La colonia de Maupassant

Entre los libros de memorias publicados por quienes tuvieron ocasión de conocer al escritor francés Guy de Maupassant figura Los nuevos recuerdos íntimos sobre Guy de Maupassant de Francois Tassart, quien recoge distintos pasajes poco conocidos de la vida del cuentista francés. 

Tassart, que fungía de valet de chambre (empleado o ayuda de cámara) del escritor, entre muchos de sus recuerdos, cuenta un episodio en el que Maupassant evoca la muerte de Gustave Flaubert, su maestro de las letras. 

El señor de Maupassant salió de su baño y se cubrió con un albornoz, luego acabó de secarse con una toalla; a continuación, le hice una fricción con agua de Colonia sobre la espalda, con una buena presión en la espina dorsal...

En ese momento dijo:

― Esta fricción que usted me hace arrastra mi pensamiento hacia los días más tristes, los más penosos de mi vida, después del deceso de mi querido y muy llorado Maestro Flaubert. Lo bañé terminando con una fuerte loción de agua de Colonia, luego lo vestí con una camisa, un chaleco y unos calcetines de seda blanca; después los guantes de piel y su pantalón a lo Húsar; su chaqueta y su abrigo; su pajarita, pasando bajo el cuello de su camisa, tenía forma de mariposa.

Cerré sus ojos, en los que, a pesar del velo de la muerte se veía todavía flotar un leve color azul: (¡¡¡ que decía haber traído de su estancia en Túnez!!!).

Luego peiné su bigote y su bella y fuerte cabellera que todavía formaba unos bucles perfectos.

Entonces me imaginé el trabajo que había proporcionado el cerebro que había contenido esa cabeza, muy por encima de la media, para crear su poderosa obra coronada por Salambó, esta obra que ocupará un lugar de honor en la literatura durante los siglos venideros.

Luego me recogí ante su gran frente, alta, ancha y plena.

Después de cuánto tiempo, no lo sé... posé mis labios temblorosos sobre la superficie de esa frente con una especie de deseo de tomar el misterioso poder que él ocultaba. Pero desgraciadamente ese fue mi beso de despedida.

El episodio compartido por Tassart no solo reafirma la estrecha relación entre ambos escritores, sino que nos permite conocer la manera en que la imagen de Flaubert perdura después de su muerte en la memoria de Maupassant, su discípulo, a quien el aroma de la colonia sobre su espalda, evoca repentinamente el último adiós al gran maestro de la literatura. Así como Maupassant, otros más convivimos con la memoria de nuestros maestros.