Giovanna Priale

La educación de calidad como condición necesaria

Educación financiera ayudará a los estudiantes a salir de la pobreza

La educación de calidad como condición necesaria
Giovanna Priale
27 de febrero del 2020


Comienzan las clases escolares y, de pronto, nos encontramos con los mismos problemas de siempre: colegios con déficit de infraestructura, profesores no necesariamente capacitados para ejercer la actividad docente y niños que no se encuentran adecuadamente alimentados para captar los conocimientos impartidos. 

Desde el 2015, el Perú ha participado en las pruebas PISA para evaluar la calidad educativa en temas financieros. En el 2018 Perú apareció en el penúltimo lugar, a pesar de los inmensos esfuerzos de instituciones públicas y privadas por alentar el curso de educación financiera en los colegios. Es más, cinco de cada diez alumnos se ubican en el nivel 1, con competencias por debajo de las consideradas como mínimas por la OECD para afirmar que una persona cuenta con este tipo de habilidades financieras.

En este caso, se observa la correlación directa entre mejor nivel socio económico y mejor rendimiento en la prueba PISA. Así mientras 2.5 de cada diez estudiantes se ubica por debajo del mínimo aceptable en el quintil más rico, en el más pobre este ratio se incrementa a siete de cada diez. Esta situación es gravísima, pues la falta de conocimiento financiero en la población más vulnerable, la que además es la que recibirá menos ingresos por su trabajo y probablemente tendrá empleo de carácter informal, agudiza las brechas de ingresos y va convirtiendo a la pobreza en heredable.

Como contrapartida, en su oportunidad Mitchell y Lusardi probaron, mediante un seguimiento de más de 20 años, que la educación financiera impartida en población pobre puede reducir la brecha de acumulación de capital entre los quintiles más pobre y más rico, al momento de la jubilación. Sin duda los retos de la educación de calidad superan largamente al problema de la ausencia de educación financiera; pero lo cierto es que la falta de esta última agudiza los problemas de decisiones de gasto vs inversión en la población de ingresos más bajos. Y estos problemas limitan la capacidad de acumulación de activos de un hogar, los que pueden convertirse en productivos en algún momento del ciclo de vida del individuo.

Hace años se viene peleando por incluir la cátedra de inclusión financiera en el diseño curricular nacional, desde educación inicial. Esta es parte importante de la estrategia de inclusión financiera que lidera el MEF y que debe tener como objetivo poner al individuo en el centro de las decisiones financieras. Se trata de articular los esfuerzos aislados y de establecer una red nacional que le permita a los estudiantes actuales recibir conocimiento financiero para cambiar actitudes y adoptar comportamientos mucho más responsables.

Nunca dejaré de creer que es posible una educación de calidad que sea accesible a toda la población, independientemente de su capacidad de generación de ingresos.

Giovanna Priale
27 de febrero del 2020

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