Dardo López-Dolz

La libertad de pensamiento

La libertad de pensamiento
Dardo López-Dolz
17 de marzo del 2015

¿El respeto al derecho de todos a pensar implica que todas las ideas sean respetables?          

La libertad de pensamiento es un derecho inherente a la naturaleza humana, reconocido en todo el mundo libre, despreciado por incómodo en todas las formas de dictatoriales de gobierno, sea que se vistan de fundamentalismo religioso, sea con atuendo fascista en su variante primigenia de camisas negras o en su novísima variante neomonárquica bolivariana, parida en La Habana. No por casualidad son cómplices íntimos en el destructivo afán imperialista que tanto daño viene haciendole a Latinoamérica y ahora amenaza  a España.

Pero ese derecho se confunde a menudo llevando a muchos a afirmar que las ideas de todos son respetables. Lo que ciertamente es insostenible. Merece respeto el derecho a pensar diferente, pero ese pensamiento diferente no siempre merece respeto una vez que sale del íntimo recinto cerebral, mediante la palabra escrita o hablada o haciéndose patente en los actos del pensador.

Me explico: toda persona tiene derecho a que se respete su derecho a pensar, como pensaron o piensan Adolph Hitler, Mao Tse Tung, Pol Pot, Stalin, Fidel Castro, Abimael Guzman, Hugo Chavez, Paz Estensoro, Evo Morales o Nicolás Maduro; a pensar que es conveniente robar, encarcelar, secuestrar, torturar, deportar o fusilar a determinadas personas o colectivos humanos por su raza, apariencia, vestimenta, religión, creencias,  costumbres sexuales o lo que sea. Pero estaremos de acuerdo que el respeto a su irreductible derecho a pensar así, no implica que tales ideas sean respetables.

Los pensamientos, una vez que abandonan el recinto individualísimo del cerebro humano para plasmarse en actos, gestos o palabras dichas o escritas, necesitan ser capaces de sustentar una secuencia racional sólida,  que basada en premisas verdaderas pueda construir una secuencia lógica que la sustente, de lo contrario esa idea distinta no es merecedora de respeto alguno; por el contrario, es absolutamente lícito despreciarla por inválida y combatirla reciamente.

Si me han seguido en el análisis, coincidirán conmigo entonces en que no toda idea es respetable. Determinado esto, caen fácilmente muchas falacias contemporáneas, sustentadas únicamente en ideas fuerza, sentimientos o, peor aún, en los baratos insumos no procesados de estas: las emociones. Frases tan extendidas como ¨su verdad, mi verdad¨  pierden el carácter universal que erróneamente les adjudica a menudo la prensa contemporánea. La verdad es una, lo que ocurre es que la naturaleza limitada de la visión humana realza o presta atención solo a ciertas facetas, lo que al interactuar con la historia, formación y cultura de una persona lleva a generar emociones o construir sentimientos y ese es un plano que, por ser ajeno a la lógica, producirá debates interminables. Nadie puede cuestionar válidamente los sentimientos o emociones de otro, lo único racionalmente discutible son los hechos verificables y otros elementos racionales que estos incorporen, cuando los hay.

Tendremos que coincidir entonces en que la matemática, la física y buena parte del conocimiento científico contemporáneo no admiten opinión discrepante válida, por más que se le cubra de esa forma colectiva de emoción no procesada apellidada ¨social¨, en cuyo nombre se cometen  muchas atrocidades.

  Por Dardo López-Dolz
17 - Mar - 2015  

Dardo López-Dolz
17 de marzo del 2015

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