Javier Valle Riestra
La historia en el Perú, y no la historia del Perú
Tenemos el envidiable privilegio de una muy antigua cultura
I
Vamos a ocuparnos, como dice el título, de la Historia en el Perú y no de la Historia del Perú. Son dos temas distintos. La historia en el Perú es nuestro devenir histórico y que el Perú existe como una nación. Es decir, sin Estado; éste comenzó en el siglo XVI con el virreinato. Pero su vejez es ultra histórica. Anárquica. Autoritaria. Hoy nos empeñamos en reconstruir esos factores y saber vehementemente que estamos en el siglo XXI, pero que no hemos empezado en el siglo pasado. Varios miles de años arquitecturan ese devenir del futuro nacido del pasado. Preparémonos para perfeccionar el Estado que saldrá en pocos años de las urnas democráticas tolerantes y no autoritarias basadas en elecciones forjadas por camarillas y señorones de la política.
II
El Perú que viene será tricameral y se empeñará en ser como en el pasado una nueva personificación de la nación continental. Somos en Indoamérica los más calificados para esa pretensión. Y ese título nos viene de nuestra vejez milenaria. Vayamos a hablar de ese devenir y al papel que corresponde a los jóvenes de mañana sucesores de los de hoy, débiles, abúlicos y doblegables por camarillas siniestras. De tal manera que digo preparemos a los jóvenes para ser arquitectos jurídicos del nuevo Perú, heredero del viejo Estado. No interesa saber quiénes fueron Toledo, Superunda, Amat, Guirior, etc., sino los que serán herederos de un pasado glorioso y polémico. Terminemos proclamando ¡Vae victis!, ¡Ay de los vencidos! Es decir, de los que vivieron en el Perú.
III
Con visión realista del Perú, nuestro historiador, Jorge Basadre escribió:
«Hay quienes ven la historia republicana del Perú como una cueva de bandoleros o un muladar que sólo merece desprecio o condena. Algunos, en cambio, se precipitan en su recinto para querer convertirlo en un santuario y venerar en él a los antepasados propios o ajenos. Y no faltan los que se embelesan, como ante un tesoro, ante el dato escueto».
Y refiriéndose a su obra insigne, Historia del Perú, el propio Basadre continúa reflexionando: «Aquí se ha buscado, ante todo, comprensión, objetividad, coordinación, ensamble, sin odio para nadie, y sin adulación para nadie, tratando de superar el atolondramiento, la vehemencia, el encono, la suciedad y la mezquindad, plagas de la vida criolla. Al procurar que se haga la “toma de conciencia” de un pasado tan turbulento, tan escabroso, y al mismo tiempo tan peruano como es el periodo de la República en nuestra historia, se está buscando, en realidad, una forma de maduración nacional» (Cfr. Basadre: Historia del Perú; Nota Preliminar a la 5ta Edición. Edit. Historia, Lima 1961).
En efecto, lo dicho por Basadre continúa vigente. Por ejemplo, vemos en la política reciente a chaqueteros, traidores, tránsfugas, así como aventureros, embusteros, avivatos, que se aprovechan de los sectores paupérrimos de la sociedad, los extorsionan mermándoles su salario. Son vividores de las arcas estatales. Los fondos del presupuesto asignados a los partidos políticos se reparten con audacia, como botín entre sus allegados o, lo que es peor, ellos mismos simulándose contratos de arriendo de locales partidarios. Actúan como una gavilla de pérfidos.
IV
Algunos queremos una refundación, una Segunda República, porque la República del Perú –como dice Basadre— se constituyó socialmente por medio de aportes suministrados por la experiencia histórica ocurrida en su territorio desde siglos atrás. Evidentemente, con elementos prehispánicos, coloniales y la inmediatamente anterior a la independencia. Los fundadores de la República, es cierto, fueron generosos, idealistas y patriotas, pero no tuvieron conciencia plena del Perú en el espacio y el tiempo. En relación con el espacio, apenas comenzada la independencia, se tuvo que delimitar el territorio en la parte norte (1829), el sur (1842) y al este, con Brasil, (1851); empezamos así recortando nuestro espacio. Y respecto al tiempo, creímos estar inventando un país nuevo, pero ignoramos que teníamos el envidiable privilegio de una vieja cultura; indebidamente aludíamos a la Colonia como un “largo tiempo”, durante el cual “el peruano oprimido, la ominosa cadena nos arrastró” (Basadre dixit).
El pasado es del Perú, el futuro también lo será. Pasen los jóvenes a la acción.
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