Arturo Valverde
La “odebrechtización” de la política peruana
Los aspectos oscuros del acuerdo con Odebrecht

No sé ustedes, pero espero que toda esta especie de “odebrechtización” de la política y la prensa peruana, llegue muy pronto a su fin. Desde que reventó todo este escándalo de corrupción, lo único que hemos visto es cómo se lleva a la práctica la frase “para mis amigos todo, para mis enemigos la ley”. La mejor prueba es ese preacuerdo con Odebrecht, que tarde o temprano iba a terminar siendo público, como tantos otros documentos que terminan en la prensa.
Ahora que el fiscal José Domingo Pérez salga a decirles a los peruanos que su difusión pone en riesgo el acuerdo con la empresa brasileña, sería la criticada doble moral. ¿Por qué no se tiene la misma reacción cuando se filtran otras investigaciones a cargo del Ministerio Público y Fiscalía? ¿Acaso no fue ese uno de los cuestionamientos del exfiscal de la Nación, Pedro Chávarry, al equipo Pérez-Vela? En ese sentido, bajo el pensamiento de Pérez, habría filtraciones buenas y filtraciones malas, en función de conveniencias.
Aldo Mariátegui en su columna “Odebrecht pagará una bicoca” (Perú21, 23.01.2019), recuerda otros acuerdos que fueron lesivos para los peruanos: “Este convenio va a quedar en la galería de los convenios más discutibles de nuestra historia, junto al Contrato Dreyfus pierolista o el Acuerdo Mercado/De La Flor-Green velasquista”. Los que negocian este tipo de contratos nunca han jugado a favor de los peruanos. Tal es así, que los peruanos seremos quienes paguemos a Odebrecht por sus robos para que la empresa, a su vez, pueda cancelar su indemnización al Estado peruano.
¿Recuerdan cuando pagamos en nuestros recibos de luz el Gasoducto del sur de Humala, bajo el concepto de “Afianzamiento de seguridad energética”, una más de las obras a cargo de Odebrecht? Volveremos a hacerlo. Ojo: El Gasoducto del sur no está en el preacuerdo de Pérez, a pesar del incremento sospechoso de la obra. ¿Tiene corona?
Como en el Perú se lee poco, en 1980 se eligió a Belaunde como presidente, pese al escándalo de la “Página once”; y en 2016 PPK también alcanzó la presidencia pese a su historia con el IPC. Si no fomentamos el hábito de la lectura, corremos el riesgo de que Humala vuelva, pese al Gasoducto del Sur y los millones que habría recibido de Odebrecht; o Villarán, pese a los aportes de Odebrecht a la campaña del “no” a la revocatoria, como ha señalado Raúl Ribeiro, ex representante de la empresa brasileña en el consorcio Rutas de Lima.
Dicho sea de paso, en una encuesta publicada recientemente, Susana Villarán aparece como la alcaldesa más corrupta, seguida por Castañeda. No vi la portada con letras enormes sobre Villarán, como sí hacen con Alan García todos los días algunos diarios. Esa es la doble moral que los peruanos aborrecen cada día más.
Los peruanos no son tontos y entienden que quienes ostentan temporalmente el poder lo utilizan para perseguir a sus enemigos, y aplican el olvido para los amigos. Por eso, cuando toda esta “odebrechtización” de la política y la prensa llegue a su fin, veremos cuánto avanzó y cuánto retrocedió el Perú del 2011 a la fecha.
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