comunidades nativas. Siempre se habló de la intervención de grupos de reservistas en la zona. Esta izquierda radical siempre quiso mostrar ante el mundo al expresidente Alan García y al Apra como genocidas. Hicieron lo mismo con los terroristas del penal El Frontón. ¿Han vuelto a sus andadas? Es probable que sí. La falta de autoridad y el continuo enfrentamiento azuzado por quienes practican una política de faites, le están entregando en una bandeja el país.

Al Perú le hacen falta estadistas y gente que tome decisiones, aunque eso les cueste años de criminalización política. Los radicales huelen la cobardía de quienes optan por no hacer nada y reculan ante sus amenazas. Desde un lado, se dice que se busca evitar la muerte de más peruanos; pero vistos los hechos, el mensaje parecería ser: “para qué nos vamos a meter en problemas. Total, ya nos vamos. Será problema de otro”. Y el Perú, por falta de decisiones, se estanca.

La tercera ley de Newton dice que toda acción genera una reacción. Pero si elegimos permanecer en la inacción es menos probable que se genere algún conflicto (reacción). En el segundo gobierno aprista se alentaron las inversiones y el resultado fue reducir la pobreza del 49% a 21% en cinco años. La reacción del antiaprismo fue criminalizar a Alan García. En el colmo de la incapacidad de quienes no pueden igualar los logros alcanzados en el gobierno aprista, achacan al Apra la responsabilidad de las muertes en Bagua y los conflictos. Es un despropósito de quienes practican la política faite, pretender que nos comamos el cuento de que presidente, así como la Policía Nacional, son los azuzadores. Es casi, como afirmar que el mayor Felipe Bazán tuvo la culpa de su desaparición por hacer cumplir y respetar la ley. No se sorprendan cuando luego culpen al Ejército de crear el terrorismo. 

En una de sus Tradiciones Peruanas, el escritor Ricardo Palma cuenta que una vez un grupo de bandoleros liderados por León Escobar entró a Palacio de Gobierno, aprovechando la ausencia del presidente Salaverry, quien se encontraba en Arequipa. De acuerdo a la tradición, Escobar se sentó en el sillón presidencial y se cumplieron todas sus exigencias. Entre 1930 y 1932, tuvimos más de tres presidentes; uno de ellos, monseñor Mariano Holguín, que ocupó la presidencia por unas horas. El Perú no puede volver a los años treinta por la incapacidad de unos cuantos, ni a la época de León Escobar. 

De otro lado, culpar a Estados Unidos y China del desastre económico, terminará siendo insostenible. En cualquier mesa de un hogar peruano lo último que podríamos escuchar es a una familia culpando a Trump y Xi Jinping porque subió el pollo, el pan o la cerveza. Eso de echarle la culpa al otro de nuestra incapacidad es práctica común de la política faite, que debemos desterrar.

 

Arturo Valverde
22 de agosto del 2019

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