Alan Salinas

La gobernabilidad acechada

Como resultado de la guerra Ejecutivo-Legislativo

La gobernabilidad acechada
Alan Salinas
17 de octubre del 2018

 

Desde la teoría se sostiene que un país democrático requiere cierta cooperación (léase gobernabilidad) para viabilizar políticas de Estado que permitan generar crecimiento económico con institucionalidad, como suele suceder en las democracias avanzadas. Pero ¿qué pasa cuando en países de juventud democrática, como el Perú (recién llevamos 18 años), la confrontación irracional forma parte del juego político a tal punto de poner al límite la gobernabilidad?

Ese es la cuestión a resolver en este periodo de Gobierno del presidente Vizcarra. Hace bien el Ejecutivo —de acuerdo a los resultados de las encuestas— al poner contra las cuerdas al Congreso para llevar a cabo el referéndum. Es válido dada la ofensiva permanente de la mayoría congresal que —al menor error— trata de deslegitimar las acciones del Gobierno. Eso le permite a Vizcarra darle oxígeno al Ejecutivo y generar alianzas, como lo viene haciendo con la gran prensa (léase El Comercio y La República). Agita al máximo las emociones contra la clase política, deslegitimada después de la corrupción a gran escala de la constructora brasileña Odebrecht.

Pero preguntémonos si el Congreso es cien por ciento obstruccionista. De acuerdo a la columna de José Carlos Requena (El Comercio 16/10/18), el Ejecutivo —en el marco de las facultades delegadas por el Congreso— ha sido el responsable —en dos años— de 112 decretos legislativos durante la gestión de Kuczynski y 101 promulgados en este Gobierno. Saque sus conclusiones, estimado lector.

Son decretos legislativos que tienen que ver con políticas de Estado. La gran prensa —aliada del Gobierno— no lo difunde. No llama la atención al Ejecutivo para que —además de buscar la confrontación permanente— busque consensos con cierta parte del Congreso para gobernar el país, para afrontar el decrecimiento económico, para afrontar el crecimiento de la anemia y para afrontar lo que dejó El Niño costero en el norte del país.

El relativo éxito que viene teniendo Vizcarra puede, a corto plazo, hacer que los conflictos sociales latentes —producto de lo mencionado líneas arriba— cobren forma y, en consecuencia, el presidente baje en las encuestas. Recordemos que en política un día estás arriba y el otro abajo, y que por estos días la política es una bolsa de boxeo. La gente no se cansa de descalificar a la clase política al menor descuido. Al final de todo este versus irracional entre el Ejecutivo y el Legislativo, la perjudicada es nuestra joven democracia peruana. La gobernabilidad se ve acechada constantemente.

¿De todo esto puede salir —desde las urnas— un liderazgo populista? El Perú, históricamente, ha resultado —desde las urnas— siempre antirradical, y busca la moderación electoralmente. Pero tengamos en cuenta que eso puede traer disfrazado a un autoritario en ciernes, como lo fue Fujimori. Puede, asimismo, seguir siendo gobernado por intereses personalistas; en otras palabras, puede seguir siendo gobernado por piratas de la política que no han hecho más que saquear el erario público.

En una democracia de políticos ambiciosos (más que de partidos), es importante tomar en cuenta cómo se encuentra el Perú gracias a los “independientes”.

 

Alan Salinas
17 de octubre del 2018

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