Dante Bobadilla

La idiotización ideológica de la sociedad

Los recurrentes excesos del marxismo feminista

La idiotización ideológica de la sociedad
Dante Bobadilla
27 de febrero del 2019

 

Una característica de los tontos es que se dedican a discutir tonterías, sin resolver ningún problema. Y es lo mismo que nos pasa como país: estamos enfrascados en debates ociosos de corte ideológico, mientras los problemas reales empeoran. No somos capaces de hacer buenas carreteras, puentes o viaductos, pero nos llenamos de ministerios inútiles y políticas cursis, con debates estériles sobre cuestiones culturales. Hemos perdido de vista la realidad. Hoy la causa ideológica, lo banal y hasta lo estúpido han cobrado relevancia.

Un homosexual tiene un altercado en el aeropuerto, y el asunto se convierte en cuestión de Estado. Las autoridades municipales corren a clausurar el aeropuerto por “discriminación“. Esta es la clase de demencia a la que hemos llegado por razones ideológicas. Las autoridades defendieron su despropósito con el argumento de que “no se debe minimizar un cartel”. Están convencidos de que con cartelitos de mensajes cursis vamos a resolver los problemas.

Ya deberíamos preocuparnos de la salud mental de este país donde se discuten boberías como el uso de faldas escolares (sustentadas “científicamente” en una encuesta realizada en una escuelita de Huánuco), donde el ministro de Educación cambia la letra al “Arroz con leche” para hacerlo “inclusivo”, donde se insiste en la huachafería ideológica de la “equidad de género” en la educación, bajo el ridículo supuesto de que solucionará la violencia. Todo esto mientras los niños padecen anemia, seguimos últimos en las pruebas PISA, las escuelas están en condiciones precarias y la educación sigue en manos de trogloditas del SUTEP y del Conare.

Una diva del progresismo se queja indignada porque yendo por la carretera se encontró con un panel donde se luce una chica en bikini, y arma un discurso ridículo sobre la “cosificación de la mujer”. El progresismo se cree dueño absoluto de la moral y la verdad. Odian que las mujeres se expongan en bikini o que modelen mostrando su belleza, ejerciendo una profesión lícita para ganar dinero con su imagen. Pero a las feminazis no les gusta y, por tanto, queda prohibido. El totalitarismo de la moral progresista es peor que el del islam.

La cucufatería progresista arma su propia yihad y las mujeres deben someterse a la sharia que se les impone. Ya eliminaron a las chicas en bikini de los diarios dominicales. Incluso medios de prensa y empresas publicitarias se someten a la sharia y se niegan a mostrar chicas en bikini. Hasta hay una clase intelectual decadente que se banca esta estupidez de la “cosificación de la mujer”, que es en realidad un ataque a la libertad de la mujer y un perjuicio a su actividad económica. Los únicos que han cosificado a la mujer son los marxistas que la han convertido en un objeto ideológico que manipulan a su antojo.

El marxismo feminista recluta a las mujeres como guerrilleras para combatir al “patriarcado opresor”, una nueva versión de la delirante ideología de la lucha de clases y del empleo del odio como combustible político. Se trata una vez más de odiar el mundo, estigmatizar la cultura y destruirlo todo, con la promesa fatua de construir una nueva sociedad más justa, oligofrénico cuento marxista que ha fracasado ya tantas veces. Pero ahí están los tontos de siempre, para tragarse los cuentos de la izquierda.

Ahora el marxismo les dice a las mujeres cómo es que deben ser mujeres, instándolas a rechazar todo lo establecido por la “cultura del patriarcado”. Empezando por dejar de ser femeninas y erradicar su belleza para combatir al macho. En esta nueva lucha de clases el macho es el enemigo al que hay que derrotar, imponiendo cuotas obligatorias de mujeres. Se estigmatiza a la mujer que opta por ser madre y ocuparse de su hogar. El feminismo las ha degradado a ciudadanas de segunda clase porque creen que ese oficio es indigno.

Toda esta basura ideológica, sustentada en la absurda obsesión del igualitarismo social, llega hasta el Estado para llenarnos de ministerios inútiles, con viceministerios rimbombantes en el afán de dizque “proteger” diversos sectores sociales, declarados “vulnerables”. El primero de todos es el Ministerio de la Mujer, adefesio burocrático que nunca sirvió para nada. Los feminicidios han aumentado pese a la parafernalia política de leyes y marchas. Las conquistas sociales de la mujer, como su incursión en actividades económicas y políticas nuevas, no se deben a la gestión de esta burocracia. La mayor parte de la agitación social sobre la mujer la realizan las ONG marxistas apoyadas por este costoso ministerio decorativo.

El desarrollo de un país exige atender la realidad, antes que la ideología. Para el desarrollo y la buena gestión del país no necesitamos más de media docena de ministerios. No tenemos carreteras, pero sí ministerios de sobra. Eso es absurdo. En vez de ocuparnos de los problemas reales, perdemos tiempo en boberías ideológicas. Hay que recuperar el sentido de la realidad y hacer algo para detener la idiotización ideológica de la sociedad. El adoctrinamiento ideológico solo conduce a la idiotización social y a la precariedad de la realidad.

 

Dante Bobadilla
27 de febrero del 2019

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